En el Suryaa, un hotel de lujo de Nueva Delhi, el personal se prepara, atónito, para cambiar sus elegantes trajes y saris por equipos de protección adaptados a la nueva clientela: los enfermos del coronavirus.
La epidemia de COVID-19 sigue haciendo estragos en India, que este sábado superó los 500.000 casos. La capital, Nueva Delhi, con más de 73.000 enfermos y 2.400 fallecidos, es la ciudad más golpeada por la pandemia del país, por delante de Bombay.
Ante el aumento de personas contagiadas, la ciudad, de 20 millones de habitantes, ordenó la requisición de hoteles, salas de fiesta y vagones de tren par convertirlos en centros de aislamiento para los enfermos, una medida sin precedentes. Los empleados de estos lugares observan, estupefactos, el cambio.
"Tuvimos una formación del hospital sobre cómo llevar el equipo de protección individual y cómo sacárselo. Es algo que nunca habría pensando que haría en toda mi carrera en la hostelería", explica Ritu Yadav, un directivo del hotel Suryaa, donde los primeros enfermos llegarán próximamente.
"Para los médicos y enfermeras, forma parte de su vida. Para nosotros, es una experiencia totalmente nueva y muy dura", afirma.
Más acostumbrados a cambiar las sábanas y a servir el desayuno en las habitaciones que a encargarse de los enfermos de una epidemia, el personal del Suryaa ha tenido que improvisar para adaptarse a la nueva situación.
En total, se han preparado 200 camas para pacientes asintomáticos o con síntomas moderados del nuevo coronavirus. El hotel no podrá cobrar más de 66 dólares por día, incluyendo las comidas. La comida será servida en platos de cartón desechables. Se han trazado líneas rojas para marcar las distancias que se deben respetar y el contacto entre el personal y los pacientes será mínimo.
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Camas de cartón
El COVID-19 está cebándose en Nueva Delhi. Los diarios locales están llenos de historias de personas que fallecieron porque varios hospitales no quisieron admitirlos, por falta de camas.
A principios de junio, el gobierno de la megalópolis anunció que esperaba alcanzar el medio millón de casos a finales de julio, es decir, 20 veces más en dos meses. Este aumento necesitaría, según estimaciones oficiales, 80.000 camas en hospitales. En tiempos normales, Delhi solo cuenta con 13.179 plazas en el sistema público y privado.
Por eso, las autoridades requisaron una treintena de hoteles. Cada establecimiento depende de un hospital de referencia, que puede enviar personal sanitario en caso de urgencia. Un inmenso centro religioso también está siendo transformado en espacio para acoger enfermos, con una capacidad final de 10.000 camas, muchas de ellas hechas con cartón.
Los hoteles se han visto sorprendidos por estas medidas del gobierno. ”Ha sido un golpe para nosotros, porque nadie nos habló de ello. Lo descubrimos en la prensa”, explica a la AFP Greesh Bindra, uno de los gerentes del Suryaa.
Los dueños de los hoteles, entre ellos el Suryaa, han recurrido a la justicia. Alegan que muchos de sus trabajadores tienen más de 50 años, con más riesgo de contagio, y que su personal no tiene ninguna formación para tratar a enfermos o gestionar los desechos biomédicos.
El tribunal les ha dado sólo razón en parte: más que ser hospitales de campaña, estos hoteles serán centros de acogida para los enfermos menos graves. “Es como si usted duerme en un hotel y al día siguiente se despierta y le anuncian que su hotel se ha convertido en un hospital”, dice Greesh Bindra. “Trabajamos en la hostelería, no en la sanidad”, se queja.
Fuente. AFP.
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