En una economía que acumula dos años de recesión y luego de tres meses de confinamiento obligatorio contra el coronavirus, numerosos comercios en Buenos Aires rematan muebles e implementos, convencidos de que ya no podrán volver a abrir.
“Tomé la decisión de rematar las instalaciones y con el capital que entra por su venta pagarle al personal y desprenderme de la actividad. La cuarentena me dio tiempo para hacer el duelo y hoy me siento muy aliviado”, dijo a la AFP Ricardo Klausner, a la puerta de su restaurante Latekla.
Copas, platos, sillas, e incluso una máquina industrial de amasar van saliendo del local que durante 26 años funcionó en el centro de Buenos Aires y que empleaba a siete personas.
“Tuvimos una de las peores Navidades de la historia en cuanto a consumo. El verano también fue pésimo y luego arrancamos con la pandemia. Una vez que termine el coronavirus la crisis va a continuar. La gente cocina en su casa, ahorra, cuida su dinero porque no sabe qué le depara el futuro”, señaló Klausner.
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Según un estudio de la Federación de Comercio e Industria de la Ciudad de Buenos Aires (Fecoba), al menos 18% de los 110.000 negocios de la capital ha cerrado desde que comenzó la pandemia.
La actividad de hoteles, gimnasios, lavaderos de autos y peluquerías aún no ha sido autorizada, y los restaurantes solo pueden funcionar en modalidad de delivery, lo que ha reducido sus ganancias al 25%, según Fecoba.
“Para cuando se decida retomar la actividad, entre 25% y 35% por ciento de los comercios habrá desaparecido, dejando un tendal de desocupados y habiendo desfinanciado al Estado por la imposibilidad de pagar impuestos”, declaró Fabián Castillo, presidente de Fecoba.
Noches desoladas
Las calles alrededor de la plaza Cortázar, en el barrio de Palermo Viejo, el corazón de la noche de Buenos Aires, lucen desoladas. Los bares y restaurantes de moda que solían estar desbordados tienen ahora sus persianas abajo y hay poco tránsito.
Para Santiago Olivera, dueño del Bad Toro Bar desde hace nueve años, fue imposible seguir. “Los costos de este local son muy altos y venimos de dos años de un consumo bastante malo. Tres meses sin poder facturar fue la gota que rebasó el vaso”, dijo a la AFP.
Olivera señaló que, por estar cerrado, le cobraban solo la mitad del alquiler. “Pero las facturas de impuestos y servicios nos siguen llegando como si el local estuviese abierto. Además, un decreto del gobierno prohibió reducir o suspender al personal, con lo cual uno se encuentra cerrado hace tres meses y con la nómina del personal completa”.
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En su calle, otros cinco comercios decidieron ya que no volverán a funcionar, lamentó. En recesión desde 2018, la economía argentina se verá aún más castigada este año por la pandemia y las autoridades estiman que la caída del Producto Interno Bruto llegará a 6,5%.
A ello se suma una compleja renegociación de la deuda externa, pobreza en aumento (35% en 2019) y alta inflación (53% el año pasado).
Fuente: AFP.