Brasil se convirtió en el epicentro del COVID-19 en la región debido al aumento de contagiados y fallecidos entre la población en los últimos días. Sumado a que cuenta con Eduardo Pazuello, un militar como ministro de Salud interino sin experiencia en el área y que su presidente, Jair Bolsonaro, mantiene una “guerra política” contra los decretos de aislamiento decretados por los Gobiernos regionales.

Este domingo, los principales portales del país vecino registran 15.668 muertos a causa del COVID-19 y 233.648 casos confirmados en todo el país.

Desde el inicio de la pandemia ya se retiraron dos ministros de Salud del gobierno, Luiz Henrique Mandetta, que defendía el aislamiento de la población, y Nelson Teich, quien rechazó recomendar la cloroquina para pacientes diagnosticados con COVID-19.

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Según indicó el director de Vigilancia Sanitaria de Paraguay, Guillermo Sequera, el país vecino podría convertirse en epicentro mundial de la pandemia en las próximas semanas, debido al brote exponencial del virus. Sumado a que también es el inicio de la temporada de influenza, el final de la de dengue y brotes activos de otros virus como el sarampión, lo que preocupa a autoridades y población brasileña.

De acuerdo al Ministerio de Salud se notificaron 676.928 casos probables de dengue, con una tasa de incidencia de 322 casos por 100.000 habitantes, y 265 óbitos. Una vez que inicie el invierno, los casos de dengue disminuirían, pero suben los de gripe común y otras enfermedades respiratorias.

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Influenza causó 1.122 muertes en 2019

El año pasado, Brasil registró 1.122 muertes por los tres tipos de influenza, según datos oficiales. Al inicio del 2020, con el ingreso del COVID-19 se agravó la situación debido a la dificultad de diferenciar cada caso debido a que los tres virus provocan síntomas similares en los primeros días de la enfermedad, según la agencia EFE.

"Esa combinación es bastante explosiva", explica a Efe el doctor Adriano Massuda, profesor de salud colectiva en el centro de estudios privado Fundación Getulio Vargas (FGV).

El investigador de la Fundación de Amparo a la Investigación del Estado de Sao Paulo (FAPESP), Mauricio Lacerda, que trabaja en el hospital de Sao José do Rio Preto y asegura que “las perspectivas son muy malas” de cara al invierno.

“Aquí en el hospital ya tenemos pacientes de influenza, de COVID-19 y de dengue, y tuvimos muertes por las tres. Es una situación muy complicada” y que “sobrecarga demasiado” la red pública", expresó a EFE.

Hasta la fecha, se reportaron 2.910 casos de sarampión, casi la mitad de ellos en el estado de Pará, también uno de los más afectados por el coronavirus, y tres fallecidos. “El sarampión está volviendo a Brasil, presenta una cobertura de inmunización baja y puede ser un problema más”, advierte Massuda.

Durante 2019, hubo en todo el país 18.200 casos de sarampión y 15 muertes, 14 de las cuales en Sao Paulo, hoy el epicentro brasileño del COVID-19.

El desafío para el Sistema Único de Salud (SUS), que engloba toda la red de hospitales públicos y del que dependen el 75 % de los brasileños, será enorme y más aún con el problema crónica de financiación que sufre.

De acuerdo a organizaciones de Derechos Humanos, Brasil dejó de invertir en el sector salud unos 30.000 millones de reales, equivalentes a unos 5.170 millones de dólares, desde que a finales de 2016 se aprobó un polémico techo de gastos presupuestario,

Señalan que la falta de recursos provocó una reducción de 49.000 camas de cuidados intensivos en el país. “Los laboratorios del sistema de salud pública están desmantelados y eso no es de 6 meses atrás, es de diez, 15 años. Eso atrasó la detección y el diagnóstico del coronavirus y ahora los hospitales van a pagar un precio enorme”, afirmó.

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