El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, se somete a cuarentena tras la confirmación el pasado viernes de que la portavoz de Pence, Katie Miller, se había enfermado y dio positivo al nuevo coronavirus.

Según informó la agencia AFP el viernes último, el presidente de los EEUU, Donald Trump, continuaba asistiendo a eventos oficiales sin tapabocas.

La noticia de que Katie Miller se había enfermado aumentó los temores de que la Casa Blanca corra el riesgo de convertirse en un punto viral, justo cuando Trump lidera los esfuerzos por reducir las medidas de confinamiento que han devastado a la economía más grande del mundo.

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Miller por su cargo de portavoz de Pence tiene acceso a reuniones de alto nivel. También es la esposa de uno de los principales asesores de Trump, Stephen Miller, arquitecto de la política antimigración del mandatario.

Más temprano el viernes, un alto funcionario de la administración había dicho que seis personas que pudieron haber tenido contacto con quien dio positivo al COVID-19 –que resultó ser Miller–, y que debían viajar con Pence, debieron abandonar el avión antes del despegue de la Base de Andrews, cerca de Washington.

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"Por precaución, revisamos todos los contactos recientes de la persona", dijo el funcionario, quien pidió no ser identificado.

El jueves, la Casa Blanca dijo que un miembro del ejército que está en contacto cercano con el presidente había dado positivo al nuevo coronavirus, informó la agencia de noticias.

Trump y Pence fueron sometidos a test y dieron negativo. Ambos se examinan a diario.

La secretaria de prensa de la presidencia, Kayleigh McEnany, dijo que no había riesgo de un brote en la Casa Blanca o una amenaza para Trump.

"Hemos tomado todas las precauciones para proteger al presidente", dijo en conferencia de prensa.

La última salida pública de Trump fue en la mañana de este viernes, para conmemorar el 75º aniversario de la victoria aliada sobre la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial.

El presidente, que con 73 años se encuentra dentro del grupo de mayor riesgo para el COVID-19, se reunió con ocho veteranos de guerra de edades comprendidas entre 96 y 100 años.

Ni él ni los veteranos llevaban mascarillas, aunque el presidente se mantuvo a unos pasos de ellos.

Según McEnany, los veteranos "eligieron colocar a su nación primero. Querían estar con su comandante en jefe en este día trascendente. Fue su decisión venir aquí".

Usar barbijo es un asunto puramente personal, agregó.

A principios de esta semana, Trump visitó una empresa de fabricación de respiradores en Arizona. El mandatario recorrió las instalaciones sin máscara, a diferencia de los empleados de la fábrica que portaban mascarillas, siguiendo los procedimientos de seguridad de la empresa.

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