Jorge Zárate
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El modelo de producción aparece como el responsable de que un número no determinado de virus se muden a los humanos desde los animales.
Al quitarles su hábitat, muchos animalitos, como los murciélagos y pangolines acusados de esta pandemia, migran al contorno urbano donde desarrollan estrés. Ese elemento es el que vuelve a sus enfermedades tan difíciles de tratar y curar, según los investigadores.
Se sabe que una vacuna efectiva contra el COVID-19 tendrá al menos un año de desarrollo y esto es así por el bajo presupuesto que los Estados destinan a la investigación y el desarrollo, no solo en la salud, sino en campos de saberes que no determinan un lucro inmediato.
Vale aquí hacer un poco de historia y recordar que en el 2002, en Cantón, China, apareció el SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo, por su sigla en inglés), un coronavirus que se había originado en un animal y había pasado a los humanos. Se propagó en 29 países, infectó a 8 mil personas y mató a unas 800.
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La carrera para conseguir la vacuna surgió de inmediato, pero se paralizó sin mayores logros cuando la epidemia pasó. María Elena Bottazzi, una autoridad en el desarrollo de vacunas de Houston, Estados Unidos, lideró un equipo que consiguió una.
“Entonces fuimos a los NIH (Institutos Nacionales de Salud de EE.UU.) y les preguntamos: ¿Qué hacemos para mover rápido la vacuna a la clínica? Y nos dijeron: Mirá, ahorita no estamos ya interesados”, le contó Bottazzi a la BBC.
Jamás consiguieron el dinero para desarrollarla. “No estábamos pidiendo US$ 100 ni US$ 1.000 millones”, comentó la mujer, codirectora de la Escuela Nacional de Medicina Tropical de Houston.
“Estábamos hablando de tres o cuatro millones de dólares. Con un millón y medio hubiéramos podido hacer un estudio clínico para tener un perfil en humanos. Pero nos pararon justo cuando estábamos a punto de tener una evidencia interesante”, dijo.
Ya en el 2012, el MERS-Cov, (Síndrome Respiratorio de Medio Oriente), otro coronavirus, pasó de los camellos a los hombres. Otra vez la búsqueda de la vacuna y reiterado el escenario del abandono ante el descenso de casos de la enfermedad.
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Jason Schwartz, profesor de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Yale, comentó sobre el tema: “Si no hubiéramos abandonado el programa de investigación de vacunas de SARS, hubiéramos tenido listos muchos más fundamentos para trabajar en este nuevo virus que está cercanamente relacionado”, sostuvo.
Así las cosas, ahora hay otra carrera contra el tiempo en los países que tienen los principales laboratorios de producción de medicinas del mundo, lo que mantiene la esperanza de obtener esta vez grandes ganancias: Claro, el coronavirus supera los 2 millones de infectados.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) cuenta con 70 candidatos a vacunas y, de hecho, ya hay una en China, la del Instituto de Biotecnologías de Pekín, hoy probándose en humanos, la fase dos de la evaluación clínica.
En el Reino Unido, el equipo liderado por Sarah Gilbert en la Universidad de Oxford promete tener una vacuna lista para este setiembre. Esto gracias a que recibió una subvención de 2,2 millones de libras (2,8 millones de dólares) para acelerar la investigación de vacunas para el COVID-19, se reportó.
En Alemania, el Instituto Paul Ehrlich (PEI) anunció que “en breve” dará inicio a los primeros ensayos clínicos de una vacuna.
Otras tantas se hacen en Suecia (Karolinska Institute), Japón (Osaka University), China (Beijing Institute of Biotechnology), India (Serum Institute), Inglaterra (Universidad de Oxford e Imperial College de Londres), España (Centro Nacional de Biotecnologías) y Rusia (Instituto de Investigación Científica sobre Vacunas y Sueros de San Petersburgo), por citar ejemplos.
Otros esfuerzos
También se conoció en estos días las pruebas con la hidroxicloroquina, utilizada para tratar la malaria, el lupus y la artritis reumatoide, que ayudaría un poco para reforzar a los pacientes, pero tiene contraindicaciones en los cardíacos e hipertensos, dos características presentes en la buena parte de los adultos mayores, la población en mayor riesgo ante el coronavirus.
Otros están probando el remdesivir, un medicamento experimental diseñado para tratar el ébola que se ensaya en los Estados Unidos y otros países.
La idea principal es proteger en principio a los trabajadores de la salud, que de acuerdo a los reportes resultan ser los más contagiados con la enfermedad.
En Argentina, científicos analizan el uso de la ivermectina, un antiparasitario de uso veterinario, para eventualmente frenar la replicación del virus.
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“Hay un punto muy a favor, y es que este fármaco ya fue aprobado para el uso humano. Ya con eso avanzaron muchísimos pasos. Ahora, resta analizar todavía cuál es la dosis necesaria para aplicarla a un contagiado y si esa misma dosis no produce efectos colaterales. Ese campo todavía es incierto”, dijo Adrián Lifschitz, investigador principal del Consejo de Ciencia y Técnica (Conicet) e integrante del Centro de Investigación Veterinaria de Tandil (CIVETAN), en cuyos laboratorios un grupo de 20 científicos avanza con las pruebas.
En Estados Unidos están probando con aplicarles la vieja vacuna BCG, que tiene probados efectos contra las enfermedades respiratorias.
Creada para combatir la tuberculosis hace cien años, la vacuna de bacilo Calmette-Guérin (BCG), según los médicos “entrena” al sistema inmune para “reconocer y responder a una variedad de infecciones, entre ellas de virus, bacterias y parásitos, dicen los expertos. Aún hay poca evidencia de que la vacuna mitigue la infección de coronavirus, pero una serie de ensayos clínicos podría tener la respuesta en cuestión de meses”, reportó el New York Times.
De acuerdo al informe, comenzó a probarse a principios de este mes en Melbourne, Australia, y también en Holanda.
Un estudio en personas de la tercera edad, reveló que las vacunas consecutivas de BCG reducían la incidencia de infecciones agudas del tracto respiratorio superior. También se sabe que los países que abandonaron el programa de vacunación universal BCG tuvieron más infecciones por coronavirus per cápita y más mortalidad.
Por su parte, el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de Cuba desarrolló lo que llaman “inmunopotenciador CIGB 2020”, que ya se está usando en mayores de 60 y 70 años para mejorar sus defensas ante el COVID-19.
Gerardo Guillén, director de investigaciones biomédicas del CIGB, expuso que el medicamento al reforzar la inmunidad innata en la población y los positivos al virus permitiría evitar que progresen a la severidad y la gravedad del desarrollo del virus en los adultos mayores.
De acuerdo a lo comentado, a los enfermos se los trata con mezclas de interferones, biomoduladores y factor de transferencia, como complementos para vencer la enfermedad.
Permanencia
La permanencia del virus en las superficies, es otra de las cuestiones que son abordadas por los científicos en estos días. Sobrevive en el plástico y el acero inoxidable entre 48 y 72 horas, en tanto que en el cobre vive apenas 4 horas.
Por ello, surgió como una buena noticia el desarrollo por parte de científicos japoneses de una lámina con fibra de cobre que desactiva los virus y puede usarse en mascarillas.
Este ingenio tiene mil veces más poder bactericida que una simple superficie de cobre, adelantaron.
Lo hizo una empresa de innovación con sede en la Universidad de Gunma en Kiryu, Japón, que lo desarrolló en cooperación con una fábrica local. Es una lámina con fibra de cobre que inactiva las partículas de los virus y bacterias evitando las infecciones.
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Lo hace gracias a un fotocatalizador aplicado en su superficie que una vez expuesto a la luz, activa sustancias con alto poder oxidante que descompone partículas virales y bacterias.
“El material desarrollado abre nuevos caminos para provenir brotes de virus masivos. Nos gustaría tenerlo listo pronto”, dijo Hideyuki Itabashi, de Gunma University Development & Innovation (GUDi).
Mascarillas, guantes y material de protección para todo lugar que sea tocado por más de una persona como botones de ascensores, interruptores de luz, pasamanos, sujetadores de los trenes y manija de las puertas, serían sus primeras aplicaciones según los investigadores.
Entre tanto, las cifras de contagio crecen, más de medio mundo está obligado a estar encerrado en sus casas, las corporaciones financieras preparan un nuevo golpe mientras la mayoría del mundo necesita resolver el problema del hambre. Habrá que pensar en cómo sanar de verdad.