Sao Paulo, Brasil | AFP | por Paula RAMON
El Partido de los Trabajadores (PT) inicia este viernes en Sao Paulo su 7º Congreso en presencia de su líder histórico, el recientemente liberado expresidente Lula, para debatir su respuesta a la ola conservadora que llevó al poder en Brasil al ultraderechista Jair Boslsonaro.
La reunión del partido cofundado por Lula en 1980 se extenderá hasta el domingo, cuando los delegados elegirán a la nueva dirección del PT, actualmente presidida por la diputada Gleisi Hoffmann, que busca la reelección.
Después de haber vencido cuatro elecciones presidenciales consecutivas (2002, 2006, 2010, 2014), el PT entró en una fase de desgaste con el impeachment de la presidenta Dilma Rousseff en 2016 y la investigación anticorrupción Lava Jato, que condenó a Luiz Inácio Lula da Silva a 8 años y 10 meses de cárcel.
Luego de 19 meses de reclusión en Curitiba (sur), acusado de corrupción pasiva y lavado de dinero, Lula, de 74 años, fue liberado el 8 de noviembre gracias a una alteración de las reglas del cumplimiento de penas, que le permitirá agotar todos los recursos judiciales en libertad.
Apenas salió de la cárcel, el exmandatario (2003-2010) arremetió contra Bolsonaro y sus políticas promercado y tildó de "canalla" al exjuez y actual ministro de Justicia, Sergio Moro, a quien acusó de haberlo condenado sin pruebas para apartarlo de la liza electoral del año pasado.
Pidió además a sus seguidores ponerse manos a la obra para reconquistar el poder en 2022, dando a entender que estaba listo para la batalla, aunque en una entrevista publicada este viernes por el diario británico The Guardian insinuó que podría pasar el testigo. "La Iglesia católica, con 2.000 años de experiencia, jubila a sus obispos a los 75", apuntó.
Antes de esa cita electoral, el PT deberá definir su estrategia para las municipales de 2020, después del rapapolvo que sufrió en 2016, cuando consiguió elegir apenas a 256 alcaldes, menos de la mitad de los 630 (de un total de 5.500) que tenía después de las elecciones de 2012.
Entre las ciudades perdidas figuran Sao Paulo, la capital económica del país, y los municipios de su cinturón industrial, desde donde Lula lanzó las grandes huelgas de fines de los años 70 en plena dictadura militar (1964-85).
Según el politólogo Claudio Couto, de la Fundación Getúlio Vargas, en estos años en Brasil "se consolidó un antipetismo que será un obstáculo para conseguir una posición de destaque en ciudades como Sao Paulo".
El PT conservó pese a todo el papel de primer partido en la fragmentada Cámara de Diputados, con 54 escaños (de un total de 513). En 2014 había conseguido elegir 69 y en 2010 tuvo una bancada de 88 legisladores.
El PT tiene además 6 senadores (de un total de 81) y gobierna 4 de los 27 estados brasileños, todos en su bastión histórico del nordeste.
Sin autocrítica
Algunas de las nueve tesis sometidas al voto de los delegados del PT refuerzan la necesidad de cambios y de una reorientación de posiciones y de una nueva dirección.
Couto, sin embargo, ve poco espacio para un discurso que busque hacerse oír más allá de los bastiones petistas, fuertemente apegados a la figura de su líder, que representan en torno a un tercio del electorado.
"Hay gente en el partido que tiene una buena lectura del país, pero quienes lo controlan, no", afirmó Couto.
"Desde la elección de 2018, el personalismo se fortaleció" en el PT, agregó.
El propio Lula rechazó cualquier perspectiva de autocrítica mirando a lo interno del partido.
En el plano internacional, Lula denunció en la entrevista con The Guardian el “golpe de estado” contra el presidente boliviano Evo Morales, aunque admitió que este “cometió un error cuando buscó un cuarto mandato”.