París, Francia | AFP | por Loïc VENNIN y Adam PLOWRIGHT
La Escuela Nacional de Administración (ENA) de Francia, vivero de las élites del país y cantera de gobernantes tiene sus días contados. El presidente Emmanuel Macron dijo este jueves que quiere cerrarla, al anunciar una serie de medidas para intentar calmar la cólera de los “chalecos amarillos”.
"Creo que para hacer la reforma [de los servicios públicos ...] hay que suprimir, entre otros, la ENA", explicó Macron en conferencia de prensa en el Elíseo.
Macron es el cuarto de los últimos seis presidentes franceses que han pasado por las aulas de este prestigioso establecimiento, después de Valery Giscard d'Estaing, Jacques Chirac y François Hollande.
Los graduados de ENA, conocidos como "enarques" en Francia, forman una red de influencia que se extiende a través de los más altos niveles de la política y los negocios y que se ha convertido en un blanco para los críticos de la clase dirigente francesa durante décadas.
Su éxito en la formación de administradores públicos altamente cualificados, la mayoría de los cuales ocupan puestos de responsabilidad en ministerios u organismos públicos, ha hecho que otros países, como Rusia, traten de imitarlo.
"Los franceses son conscientes de que su administración está bastante bien gestionada, es competente, neutral y no está politizada, y todo eso se lo debemos en parte a ENA", dijo a la AFP Daniel Keller, director de una asociación de exalumnos de este establecimiento basado en Estrasburgo.
¿Elites o democracia?
Pero según sus críticos, este "Harvard a la francesa", ha creado una clase dirigente desconectada del pueblo, arrogante, que reproduce un pensamiento único.
Paradojicamente, esta escuela fue creada en 1945 precisamente para democratizar el acceso a la alta función pública.
Inicialmente, logró abrir la administración pública a personas de diferentes orígenes, en lugar de a la antigua aristocracia que tradicionalmente gestionaba el Estado francés.
Pero en las últimas décadas, los estudios han demostrado que su admisión se reduce cada vez más a los hijos de familias adineradas, a menudo las que ya tenían vínculos con la escuela, a pesar de un examen de ingreso abierto a todos y supuestamente meritocrático.
Este jueves, tras calificarse como "profundamente vinculado al modelo meritocrático, a un elitismo republicano", el presidente evocó la necesidad de "cambios (...), en términos de reclutamiento primero", porque el alto servicio civil "no mira" a la sociedad.
El actual director de la escuela, Patrick Gerard, reconoció el miércoles que sólo el 19% de los estudiantes actuales tienen un padre de origen obrero.
"Tenemos que mejorar esto", dijo en una columna del periódico Le Figaro, en la que pedía que la escuela se mantenga abierta.
"ENA, en un contexto de 'chalecos amarillos', se ha convertido en el símbolo de la oligarquía todopoderosa", explica a la AFP Luc Rouban, director de investigación en el instituto Science Po.
La promoción de Macron fue muy crítica con la dirección de la escuela. Al final de sus dos años de estudios de posgrado y experiencia laboral, los graduados escribieron una carta denunciando los métodos de enseñanza y de admisión.
Pero el presidente ha defendido en varias ocasiones la escuela que lo formó, diciendo que había ganado un lugar allí trabajando duro, y no gracias a conexiones. Sus padres eran médicos en la Francia provincial.