Bobigny, Francia | AFP |
Dos personas con armas falsas desataron una ola de pánico este miércoles en el aeropuerto parisino Roissy-Charles de Gaulle, antes de ser arrestadas, según fuentes cercanas a la investigación.
Los pasajeros fueron evacuados de la Terminal 2 durante unos 45 minutos después del incidente que se produjo a las 08H30 horas (07H30 GMT).
Un pasajero había dado la voz de alarma diciendo que había visto "dos adultos que no hablaban francés con armas en un maletín", dijo una fuente.
"Hubo una ola de pánico en la Terminal 2 cuando la gente vio las armas", añadió la fuente.
Una fuente policial dijo que la policía de fronteras había detenido a la pareja. Rápidamente se estableció un perímetro de seguridad.
Según una fuente, las armas eran pistolas “airsoft”, réplicas de las usadas para el deporte.
Dejanos tu comentario
Tras su expulsión, más de cien latinos acampan frente a una alcaldía cerca de París
Saint-Ouen, Francia | AFP | por Marie GIFFARD
Un centenar de latinoamericanos, entre ellos 40 niños, llevan acampados más de una semana frente a la alcaldía de una ciudad cercana a París, con el apoyo de un grupo de voluntarios, tras haber sido expulsados de un edificio que ocupaban.
"La casa okupa Bauer era 'nuestra casa'", explica Chanel Marté Castillo, una dominicana de 40 años. "Cuando llegamos, empezamos a limpiar, a construir. Poco a poco, otras familias llegaban, buscando un sitio. Al final, éramos 150 personas", cuenta. Entre estas, se cuentan colombianos, venezolanos, peruanos, bolivianos o cubanos.
Acompañada de sus cinco hijos y de dos nietos, recuerda cómo se constituyó la comunidad en los nueve últimos meses, en un almacén abandonado, propiedad de la ciudad de Saint-Ouen (50.000 habitantes).
Muchos miembros de esta comunidad afirman que huyeron de la pobreza en sus países. Algunos llevan poco en Francia, pero otros se mudaron hace varios años.
Pero el 30 de julio, en virtud de una decisión de la justicia francesa, los locales y sus ocupantes fueron evacuados.
Desde entonces, 130 personas, incluyendo 40 niños y varias mujeres embarazadas, montan cada noche decenas de tiendas de campaña delante de la alcaldía. A las 06H00 de la mañana tienen que desmontarlas, antes de que llegue la policía.
Bajo una carpa, han formado una cantina que se nutre de las donaciones de los lugareños y que almacena cajas de alimentos y un hornillo en el que dos mujeres asan salchichas. En la carpa también hay bolsas con ropa, juguetes, sofás y unos cuantos colchones en los que se ve a varios hombres durmiendo la siesta.
El jueves por la noche, entre dos vehículos, una madre lava a su bebé, descalzo sobre el asfalto y con la cabeza llena de champú.
"Hay peruanos, bolivianos, dominicanos, cubanos, gente que tiene el asilo político, otros, sin papeles", señala Yamile Millán. Esta colombiana llegó a Francia hace año y medio, sin documentos, y "limpia casas", por la que le pagan "en negro" (no está declarada a la Seguridad Social), como tantos otros que trabajan en el sector de la construcción.
"Nunca había vivido en la calle", confía, con la mirada cansada y sentada sobre unas bolsas. "Reclamamos el derecho a una vivienda digna", lanza.
"Estamos luchando por algo que en nuestros países [...] no tendría ningún resultado, pero aquí sí", afirma Mauricio Gómez, un colombiano, "pastor" de la comunidad. "Sabemos que somos inmigrantes y por la historia, muchas culturas no se han portado muy bien. Tal vez el alcalde no nos conoce, no sabe qué clase de personas somos, pero queremos que nos conozca", asegura.
“Okupas”
Por su parte, la ciudad de Saint-Ouen considera que no le corresponde hacerse cargo de esos "okupas". "En ningún caso ni el alcalde ni su mayoría municipal pueden ser considerados responsables de la situación", defendió el Ayuntamiento en un comunicado enviado a la AFP.
Para el gabinete municipal, la asociación francesa Droit Au Logement (DAL, "Derecho a la vivienda"), "instaló ilegalmente a personas en ese edificio municipal cuyo destino conocía todo el mundo". Allí está prevista la construcción de una escuela, para 2022. "Si bien se tienen que hallar soluciones para esas personas, le corresponde exclusivamente al Estado proporcionarlas", agrega la ciudad, situada en uno de los departamentos más pobres de Francia.
El alcalde, William Delannoy, estima que él debe "aportar soluciones de realojamiento prioritariamente" a los habitantes de Saint-Ouen, "que no entenderían, tras años de espera, que el alcalde diera viviendas a unos colombianos".
"¿Acaso esos 'colombianos' no son habitantes de la ciudad? ¿Es que el alcalde va a seleccionar a sus conciudadanos en función de sus orígenes a partir de ahora?", denunció en un comunicado el partido francés de izquierda radical La France Insoumise.
Por su parte, al ser contactadas por la AFP, las autoridades regionales explican que "se propuso alojamiento en hoteles a 29 familias con niños, a la espera de una solución más definitiva. Para el resto, competiría el sistema del 115 habitual", el número de emergencias sociales en Francia, casi siempre saturado.
“Para poner perros y pagar a gente para que vigile el local, hay dinero. Pero para poner a disposición un gimnasio, no”, critica Aliénor Turpin, una voluntaria de Saint-Ouen.
Dejanos tu comentario
Un París saqueado por las manifestaciones y otro “salvado”
París, Francia | AFP | por Marie GIFFARD
Un restaurante destrozado en los Campos Elíseos, autos incendiados junto a la Torre Eiffel... París parece un campo de batalla en las imágenes de televisión que dieron la vuelta al mundo, pero hay parisinos que nunca vieron a un "chaleco amarillo".
Las escenas del 16 de marzo en París -lanzamiento de adoquines, quioscos y tiendas incendiadas, saqueos, violencia- dañaron la imagen de Francia, primer país turístico del mundo.
Desde hace 4 meses, los "chalecos amarillos" se manifiestan cada sábado en París y el resto de Francia para protestar contra las políticas del presidente Emmanuel Macron.
A un día de la nueva manifestación, el sábado, los Campos Elíseos han perdido esplendor y los comerciantes están cabizbajos. Los trabajadores tratan de sustituir los cristales rotos del aparador de una gran cadena de dulces, y en las vitrinas de otros ya ni siquiera se retiran las planchas de madera protectoras entre sábados.
"¡Es la tercera vez que cambian los cristales!", espeta, cansado, un camarero de un restaurante.
En la esquina de la avenida George V, un búnker de chapas metálicas protege "Fouquet's", el famoso restaurante saqueado y quemado que estará cerrado varios meses.
Carlos, de 70 años, vive cerca. Los sábados, se las "arregla" para no cruzarse con los manifestantes. "Estoy a favor de las manifestaciones, pero las manifestaciones como deben ser. Estos son matones".
Fortaleza
Unos cientos de metros más abajo, los vecinos viven una rutina diferente desde mediados de noviembre. El barrio del Elíseo, el del palacio presidencial, está acordonado durante cada protesta de los "chalecos amarillos".
Los camiones antidisturbios con verjas de varios metros de altura bloquean completamente la entrada a las calles, prohibiendo el acceso a cualquier vehículo o peatón.
Solo los residentes, a través de una pequeña puerta, pueden ingresar en el perímetro, después de presentar sus documentos.
La zona se ha convertido en una fortaleza bajo asedio. El lugar está "desierto", confirma Anne, de 75 años, que vive en la calle Faubourg-Saint-Honoré, donde está el palacio presidencial del Elíseo. "Estamos acorralados, muy protegidos", sonríe.
El asunto no agrada a todo el mundo. Cerca de la plaza de la Concorde, Maya Jovanovic, empleada de una tienda de ropa, admite estar "un poco harta". "Estamos aquí, pero no trabajamos en absoluto. Antes, el sábado era el día más grande, ahora es el más pequeño, parece que no va a terminar nunca...".
Desde los incidentes del 16 de marzo, el ejecutivo ha prohibido cualquier evento en los Campos Elíseos.
“Bajo presión”
El sábado pasado, privados de la gran avenida que tanto aman, los "chalecos amarillos" fueron a parar a otros lugares turísticos.
Christophe, uno de los propietarios del restaurante Chez Prune, en el canal de Saint Martin, fue testigo de la llegada de una "nube de saltamontes", afirma, en referencia a un grupo de vándalos que pasaron como el viento junto a la policía.
Para él, es más de lo mismo. "Hemos tenido de todo", recuerda, citando "los atentados, el coche de policía incendiado en mayo de 2016".
"Nuestra integridad física no está amenazada, pero es constante y doloroso", lamentó Christophe.
Su colega Hervé Pronier, propietario de la Marine, otro bar-restaurante del canal, se considera "afortunado", porque sólo tuvo que cerrar unas pocas horas algunos sábados. "¿Chalecos amarillos? Aquí no los vemos".
Sin embargo, se mantiene informado del curso de las manifestaciones todos los sábados “porque pueden desbordarse en unos minutos”.
Dejanos tu comentario
París mantiene festejos de Fin de Año pese a manifestaciones de “chalecos amarillos”
París, Francia | AFP |
París mantendrá las celebraciones de Nochevieja en los Campos Elíseos a pesar de nuevas protestas antigubernamentales convocadas por los "chalecos amarillos" en la famosa avenida, informaron el jueves las autoridades de la capital francesa.
Tradicionalmente, decenas de miles de turistas y parisinos celebran el Fin de Año en los Campos Elíseos, pero esta avenida ha sido también el epicentro de las protestas que comenzaron hace mes y medio contra el gobierno del presidente Emmanuel Macron.
Pese a que el número de participantes en las protestas ha disminuido drásticamente en todo el país, algunos "chalecos amarillos" han convocado en las redes sociales nuevas manifestaciones para el 31 de diciembre.
Crisis
En Facebook, 7.400 personas afirman que estarán en Nochevieja en los Campos Elíseos para "seguir la lucha pacíficamente y de forma festiva".
Pese a esto, la alcaldía de París dijo que continuará según lo planeado con los preparativos para un espectáculo de fuegos artificiales, luz y sonido en los Campos Elíseos bajo el lema de la "fraternidad".
El movimiento de los "chalecos amarillos" nació en las redes sociales en octubre y generó la peor crisis de la presidencia de Macron, con decenas de miles de personas bloqueando carreteras y protestando en toda Francia.
Macron intentó calmar la crisis a mediados de diciembre anunciando un paquete de medidas de 10.000 millones de euros para ayudar a los pensionistas y a los trabajadores con salario mínimo.
Desde entonces, los “chalecos amarillos” se han dividido entre los moderados -dispuestos a dialogar con el gobierno- y los partidarios de mantener las barricadas.
Dejanos tu comentario
Cineasta brasileño: “Los artistas tenemos miedo” tras triunfo de Bolsonaro
París, Francia | AFP
El cineasta brasileño Fellipe Barbosa dijo este martes en París, donde presenta su último filme, "Domingo", que los artistas de su país sienten "miedo" ante la posibilidad de que el candidato ultraderechista a la presidencia, Jair Bolsonaro, gane la segunda vuelta del 28 de octubre.
Pura coincidencia: el tercer largometraje del director de "Casa Grande" es un amargo fresco de la burguesía brasileña, ambientado el día en que el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva fue investido presidente, el 1 de enero de 2003.
La cinta, codirigida por su compatriota Clara Linhart, refleja a través de una familia acomodada y sus empleados domésticos, la tensión existente entre las clases sociales cuando Lula accedió al poder suscitando desconfianza entre los primeros y esperanza entre los segundos.
Una situación contraria a lo que sucedió precisamente el domingo, cuando Bolsonaro se impuso en la primera vuelta de las elecciones con el 46,03% de los votos frente al izquierdista Fernando Haddad. "Ahora es la izquierda quien teme", dijo por teléfono a la AFP Barbosa.
Y los artistas, muchos de ellos ya movilizados contra el último gobierno del conservador Michel Temer, acusado de dar la espalda a la cultura, también "sentimos miedo", porque Bolsonaro "nos ve como enemigos de Estado, vagabundos que no hacemos nada. Esto nos remite a una época muy siniestra", dijo Barbosa, en alusión a la dictadura brasileña (1964-1985).
Para el director, el triunfo del ultraderechista el domingo se debe en parte a los anhelos de "venganza" de la burguesía, respecto a los gobiernos de Lula y de Dilma Rousseff y a los escándalos de corrupción. "En Brasil hay un odio entre clases y uno de sus motores es la venganza", dijo.
Nacido en el seno de una familia acomodada, Barbosa vuelve a denunciar así a la burguesía brasileña, como ya hizo en "Casa Grande", aunque también en "Gabriel e a montanha", premiado en 2017 con el premio Revelación en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes.
“Se trata de una necesidad de confrontarme a mí mismo. Es, en cierto modo, un ejercicio de culpabilidad”, explicó.