Gradovci, Macedonia | AFP, por Sally MAIRS y Saska CVETKOVSKA.

¿Votará el pueblo de Gradovci a favor del cambio de nombre de Macedonia en el referéndum del próximo domingo? Dusan Nikolovski tiene la respuesta, ya que es su único habitante, testigo de un éxodo desastroso para el pequeño país balcánico.

"Había unas 100 casas y otras tantas familias", recuerda este hombre de 66 años en su patio, desde donde observa las colinas salpicadas de viviendas en ruinas. "Todo se desmorona lentamente. La gente se ha ido".

Gradovci, a unos 30 kilómetros al sur de la capital, Skopie, no es un caso aislado. No hay datos oficiales, "pero numerosos pueblos del oeste de Macedonia y muchas pequeñas ciudades del este se han vaciado", explica la ministra de Justicia, Renata Deskoska.

El fenómeno comenzó durante la era yugoslava, cuando los campesinos se mudaron para trabajar en la industria.

Años después, la gente empezó a emigrar para huir de un desempleo que se sitúa actualmente en el 22% de la población activa y del estancamiento económico.

La cuestión de la participación

En 2012, un informe de la Unión Europea (UE) indicaba que 500.000 macedonios vivían en el extranjero, esto es, más de un cuarto de su población de 2,1 millones de habitantes.

A falta de censo oficial, nadie conoce la situación exacta hoy en día, pero sí se sabe que el éxodo sigue adelante.

Nadie sabe, por tanto, cuántos macedonios continúan en el país para decir si aceptan cambiar el nombre del Estado por el de "Macedonia del Norte". Menos de 3.000 miembros de la diáspora están inscritos en las listas electorales.

Un "sí" confirmaría la voluntad de reconciliación con Grecia para abrir el camino de la integración en la OTAN y de las negociaciones de adhesión a la UE.

La aprobación del cambio de nombre es muy probable, pero la incógnita tiene que ver con la participación. ¿Alcanzará los 900.000 votantes, la mitad del censo electoral?

Muchos explican que votarán "sí" porque consideran el cambio de nombre como una oportunidad para mejorar la economía y recibir fondos de inversión europeos.

"Quiero que Macedonia sea como Suiza", dice Ismi Aziz, un jubilado que regresó a su casa familiar de Kicevo, en el sur del país, después de pasar 33 años en Suiza.

Corrupción y clientelismo

Cuando se le pregunta por la opinión de los jóvenes de su entorno, el septuagenario, miembro de la minoría albanesa, se ríe a carcajadas. "Aquí no hay jóvenes. ¡Se han ido todos!".

El crecimiento del 2,5% en los dos últimos años es insuficiente para compensar el retraso económico, y las élites del país están cansadas por una cultura de clientelismo y de corrupción.

"Todo el mundo consigue su trabajo, su vivienda, en función de su posición política", asegura Sonja Grazdani, una estudiante de medicina de 21 años, que milita a favor de reformar el sistema de salud.

El funcionamiento actual provoca que haya "malos médicos y pacientes con mala salud", afirma la joven, que tiene previsto abandonar el país al final de sus estudios.

Según el cirujano Nikola Brzanov, fundador del Club de los Jóvenes Médicos, al que pertenece Grazdani, 1.200 médicos abandonaron Macedonia en ocho años.

El país tiene un déficit de pediatras, ginecólogos y médicos de urgencias, una crisis que afecta sobre todo a las zonas rurales.

Pero la salud no es el único sector lastrado por la emigración, dice la ministra Deskoska. "Los jóvenes quieren vivir en un país democrático en el que se respeten sus derechos humanos y en el que puedan tener éxito gracias a sus conocimientos. El reto de este Gobierno es construir un sistema atractivo para los jóvenes".

Nikolovski es una excepción. Tras haber trabajado durante mucho tiempo en la construcción en Skopie, volvió a Gradovci hace una década. Allí pesca, cultiva tomates, pimientos, uva, produce su propio vino y su "rakija", el aguardiente artesanal típico de los Balcanes.

El resto del tiempo intenta convencer a sus amigos de infancia de regresar al pueblo para dedicarse al turismo.

Pero para atraer a los jóvenes, "harían falta mejores sueldos", explica. Y una carretera asfaltada, agua corriente, una red eléctrica... Unas obras que exige en vano a la administración. "A este país no le importan sus pueblos. No crean oportunidades", lamenta.

¿Por qué celebra Macedonia un referéndum sobre su nombre?

Es poco frecuente que un país cambie de nombre, menos aún que lo haga para satisfacer la petición de un vecino, en este caso Grecia. ¿Por qué se les pide a los macedonios que acepten designar el Estado como la "República de Macedonia del Norte"?

¿Qué pasará si gana el "no"?

¿Cuál es el problema?

En 1991, Macedonia proclamó su independencia de Yugoslavia. Atenas le negó entonces el derecho a utilizar el nombre de "Macedonia" al considerar que este sólo puede designar su provincia septentrional. Grecia cree el país vecino trata de usurpar su patrimonio, especialmente el de Alejandro Magno, y mantiene ambiciones territoriales ocultas.

Los macedonios entraron en la ONU con el nombre de "Antigua República Yugoslava de Macedonia". El veto griego les cerró las puertas de la OTAN y de la Unión Europea, mientras la derecha nacionalista al poder en Skopie mantenía una línea dura.

En 2017, la llegada al poder de los socialdemócratas, apoyados por los partidos albaneses, cambió la situación. El Gobierno cerró un acuerdo con los griegos en julio para convertir el país en la "República de Macedonia del Norte".

¿Bastará el "sí" para cambiar de nombre?

No. El primer ministro, Zoran Zaev, insiste en el carácter consultivo del referéndum, que se celebra el 30 de septiembre. Su resultado deberá ser validado por el Parlamento, con una mayoría de dos tercios de la que no dispone la coalición gobernante. Se necesitará por tanto el visto bueno de una parte de la derecha (VMRO-DPMNE), que está dividida sobre esta cuestión.

Zaev espera una fuerte participación para un "sí" claro y contundente que lleve a los políticos a aprobar el cambio de nombre. Quedaría entonces un último obstáculo: la ratificación griega.

¿Cuál es el interés para la población?

Aunque se muestran reticentes ante la imposición de un cambio de nombre, muchos macedonios quieren aprovechar esta ocasión para acercarse a la Unión Europea y la OTAN. El "sí" es favorito.

¿Qué pasará si gana el "no"?

El Parlamento puede contradecir el resultado del referéndum consultivo, pero parece poco probable que en ese caso el Gobierno consiga una mayoría parlamentaria de dos tercios. Con un "no", es probable que las puertas de la OTAN y la UE se vuelvan a cerrar.

¿Cambiará el nombre del idioma?

Para muchos macedonios era una línea roja. El acuerdo prevé que su lengua se siga llamando el "macedonio", una victoria para Zoran Zaev.

¿Hay que temer una interferencia rusa?

El secretario estadounidense de Defensa, Jim Mattis, aseguró no tener "ninguna duda" sobre una interferencia rusa en la votación. Zaev dijo, por su parte, que no tenía "ninguna prueba" al respecto.

"No hay duda de que Rusia no tiene ningún interés en que se resuelvan todas esas disputas regionales", opina James Ker-Lindsay, universitario británico especialista en los Balcanes. Pero afirma que no ha visto ninguna señal de interferencia rusa. Y el Kremlin no tiene en Macedonia la misma influencia en la opinión pública que Serbia o Montenegro.

¿Quién hace campaña por el "no"?

Los grandes medios de comunicación públicos han defendido el "sí". Los opositores al acuerdo han lanzado una campaña en las redes sociales "#Bojkotiram" ("boicoteo"). El presidente Gjorge Ivanov, vinculado a la derecha y cuyo poder es sobre todo honorífico, ha anunciado que no participaría en el referéndum.

¿Qué efecto tendrá en los Balcanes?

Zoran Zaev está convencido de que un "no" abriría "un nuevo capítulo de inseguridad e inestabilidad" en los Balcanes. "No cabe duda de que sería un fracaso muy grave para los Balcanes, y también para la región", abunda James Ker-Lindsay.

Una victoria del “sí” demostraría “que los problemas identitarios pueden resolverse mediante acuerdos de este tipo”, asegura el primer ministro.

Dejanos tu comentario