Caracas, Venezuela | AFP
Por Maria Isabel SANCHEZ / Alex VASQUEZ
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, partió este martes sorpresivamente a China para firmar acuerdos comerciales con su mayor aliado, en momentos en que sufre un creciente aislamiento internacional e intenta sacar al país petrolero de la profunda crisis con reformas económicas.
"Voy saliendo para la República Popular China a una visita de Estado muy necesaria, muy oportuna y llena de grandes expectativas (...) para avanzar en los nuevos acuerdos de asociación estratégica en el campo económico, comercial, energético, financiero, tecnológico", dijo Maduro.
Al ser despedido con honores militares en el aeropuerto internacional de Maiquetía -que sirve a Caracas-, el mandatario socialista afirmó que su viaje busca también profundizar las "extraordinarias relaciones políticas" entre ambos países.
"Vamos en unas condiciones mejores, ha sido activado el programa de recuperación económica, crecimiento y prosperidad. Vamos a mejorar, ampliar y profundizar las relaciones con esta gran potencia mundial", agregó en una transmisión de TV en cadena nacional.
Maduro puso en vigor hace tres semanas un plan de reformas económicas ante la grave crisis que atraviesa Venezuela, con una severa escasez de alimentos y medicinas y una hiperinflación que podría superar 1.000.000%, según el FMI.
El mandatario, que sale del país por primera vez desde que denunció haber sufrido un intento de asesinato el 4 de agosto, no precisó cuánto tiempo estará en China. “Nos vemos dentro de unos días con grandes logros”, previó.
Ayuda urgente
Su última visita a China fue en marzo de 2017. El gigante asiático tiene fuertes inversiones en petróleo y es el principal socio financiero de Venezuela, que ha recibido préstamos chinos por unos 50.000 millones de dólares en la última década, pagaderos principalmente con crudo.
De ese monto aún adeuda unos 20.000 millones de dólares, cuyas condiciones de pago, flexibilizadas en 2016, podrían estar sobre la mesa en este viaje que no había sido anunciado previamente.
Esta cuestión es clave ante los graves problemas de liquidez de Venezuela, con apenas 8.300 millones de dólares en reservas internacionales y sin acceso a financiamiento externo por cuenta de las sanciones financieras de Estados Unidos.
El país y su petrolera estatal PDVSA, además, fueron declarados en default parcial en 2017 por pagos atrasados de bonos de deuda.
"Habrá que ver qué acuerdos y financiamiento logran suscribir, pero aparentemente serán relevantes para ayudar sustancialmente al régimen durante los próximos meses", opinó el internacionalista Mariano de Alba.
El pasado 28 de agosto, Maduro firmó siete de 14 acuerdos con empresas petroleras de otros países, con la meta de aumentar en un millón de barriles diarios la deprimida producción de crudo.
Entre las empresas que suscribieron los convenios están la china Shandong Kerui Group y la panameña Helios Petroleum Services, según analistas poco conocidas en el sector energético.
De acuerdo con el gobierno, esas empresas tendrán "toda la seguridad jurídica y facilidades de inversión" para repotenciar a PDVSA.
Venezuela, con las mayores reservas petroleras del mundo y donde el crudo representa 96% de los ingresos, enfrenta una abrupta caída de su producción con cerca de 1,5 millones de barriles por día (mbd), la más baja en 30 años y muy lejos de los 3,2 millones de 2008.
Los acuerdos con China son sensibles ante lo que Caracas denuncia como un "bloqueo financiero" de Estados Unidos, al que vende una tercera parte de su producción petrolera.
Aliados frente al aislamiento
El viaje de Maduro ha estado precedido por una visita de la vicepresidenta Delcy Rodríguez y el ministro de Economía y Finanzas, Simón Zerpa, quienes se reunieron este miércoles con Zheng Jizhe, presidente ejecutivo del Banco de Desarrollo de China, que ha otorgado la mayor parte de los préstamos.
"Repasamos una década de cooperación financiera con China y proyectamos nuevas oportunidades en el marco del programa de recuperación económica", declaró Rodríguez en Pekín.
Como parte de ese plan, Maduro ordenó el aumento del salario mínimo en 3.400%, el control de precios a varios productos básicos, aumentos de impuestos y de la gasolina, y flexibilizó la política cambiaria para atraer inversiones.
Además de China, Maduro tiene como fuerte aliado a Rusia. Ambos gobiernos, además de la cooperación militar y económica, le han dado un espaldarazo tras su reelección en mayo, desconocida por gran parte de la comunidad internacional, con Estados Unidos y la Unión Europea a la cabeza.