Algeciras, España | AFP
Por Laurence Boutreux
Dos meses después de haber recibido con un gran despliegue al "Aquarius", España abrió de nuevo este jueves uno de sus puertos a un buque con migrantes rescatados en el Mediterráneo central pero esta vez de forma más discreta.
El buque "Open Arms", de la oenegé española Proactiva Open Arms, atracó sobre las 09H20 locales (07H20 GMT) en un muelle de San Roque, en la bahía de Algeciras, en el extremo sur de España.
Poco después desembarcaron los 87 migrantes socorridos el 2 de agosto en el Mediterráneo central, constató la AFP. Los 75 hombres adultos y los 12 menores son casi todos originarios de Sudán, según la oenegé.
Rescatados cuando llevaban dos días a la deriva frente a las costas de Libia, estaban "muy sedientos" y "no hubieran podido sobrevivir" un día más, indicó a la prensa el coordinador de operaciones de la oenegé, Gerard Canals.
Proceden del "infierno de Darfur", según la organización, una región del oeste de Sudán devastada por 15 años de guerra civil, y han sido "abusados repetidamente en Libia".
"Esperamos que Europa se posicione y no siga abandonando a los países receptores [de migrantes] como ha estado haciendo hasta ahora porque al final, este abandono lo que lleva es a las políticas o al avance de la ultraderecha que se ha producido ya en Italia", declaró Canals.
Trato sin distinción
Italia solicitó en vano por años ayuda de la Unión Europea para atender las llegadas de migrantes. Ahora, gobernada por una coalición de extrema derecha y antisistema, rehúsa acoger los navíos de las oenegés que patrullan el Mediterráneo para socorrer a migrantes a la deriva.
El nuevo gobierno español del socialista Pedro Sánchez sí ha abierto sus puertos, pero en esta ocasión los rescatados no recibirán permisos especiales como en el caso del "Aquarius" o de las primeras llegadas del mismo "Open Arms", y serán tratados de la misma manera que los otros migrantes sin papeles que llegan a Europa.
"Como han sido rescatados en aguas internacionales y no pretendían llegar a España, se les ha dado una autorización excepcional de 72 horas" pero luego "el tratamiento es igual que si hubieran llegado en patera", según indicó una fuente policial.
"En un espíritu de solidaridad europea", las autoridades francesas anunciaron que acogerán a unos 20 de los 87 migrantes.
España superó este año a Italia y Grecia como primera puerta de acceso a Europa de los migrantes, mayoritariamente africanos, que arriesgan su vida embarcándose en precarias embarcaciones. Más de 24.000 llegaron al país desde enero, según la Organización Internacional para las Migraciones.
A pocos cientos de metros de donde atracó el "Open Arms", las autoridades españolas abrieron recientemente un centro de acogida de migrantes para alojar a los cientos que llegan semanalmente a las costas andaluzas.
Mucho corazón, bolsillo insuficiente
Este crecimiento del flujo migratorio saturó el sistema de acogida de la provincia de Cádiz: algunos migrantes deben dormir en barcas de los guardacostas o en gimnasios.
"Si están necesitados, está bien acogerlos, pero habría que tomar otras medidas porque esto se desborda, son demasiadas personas a las que atender aquí", comentaba el jueves un vecino del puerto, Juan José García Vega, profesor jubilado de 75 años que fue a ver la llegada del "Open Arms".
La polémica por la llegada de migrantes comienza a calentarse en España, a nueve meses de las elecciones municipales y regionales.
El alcalde conservador de Algeciras, José Ignacio Landaluce, del Partido Popular (PP), se mostró el jueves "preocupado" con la idea de que su ciudad, de 125.000 habitantes, se convierta en "el único puerto de acogida" de los servicios de salvamento marítimo y las oenegés.
"Todos nosotros tenemos mucho corazón pero en este este tema también hay que tener cabeza porque no tenemos bolsillo suficiente", dijo el alcalde a la radio Onda Cero, insistiendo en que el principal problema en la zona es atender a los desempleados.
El ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, negó a finales de julio que España se enfrente a una inmigración “masiva”, minimizando el efecto de 24.000 llegadas en un país con más 46 millones de habitantes.