• Ciudad del Este. Agencia Regional.

Testimonios de cuatro mujeres que estuvieron privadas de libertad y hoy trabajan para una multinacional japonesa en el Este. “Conseguir trabajo es difícil y con antecedentes con más razón”, dice una de las trabajadoras.

El 15 de junio del 2015 fue inaugurado un espacio industrial de la multinacional japonesa Fujikura Automotive dentro del Correccional de Mujeres Juana María de Lara de Ciudad del Este. Formaba parte del programa de reinserción laboral del Ministerio de Justicia, entonces a cargo de Sheila Abed. Por primera vez en la región, una instalación fabril llevó complejas máquinas hacia una institución penitenciaria para que, desde allí, las internas puedan tener una ocupación remunerada y ser parte de la cadena productiva.

El plan era crear dentro de la cárcel puestos laborales para las internas y una vez que recuperen su libertad, sean reinsertadas en la planta principal de la empresa, ubicada en la Zona Franca Global de Ciudad del Este. La multinacional produce cableados eléctricos para el mercado brasileño. Es la industria con mayor número de trabajadores en Alto Paraná.

La experiencia se inició en forma gradual y la capacidad es de veinte internas. Las mismas son capacitadas previamente para luego ingresar a trabajar a la firma industrial que montó un espacio conocido como Cárcel Industrial de Ciudad del Este. Pasaron cinco años y la experiencia se mantiene. Hoy son cinco las mujeres que, después de haber recuperado su libertad, siguen trabajando en la firma, pero ya en su planta de la Zona Franca, produciendo cableados eléctricos para automóviles.

La Nación conversó con cuatro de ellas y la coincidencia inapelable es que el trabajo y la libertad son lo más preciado para las mismas. Todas fueron condenadas por la Ley 1340.

APROVECHAR LA OPORTUNIDAD

“Un día me allanaron la casa y fui a la cárcel, estuve un año y cinco meses dentro, trabajé en Fujikura, salí, ya serán dos años de libertad y hace 18 meses que estoy aquí en la planta principal. Tengo un puesto de trabajo tranquilo, seguro, estoy bien con mis hijos”, relató María Juana Villaverde, de 35 años. “Sufrí mucho”, dijo al tiempo de recordar que había perdido a su marido y quedó con tres hijos. Se reconoce fuerte, ya que en medio de cableados está en la última etapa de su embarazo a la espera del cuarto hijo.

Asimismo, mencionó que fue la directora de entones de la penitenciaría quien le explicó sobre el trabajo existente en la fábrica montada dentro de la cárcel y a la que ingresó tras ser entrevistada por el personal técnico de la empresa. Dos meses después de recuperar su libertad la llamaron para que continúe en la misma industria, pero ya en la fábrica misma.

“Encontrar un trabajo es bueno, me dieron esa oportunidad y estoy acá, les diría a las personas que tropezaron como yo que valoren su trabajo y su libertad. Al estar en la cárcel vi a unas cuantas chicas trabajando allí, todas muy guapas, con lágrimas observaba eso y hasta ahí nomás...”, expresó María Juana, con la voz entrecortada al no poder resistir emocionarse.

ERA MUY JOVEN Y CAÍ MUY RÁPIDO”

Blásida, de 27 años, llevaba ya seis años en la cárcel cuando ingresó a la fábrica de cableados en su local dentro del penal de Ciudad del Este y cuatro meses después recuperó su libertad. Volvió con sus padres, fue a trabajar al centro comercial y luego logró reingresar a la firma industrial.

“Yo fui la que esperó más tiempo para venir acá a la empresa. No tuve muchos contactos, fui a trabajar en el centro primero, allí hablé con una ex compañera de Fujikura en la cárcel, ella habló con los de RRHH y a partir de eso ya se encaminó todo”, relató la trabajadora.

Consultada sobre el hecho que la hizo parar en la cárcel, mencionó que su idea fue ir a España y detrás de eso terminó cayendo en lo que no debía.

“Quería ir a España muy joven en realidad, me dieron esa supuesta posibilidad y caí muy rápido, sin pensar dos veces y no me salió”, relató y sobre su realidad actual dijo que “es muy bueno trabajar en un lugar donde podamos recibir un salario”. En cuanto a la tentación de reincidir, sostuvo que si uno aprendió sobre lo que está mal y el valor de la libertad no puede volver a lo mismo.

Victoria, de 43 años, cuenta cómo fue su ingreso. “Yo estaba en la casa cuando la policía allanó, el abogado llevó la plata y me hicieron pasar a la cárcel. Estuve allá 3 años y 3 meses, a los un año y medio ingresé a Fujikura y todas estamos acá porque tuvimos buena conducta dentro, solo con buena conducta se podía ingresar a Fujikura de la cárcel”, refirió la trabajadora.

Añadió que sus hijos quedaron con sus padres, pero que sabía que nunca sería igual a que estuvieran con su madre. “Perdí todo, la casa, menos mi familia, mis hijos y mi marido siempre estuvieron conmigo. Fue duro, pero estamos de pie”, dijo Victoria. Fue la que más rápido se reincorporó a la fábrica tras quedar libre, ya que a los tres días ya la llamaron de la empresa.

“Al comienzo no quise venir porque tenía miedo de que se burlaran de mí, tenía vergüenza por todo lo que ya pasé allá, ya soy una señora, pensaba que me iban a apuntar, me iban a discriminar y no es así, nos tratan muy bien”, asegura.

Fabiola, de 32 años y 2 hijos, ya lleva tres años y un mes trabajando en la fábrica después de haber estado casi cinco años en la cárcel. A los dos años y ocho meses de estar en prisión ingresó al local de Fujikura, en el segundo grupo de mujeres. A las semanas de quedar libre, la llamaron de la empresa fabril para que ingresara a trabajar. “Hablé con la gente de RRHH, me hicieron la entrevista y al día siguiente ya empecé. Pensando en mi hijo y en mi mamá hice mucho esfuerzo y estoy cuidando mi trabajo, es muy difícil conseguir trabajo y con más razón con antecedentes, no te aceptan en ninguna parte”, sostuvo Fabiola.

Narró además que su madre quedó al cuidado de sus hijos y cuando empezó a trabajar en la cárcel ayudó a la manutención de la casa y al estudio de los niños desde la cárcel. “Ella era la única visita que tenía”, dijo con cierta tristeza, recordando el tiempo amargo que pasó, pero teniendo a su madre a su lado. “Mediante mi trabajo pude limpiar mi nombre, comprar las cosas que a mi mamá le hacían falta, ella casi vendió todo para que yo salga en libertad, me ayuda mucho este trabajo hasta ahora”, contó Fabiola a La Nación.

EL PLAN TIENE DESERCIONES POR REINCIDENCIA

Desde que se inició el proyecto en junio del 2015, 19 mujeres que estuvieron en la cárcel e ingresaron a Fujikura estando allí, luego reingresaron a la fábrica ya en su planta de la Zona Franca Global.

Por reincidencia, de las 19 volvieron a la penitenciaría cinco; otras renunciaron por búsqueda de más opciones laborales como emprender sus propios negocios. Dos fueron desvinculadas porque no se adaptaron a las exigencias laborales, según Cintia Cabrera, del departamento de Recursos Humanos de Fujikura.

El plan ya no contempla la contratación de personas que desertaron por reincidencia en los delitos.

En la cárcel son veinte las internas que están en el local de la fábrica. El objetivo inicial era contar con una plaza para 90 internas.

No obstante, se anunció la inauguración de reformas en el penal de mujeres, donde se construyó una sala más grande para la instalación de Fujikura y donde aumentaría la cantidad de internas.

La directora interina del Correccional de Mujeres Juana María de Lara, abogada Claudia Riveros, informó que hasta la semana pasada la población penal era de 82 mujeres.

Nota de la Redacción. No todos los nombres que aparecen son reales, atendiendo el pedido de las entrevistadas de permanecer en el anonimato.

Local de la multinacional dentro de la penitenciaría de mujeres en Ciudad del Este.
En la cárcel son veinte las internas que están en el local de la fábrica.
Cintia Cabrera, RRHH de Fujikura.
Claudia Riveros, directora del correccional.

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