Es uno de los últimos fenómenos del cine, un héroe mundial que se funde incansablemente con las locuras de sus personajes sin importar el paso del tiempo. Pero, ¿quién conoce realmente a Tom Cruise? Desde hace dos años, este actor necesitado de adrenalina no deja filtrar nada de su vida personal. Cuando la estrella de “Misión imposible” aparece en público es siempre para promover sus últimos saltos al vacío o sus bandazos en moto, siempre realizados sin doble.
El domingo, al actor de 62 años se le espera en el Estadio de Francia para un número de alto voltaje en la clausura de los Juegos Olímpicos de París-2024. Su actuación difumina todavía más la frontera entre su imagen y la de los personajes que encarna: el agente secreto Ethan Hunt, el policía militar Jack Reacher o el piloto de combate Pete Mitchell.
Durante el rodaje de “Top Gun: Maverick”, su último éxito planetario producido a bordo de verdaderos aviones de combate, Tom Cruise “quería volar siempre más bajo”, explicó su realizador, Joseph Kosinski, a la AFP en 2022. Aunque pasan los años, Tom Cruise se mantiene en un buen estado de forma sorprendente. Película tras película, solo su nombre permite ya desafiar en tanquilla a las grandes franquicias de superhéroes.
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Fervor por la cienciología
El actor asegura inspirarse en el octogenario Harrison Ford. “Espero hacer todavía películas de Misión Imposible a su edad”, dijo el año pasado al diario Sydney Morning Herald. Pero no siempre su carrera estuvo marcada por trepidantes y frenéticas tramas. Descubierto en “Negocios riesgosos” (1983), una comedia romántica en la que se pavonea sin pantalones al ritmo de “Old time rock and roll”, Tom Cruise era un actor todoterreno.
Un joven empresario abrumado por el autismo de su hermano en “Rain Man”, un veterano depresivo de Vietnam en una autocaravana en “Nacido el 4 de julio”, un marido desestabilizado por los deseos de Nicole Kidman -su mujer entonces en la pantalla y en la vida real- en “Ojos bien cerrados”... Durante mucho tiempo, incluso después de su debut en la saga “Misión Imposible” en 1996, el actor diversificó su carrera.
Estuvo nominado para los Óscar en tres ocasiones, sin jamás llevarse la estatuilla. Pero en los años 2000 su imagen se enturbió por algunos errores mediáticos y su fervor por la cienciología, una organización controvertida, aceptada como religión en Estados Unidos pero considerada como una secta en países como Francia.
En 2005, una aparición en el programa de Oprah Winfrey, donde salta varias veces en el sofá con una risa maníaca y profesa su amor por la jovencísima Katie Holmes, lo convierte en un personaje excéntrico en Hollywood. Los estudios Paramount, escaldados también por la poca facturación de sus películas en cine, se separa de él.
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Silencio
El actor salió del entuerto reduciendo al mínimo sus intervenciones públicas y apostando todo a la acción. La apuesta resultó exitosa: volvió a Paramount y ahora es incluso alabado como el salvador de Hollywood después de que la segunda secuela de “Top Gun” se convirtiera en un maná para las salas después de la pandemia.
Introducido en la cienciología por su primera mujer, Mimi Rogers, Cruise evita ahora tocar el tema. Su implicación en la clausura de los Juegos irrita a algunas asociaciones, también porque la controvertida organización se ha mostrado muy presente en el evento repartiendo, por ejemplo, panfletos antidroga a dos pasos del Estadio de Francia.
“El simple hecho de que evoquemos su presencia es un insulto a las víctimas. Es realmente un mal mensaje”, afirma Catherine Katz, presidente de la asociación Unadfi de defensa de las víctimas de sectas. Entregado a las acrobacias y la acción trepdiante, el actor no deja resquicios para las críticas. De su vida personal solo se conoce el pasado lejano, previo al divorcio de Katie Holmes en 2012.
Su infancia fue turbulenta con el divorcio de sus padres y una quincena de cambios de escuela antes de la adolescencia. Antes de optar por la actuación se planteó ser sacerdote católico. De la actualidad, solo se sabe que dispone de residencias en Florida e Inglaterra. Cada Navidad manda pasteles de chocolate blanco y coco a las celebridades que juzga dignas de interés.
Su silencio es “una apuesta de que el simple hecho de ser Tom Cruise (...) es un atractivo suficiente para que la gente mire sus películas”, remarcaba recientemente The New York Times. “Y últimamente, tiene razón la mayor parte del tiempo”.
Fuente: AFP.