A los 84 años, a consecuencia de un cáncer de hígado, el pasado viernes 5 de agosto falleció Issey Miyake; así lo confirmaron diversos medios internacionales. Se trata del prestigioso diseñador de moda japonés que nació en Hiroshima en 1938; quien al estar en la escuela, a la edad de siete años fue testigo de la caída de la bomba en la ciudad.
Este hecho marcó para siempre su vida, ya que el trágico suceso le produjo una cojera y tiempo más tarde perdió a su madre, como resultado de la exposición a la radiación. Él siempre se negó a hablar de lo acontecido, porque no quería que lo reconocieran como “el diseñador que sobrevivió a la bomba atómica”.
Sin embargo, en algunas ocasiones manifestó que todavía recordaba el sonido de aquella explosión y personas corriendo en las calles, según publicaciones de portales especializados en celebridades.
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De pequeño Miyake quería ser bailarín o atleta, pero luego de leer revistas que eran propiedad de su hermana se despertó un deseo por lo desconocido, con la posibilidad de incursionar en el mundo de la creatividad, por lo que luego estudió diseño gráfico en una universidad Arte Tama de Tokio.
En 1965 se trasladó a París e ingresó a la renombrada escuela de sastrería y confección École de la Chambre Syndicale de la Couture Parisienne, donde finalmente trabajó con reconocidas figuras de la moda como: Guy Laroche y Hubert de Givenchy antes de irse a Nueva York.
En 1970 regresó a Japón y fundó el Estudio de Diseño Miyake, donde se originaron sus creaciones más características con siluetas que fusionaban el vanguardismo y los tejidos plisados. Propuestas que mezclaban tendencias de Oriente y Occidente.
Pero no fue hasta la década de los 80 en la que logró gran fama a nivel internacional, gracias a sus creaciones exóticas y originales; y el tradicional suéter negro de cuello alto, una prenda identificada casi exclusivamente con Steve Jobs. Además de su delicada línea de fragancias, siendo la primera, L’Eau d’Issey lanzada en 1992.
Según lo informado por CNN, actualmente sus diseños se conservan en instituciones como el Victoria and Albert Museum de Londres, el Museo de Arte Moderno de Nueva York y el Museo de Arte de Filadelfia, por lo que se destaca que Issey Miyake se mantuvo fiel hasta el final al oficio de modisto que había aprendido de joven.
En una entrevista concedida a la cadena en 2016 había expresado: “La tecnología es valiosa en un mundo con recursos decrecientes en cuanto a la disminución de los residuos y la facilitación de la producción en masa, pero nunca podemos perder de vista el poder del toque de las manos humanas”.