El cantante colombiano Sebastián Yatra vibró con miles de personas en la Secretaría Nacional de Deportes (SND - Arena), ayer domingo. Entre los asistentes, se encontraba una pequeña fanática de Yatra que fue con la ilusión de cumplir el sueño de estar cerca del intérprete de “Traicionera”.
Fue su madre, Dalma Páez, quien a través de su cuenta de Twitter contó cómo fue que Yatra cumplió el sueño de su hija de 6 años, Ainhoa. “Así llegábamos al concierto, teníamos un fuerte presentimiento de que sería nuestra noche”, escribió Páez acompañado de una imagen donde se ve a su hija con un cartel que decía: “¿Me subís al escenario? Soy Ainhoa y tengo 6 años”.
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Al relato adjuntó varios videos donde se la ve coreando con mucha alegría todas las canciones del colombiano. En una de ellas, Yatra comenzó a entonar el tema “Dharma”, fue cuando no pudo evitar ver a la niña e inmediatamente le prestó el micrófono, ella, entre lágrimas, hizo un dúo con el reguetonero. No le bastó con que canten juntos, además la subió al escenario y terminaron bailando juntos el mismo tema.
En otro tuit, Dalma recordó mediante un video cómo su hija cantaba desde muy chica las canciones del artista, y con emoción aseguró que los “sueños se cumplen”. “Ainhoa canta las canciones de Yatra desde muy pequeña, cuando tenía 3 años ya había ido a la Expo. De cantar en el baño y con un cepillo de micrófono pasamos a ser dúo de Yatra. Los sueños se cumplen”, finalizó.
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Venden tabla con los Diez Mandamientos por USD 5 millones
Una tabla de mármol presentada por Sotheby’s como la más antigua del mundo grabada con los Diez Mandamientos se vendió por más de 5 millones de dólares, anunció la casa de subastas neoyorquina, a pesar de las dudas sobre su autenticidad. Tras una puja que duró varios minutos en la sede de la empresa, el objeto de 52 kilos, que Sotheby’s cree que data de entre los años 300 y 800 d.C., durante el periodo romano bizantino, se vendió por 4,2 millones de dólares, o 5.004.000 dólares con tasas incluidas.
Sotheby’s había estimado el precio entre 1 y 2 millones de dólares. Descubierta en 1913 durante unas excavaciones para la construcción de un ferrocarril en lo que hoy es Israel, la tablilla lleva inscritos en alfabeto paleohebreo los versículos de nueve de los Diez Mandamientos que aparecen en la Biblia y la Torá.
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“La persona que la desenterró no se dio cuenta de su importancia y se la llevó a casa para utilizarla como pavimento. Permaneció allí unos treinta años, hasta que un arqueólogo residente en Israel, el doctor Jacob Kaplan, reconoció su importancia y la compró”, explicó a la AFP Sharon Liberman Mintz, especialista en textos judíos de Sotheby’s Nueva York, durante una presentación de la pieza a principios de diciembre.
La piedra pasó después por el Museo de la Torá de Brooklyn, antes de ser adquirida por un coleccionista privado, su último propietario antes de la venta. Según la especialista de Sotheby’s, “no existe ninguna otra piedra de este tipo en manos privadas (...) todas las demás piezas son pequeños fragmentos” y se encuentran en museos.
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Antes de la venta, otros expertos citados por The New York Times pedían cautela ante la dificultad de autentificar un objeto de este tipo. “Los objetos de esta región están plagados de falsificaciones”, dijo Brian Daniels, director de investigación del Penn Cultural Heritage Center de Filadelfia, aunque opinó que éste podría ser “auténtico”.
“No hay forma de saber” la antigüedad de la tabla, añadió Christopher Rollston, presidente del Departamento de Lenguas y Civilizaciones Clásicas y de Oriente Próximo de la Universidad George Washington. En su comunicado anunciando el resultado de la venta, Sotheby’s señaló que “este objeto histórico ha sido estudiado por destacados especialistas en la materia y citado en numerosos artículos y libros académicos, el más reciente de los cuales se publicó a principios de este año”.
Fuente: AFP.
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Paraguay en la historia: se cumplen 32 años del hallazgo del “Archivo del Terror”
Este domingo 22 de diciembre se cumplen 32 años del hallazgo histórico del “Archivo del Terror”, una increíble colección de documentos de alto valor político y social, no solo para Paraguay, sino para toda América Latina y el mundo; ya que testimoniaban las atrocidades de una de las dictaduras más extensas del continente y sus tentáculos regionales a través del perverso Plan Cóndor.
Paraguay vivía los primeros años de transición democrática tras el régimen del general Alfredo Stroessner, que cayó por un golpe militar entre el 2 y 3 de febrero de 1989, tras estar en el poder desde 1954. Transcurrieron pocos meses desde la promulgación de la nueva Constitución Nacional, el 20 de junio de 1992, que recuperaba herramientas de justicia y derechos largamente esperados por el pueblo, como el habeas corpus, una garantía que permitiría, finalmente, exigir respuestas del Estado.
En medio de esa coyuntura, se erigía la figura de un hombre que llevaba años de búsqueda incansable detrás de los documentos de la dictadura: quien en vida fuera Martín Almada (1937-2024). Educador, abogado y defensor de los derechos humanos, luchó incansablemente por la reivindicación de las víctimas del totalitarismo militar y político.
Si bien su objetivo era personal, este trascendía su propia historia puesto que quería saber qué había ocurrido con su esposa Celestina Pérez, quien murió en circunstancias no esclarecidas durante el gobierno de Stroessner; el 5 de diciembre de 1974, a los 33 años, en el local del Instituto Juan Bautista Alberdi, en San Lorenzo. La mujer sufrió un infarto luego de decirle que su marido había muerto, tras varias llamadas en que le hicieron escuchar las sesiones de tortura, y no recibió atención médica por temor a represalias de los doctores para acercarse al instituto.
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Un plano inesperado
Martín Almada Inició su búsqueda para descubrir qué datos había y dónde los tenía el gobierno derrocado. Comenzó una investigación solitaria que, a base de paciencia, persistencia, resistencia y recortes de periódicos, desembocaría en uno de los hallazgos más impactantes de la historia.
Las pistas más concretas llegaron de forma hasta inesperada. El propio Almada relató, años más tarde, que mientras se encontraba gestionando su pedido judicial para acceder a documentos policiales, una mujer se le acercó, le entregó un plano y le aseguró que lo que buscaba no estaba en Asunción, sino en un depósito fuera de la capital.
Con esta información clave, Almada recurrió directamente al Poder Judicial. Los jueces José Agustín Fernández, actual camarista, junto al magistrado Luis María Benítez Riera, actual presidente de la Corte Suprema de Justicia, encabezaron el operativo.
El martes 22 de diciembre de 1992, a las 11:00, el equipo se dirigió a la sede del Departamento de Producción de la Policía Nación, en la ciudad de Lambaré. Nadie esperaba encontrarse con tamaña situación, que en definitiva superó ampliamente cualquier expectativa. Intentaron allanar la comisaría, pero primero hubo una negativa por parte de un agente policial, pero a esas alturas ya asomaba el inevitable hallazgo y, amparados en la ley, los jueces ingresaron al lugar.
Una montaña de pruebas
Lo que se encontraron era estremecedor e impactante: montañas de documentos, fichas, fotografías y archivos, amontonados y olvidados en una habitación de unos cinco por cinco metros, con pilas de papeles que alcanzaban los dos metros de altura. En el patio, parte de la documentación había sido enterrada raudamente.
Las primeras revisiones de aquello que nadie se imaginaba que podría existir, al menos no en esa envergadura, revelaron el alcance del descubrimiento. Se trataban nada más y nada menos que de 300 metros lineales de documentación, producida entre 1930 y 1992, en su mayoría correspondiente a los 35 años de la dictadura estronista (1954-1989).
Entre los documentos figuraban: fichas prontuariales con datos de opositores políticos, fotografías de detenidos al momento de su captura, algunas en evidente contradicción con las versiones oficiales de resistencia violenta, declaraciones obtenidas bajo tortura, grabaciones de conversaciones telefónicas “pinchadas”, materiales incautados en allanamientos domiciliarios, información de inteligencia sobre organizaciones políticas, culturales y sociales, etcétera.
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Justicia, memoria y verdad
Tamaño acervo documental servía de radiografía de la brutalidad del régimen, pero también evidenció la coordinación represiva a nivel continental: la famosa operación Cóndor. Los documentos confirmaron la existencia de una red clandestina que operaba entre Paraguay, Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, de manera conjunta y sistemática, para el secuestro, tortura, intercambio y desaparición de presos políticos. Con el tiempo, el “Archivo del Terror” se convirtió en un testimonio clave para la justicia, reivindicación y fortalecimiento del “nunca más”.
En 1993 se creó el Centro de Documentación y Archivo para la Defensa de los Derechos Humanos, con apoyo de la Unesco, que años más tarde digitalizó los archivos y facilitó su acceso al público. En 2009, el “Archivo del Terror” fue inscrito en el Registro Internacional de la Memoria del Mundo de la Unesco y, en 2011, en el Registro Regional para América Latina y el Caribe.
El hallazgo del “Archivo del Terror” no fue solo el resultado de una búsqueda personal de Martín Almada, sino que fue un acto de justicia, memoria y verdad. Estos documentos, preservados actualmente en el Museo de la Justicia y Centro de Documentación y Archivo en el Poder Judicial de Asunción, constituyen un legado invaluable. Estos documentos son una advertencia de lo que puede suceder cuando el poder absoluto no encuentra límites y un recordatorio para las nuevas generaciones sobre la necesidad de defender siempre la democracia, la libertad y los derechos humanos.
El ahora miembro de un Tribunal de Apelación Penal, José Agustín Fernández, explicó que el hecho tuvo una significación para procesos de violación de derechos humanos en Paraguay, para el uso del habeas data, para las indemnizaciones y, fundamentalmente, para procesos vinculados con la operación Cóndor. “Hoy lo que hacemos es reivindicar el derecho a la verdad, la verdad que es una tarea, un trabajo que hay que hacer para resignificar el presente”, señaló el magistrado, reconociendo que el propio Estado es lento y “poco generoso” para la reivindicación de las víctimas del régimen.
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Egreso de 5.000 policías en el SND Arena
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Grupo Transparencia en concierto, un regreso muy esperado por estilo y propuesta
Ciudad del Este. Agencia Regional.
El final del año trae consigo a la capital de Alto Paraná un cierre de mucho contenido en voces, música, creaciones y armonía. El Grupo Transparencia, dirigido por el maestro Eduardo Riveros, regresa después de muchos años para recordar por qué marcaron presencia en mucha gente que gusta del arte.
Jóvenes que propusieron una esencia distinta en el canto, vuelven como regalo anticipado de Navidad, para mostrar que el talento, con los años, se hace más potente. Un local gastronómico (Ricca Piza) perteneciente a quien también fue parte del Coro Transparencia (Inicialmente fue un coro), se convertirá en el escenario del concierto, mañana miércoles desde las 21:00.
“Hay un público especial, y hay artistas distintos. Y en esa sintonía, seremos un puñado tal vez. Y es bueno que sea así”, refiere Eduardo Riveros, sobre el concierto. “Siempre la gente me dice, cómo hace falta un evento que marque diferencia por propuesta y estilo. Bueno, esta es una” agregó. Son escritos que fue compartiendo en redes sociales.
Yeimi Noelia El Nagid, Nidia Vera, Teresa Villalba, Consuelo Ortiz, Soeli Rolón, Ada Rolón, Gladys Paiva, Leticia Vera entre otros, serán los artistas del Grupo Transparencia en concierto.
Estarán como invitados Lis y Javier, que junto a Eduardo Silva son Acorde Esencial. Son artistas que llegaron a destacarse y ganar en diferentes modalidades, en los festivales más importante del país. Elsa Bernal, es otra artista que se sumará al regreso esperado.
Algunos de los temas a ser escuchados serán: “Creceremos”, “Soy pan, soy paz, soy más”, “Kane´o”, “Río de los pájaros”, entre muchos otros que fueron emblemáticos en el repertorio del grupo y otras creaciones nuevas del profesor Eduardo Riveros.
El músico contó a La Nación/Nación Media que, al analizar, encuentra que “es un concierto que no le debe nada a nadie, quizás un poco más de soporte técnico, o instrumental más acorde a la propuesta temática, pero a veces, con una guitarra se escucha mejor la idea de una canción”.
“Vamos a tener un momento que, creo, será muy emotivo, presentaremos los temas clásicos de toda la vida y escogimos algunas nuevas que, sin perder la esencia, están muy cercanas y mezcladas con las que siempre hicimos. Estamos muy entusiasmados por ofrecer un momento lindo, ante un público que es fiel y que respondió siempre”, concluyó el músico.
Breve historia del grupo
El grupo se inició como coro en 1988, en plena dictadura stronista, luego ya en la era democrática, en 1993 se convirtió en un quinteto y, finalmente quedó como Grupo Transparencia. Uno de los recuerdos de mucha emoción para sus integrantes fue cuando el grupo participó del emblemático Festival del Takuare´e, en la ciudad de Guarambaré.
Ganó el festival internacional, como tal volvió a participar de la segunda noche y, a pedido del público, cantaron de nuevo en la tercera noche, ya con artistas internacionales. Todo ese trabajo estuvo marcado siempre por los acordes del músico Eduardo Riveros.
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