El periodista argentino Daniel Malnatti confesó, en una nota para el portal de TN, que se llevó los saleros de la mesa de Mirtha Legrand de recuerdo y luego los vendió en una conocida página de internet.
Según explicó, los saleros estuvieron en su cocina por mucho tiempo. “De vez en cuando los levantaba para pasar un trapo por abajo y enseguida los volvía a posar más o menos en el mismo lugar. Un día estaba tirando especias y cosas vencidas en frascos viejos y ahí estaban los saleros”, contó el periodista.
En su crónica comentó que una tarde vio los saleros y se dijo a sí mismo “tengo que hacer algo con ellos”. “Soy hipertenso y no los necesitaba. Los bajé de la alacena, les saqué fotos y los ofrecí en Mercado Libre a todo aquel que pudiera pagar 18.821 pesos por cada uno. Los vendí en un par de meses”, añadió.
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Malnatti recordó que para la venta escribió un ingenioso mensaje en la plataforma. “Sentite Melconián, López Murphi o Dani La Chepi con solo sentarte a tu mesa. Sorprendé a tus amigos condimentando una entraña con un salero notable. Enredá a tu cita de Tinder mencionando como quien no quiere la cosa que fuiste a lo de Mirtha porque sos infectólogo/a o especialista en algo. Compra un salero”, decía el anuncio.
Según lo relatado uno de ellos lo adquirió en el 2017, el otro es de la temporada 2021. “Es importante mencionar que el primero de ellos me ha sido adjudicado en uno de los programas que conducía Mirtha Legrand en persona, mientras que el segundo lo obtuve durante la administración de Juana Viale”, expresó.
“En la última pausa del programa me preguntó así como al pasar mientras hablaba con otro: ‘¿te llevás el salero?’. Cuando yo respondí que sí, ella guiñó un ojo en forma casi imperceptible en clara alusión a que no iba a hacer nada por impedirlo y que tenía vía libre para hacerme de él”, recordó.
Daniel Malnatti, también contó que hizo con el dinero de la venta de los saleros de Mirtha Legrand: “Con esos 37.642 pesos, en homenaje a Federico Peralta Ramos quien en 1991 gastó tres mil dólares de la beca Guggenheim en una cena en el Alvear, invité a comer a todos mis amigos del grupo de WhatsApp de la secundaria. Comimos pastas en la trattoria de mi amigo Adrián Francolini en la calle Gorriti, quien además nos hizo precio. La pasamos realmente bien”.
Sin duda, estos diminutos saleros blancos con las iniciales doradas forman parte de la historia del ciclo de programas de la “Diva de los almuerzos”, y siguen causando sensación por más de que pasen los años.