“¿Cómo se desdibujan los límites de los estilos? ¿Cómo unir la tradición europea con el alma sudamericana? Esta búsqueda, esta exploración se ha convertido en algo especialmente valioso para mí”, cuenta el artista ruso residente hace poco más de un año en nuestro país, quien destaca el permanente verano de nuestro clima, la calidez de la gente y el transcurrir más lento de la vida cotidiana.

“La elección del país para una nueva etapa de mi vida no fue casual”, asegura Nikolay Khaydarov, el muy buen pintor ruso decidido a abordar el paisaje y el retrato de nuestra gente. Con 35 años, desde hace poco más de un año, enero de 2024, eligió Paraguay para residir. “Soñaba con estar en un lugar donde el verano no fuera solo una estación, sino un estado permanente del alma. Desde mis tiempos en la uni­versidad quería estar en Amé­rica Latina, que en mi imagi­nación era un mundo secreto”, señala.

Aquí quedó fascinado con la luz y el color: “Aquí todo parece diferente: las sombras adquie­ren nuevos matices, el cielo juega con colores inesperados y el verdor brilla bajo el sol con una gama especial con la que no había tenido experiencia antes de mi llegada. Pero es precisamente este nuevo len­guaje del color el que descubro con alegría y trato de plasmar en mis pinturas”, apunta.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

“Decidí unir estos dos mun­dos: la tradición paraguaya y mi percepción rusa del tiempo y la realidad. Esta combinación es un caleidoscopio de dos cul­turas, un diálogo que genera nuevos significados. Ahora me sirve como fuente de inspira­ción y punto de partida para la creación de una serie de nuevas pinturas, que pronto tendré el placer de mostrar”, expone.

Aquí su charla con La Nación del Finde:

Los motivos florales ocupan un sitio de preferencia en su bagaje pictórico

–¿Dé qué ciudad sos?, ¿cómo llegaste a Paraguay? y ¿por qué elegiste quedarte un tiempo aquí?

–Soy originario de una pequeña y pintoresca ciu­dad turística de Rusia: Gelen­dzhik, un rincón a orillas del mar Negro que siempre me ha inspirado con su atmós­fera soleada, su clima suave y su cercanía a la naturaleza. Elegí Paraguay porque este país posee una atmósfera especial de libertad, tranqui­lidad y armonía con la natu­raleza. Aquí el tiempo fluye de manera diferente, sin el aje­treo y el estrés de las grandes ciudades, lo que crea las con­diciones ideales para el auto­conocimiento. Aquí entiendo que la felicidad está en la tran­quilidad.

FUENTES

–Se ve que sos un pintor muy versátil. ¿Cómo calificarías tu estilo?

–Mi estilo artístico se basa en la escuela clásica realista de la pintura rusa. Esta dirección se ha arraigado profundamente en mi enfoque creativo gra­cias a la formación artística fundamental que recibí en la principal institución de arte de Rusia: el Instituto Estatal Académico de Arte VI Suríkov en Moscú. Estudiando en la Facultad de Arte Contemporá­neo, comprendí la importancia de la base académica y la maes­tría, pero al mismo tiempo bus­caba reinterpretarlas a través del prisma de las tendencias modernas. Esta combinación de clásico y exploración artís­tica actual se convirtió en la base de mi filosofía artística y definió mi estilo.

–¿Cuáles son tus búsquedas pictóricas hoy en día?

–Me inspira el lugar donde me encuentro. Ahora estoy comenzando a trabajar en un gran proyecto dedicado a mi percepción de la realidad a tra­vés de la interconexión de ele­mentos del arte popular. Siem­pre he buscado nuevas formas de mirar el mundo y mi viaje me llevó a Paraguay, donde des­cubrí el ñandutí, un bordado tradicional similar a una tela­raña de luz, a través de la cual se puede vislumbrar la esencia misma de la naturaleza.

–¿Qué rol juega el color en tu obra?

–Al llegar me deslumbró lite­ralmente la abundancia de colores y su intensidad en comparación con los tonos familiares. Este contraste me conmovió profundamente, haciéndome ver el color y su influencia en la percepción del mundo de una manera com­pletamente nueva. Ahora estoy reinterpretando lo que he visto: la audacia y apertura de los colores, presentes tanto en la naturaleza de Paraguay como en su entorno urbano, sorprenden por su expresivi­dad. El color aquí está vivo, es intenso, dicta el ritmo y el estado de ánimo, y su fuerza se refleja invariablemente en la visión del artista. Además, el color siempre representa emo­ciones y estados de ánimo, y muchos artistas centran su atención no en los objetos, sino en sus gradaciones cromáticas, por lo que siempre le doy un lugar especial a este aspecto.

–¿Te interesa pintar el paisaje?, ¿la gente de nuestro país?

–¡Sí, esto es definitiva e increí­blemente interesante! Ya tenía experiencia trabajando en los géneros del retrato y el pai­saje, pero aquí en Paraguay me encontré con un entorno visual completamente nuevo. Aquí el sol quema literal­mente, inundando todo con una luz ardiente y los rostros de las personas son notable­mente diferentes a los que estaba acostumbrado. Piel morena, ojos oscuros y pro­fundos, mechones de cabe­llo negro, sombras suaves y plásticas en los pómulos: todo esto requiere un nuevo enfo­que artístico. Uno de mis tra­bajos, el retrato de una joven paraguaya, fue un verdadero desafío para mí. Acostum­brado a los rasgos eslavos: piel clara, mirada fría, líneas facia­les marcadas, de repente me encontré ante un reto.

Escenas de la vida cotidiana también se incluyen entre sus obras

TENDENCIAS

–¿Cómo ves la plástica para­guaya?

–Distingo claramente dos grandes direcciones en el arte: la contemporánea y la tradicional. Y aunque ambas son interesantes a su manera, me atrae especialmente el arte popular, porque en él está el alma misma del pueblo, su carácter, su historia y su cos­movisión. Presto especial atención al bordado de ñan­dutí, como mencioné antes, y otro gran descubrimiento para mí ha sido el desarrollo de la cerámica.

–¿Qué es lo que más te ha lla­mado la atención?

–Al visitar los museos del Barro en Asunción y de Cerá­mica en Areguá me quedé impresionado por el nivel de maestría de los ceramis­tas locales, la sencillez y pro­fundidad de sus imágenes y la técnica de ejecución. Tam­bién me encantaron las escul­turas de madera con motivos animalistas. En ellas se siente una energía viva, un respeto por la naturaleza y la tradi­ción. Conocer un país siem­pre pasa por conocer su cul­tura única y, mejor aún, sus tradiciones. Esta es la línea que quiero entender y tratar de desarrollar.

La iglesia de La Candelaria de Areguá, un monumento icónico de nuestro país que también cautivó al pintor ruso

–Hasta el momento, ¿qué es lo que más te gusta del Paraguay y qué cosas extra­ñás de Rusia?

–Para mí, la mayor riqueza y joya de Paraguay son sus personas. Su apertura, cali­dez y disposición a compar­tir algo importante se sienten en cada interacción. Aquí, en este rincón del mundo, me ha sorprendido otra percep­ción de la vida. Parece que la gente no vive con prisa, sino para disfrutar cada momento de su existencia tranquila y equilibrada. La felicidad para ellos no es una búsqueda de algo externo, sino la paz y la armonía consigo mismos y con el mundo que los rodea.

Aquí, las personas siempre son abiertas, amables y dis­puestas a ayudar, lo que crea la sensación de estar en una gran familia. Es una sensa­ción única de apoyo, imposi­ble de no notar y no valorar. En realidad, nunca podría haber imaginado que extrañaría el largo otoño dorado ruso. Y, por supuesto, a veces también echo de menos algunas deli­cias, especialmente los dul­ces osos en el bosque. Cosas tan pequeñas, a primera vista insignificantes, son muchas y añaden una nota nostálgica especial a la vida, sin importar dónde te encuentres.

Nikolay cuenta que retratar los rostros de paraguayos requirió un nuevo enfoque artístico. “Fue un verdadero desafío para mí”, dice

SOBRE NIKOLAY

Nikolay Khaydarov fue edu­cado en el Instituto Estatal del Arte de Moscú VI Suri­kov en Moscú. Hizo sus pri­meros pasos en el Colegio de Arte de Krasnodar en su Rusia natal. Ejerce también la docencia.

Desde 2014 montó varias exposiciones con éxito en Moscú, siendo “El pro­ceso. Nueva academia”, la más reciente en 2019 en el Centro Estatal de Arte Contemporáneo Vinza­vod, Moscú. Antes había protagonizado otras mues­tras como “22 de junio. En el lado del humano”, en la Galería Zdes y “El tiempo espera”, en las ciudades de Pskov, Saratov, Novgorod, Moscú, por mencionar las más cercanas. Entre sus obras publicadas destacan la portada e ilustraciones para el libro “Post”, de Dmi­try Glukhovsky, la portada de la revista de la Federa­ción de Gimnasia Artística de Rusia, y el “Evilbook 2″.

Tiene experiencia en pelí­culas de animación. Fue asistente de dirección artística de la película “Suvorov: gran viaje”, del estudio de cine Soyuzmult­film. También como artista conceptual freelance en el estudio NUARE, Canadá, y haciendo ilustraciones, conceptos de personajes y key-art para Respawn Entertainment Star Wars (Lucasfilm LTD./EA Capital Games), conceptos de per­sonajes para “Tomb Raider VR: Lara’s escape” (Warner Bros), entre otros.

Déjanos tus comentarios en Voiz