Es el santo y seña de los paraguayos en el mundo, símbolo fehaciente de nuestra identidad. Una conexión profunda con nuestras raíces guaraníes, un ritual colectivo que se propaga de generación en generación y no conoce de fronteras. Hoy, en el Día Nacional del Tereré, memoramos los orígenes y otros aspectos de la popular y preciada bebida, fiel compañera de nuestro cotidiano vivir.
- Por Gloria Ocampos-Prieto
- gloria.ocampos@nacionmedia.com
- Fotos Eduardo Velázquez, Senatur y archivo La Nación
¿Quién mejor que el profesor Clemente Cáceres para hablarnos hoy del tereré? Con una importante labor en la preservación de nuestra identidad, costumbres y tradiciones, el reconocido promotor cultural lleva años dedicándose a la defensa del patrimonio alimentario del Paraguay y al fortalecimiento de la gastronomía local como componente del turismo nacional.
Ostenta el título de Tesoro Nacional Vivo, otorgado por la Secretaría Nacional de Cultura, “por su incansable y valiosa tarea en la difusión y preservación de los conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo del Patrimonio Cultural Inmaterial”, reza el reconocimiento que recibió el año pasado.
Dinámico referente de la Dirección de Acción Cultural y Comunitaria de la Municipalidad de Asunción, esta semana es uno de los protagonistas de las actividades especiales organizadas con motivo del Día Nacional del Tereré, que se celebra el último sábado de febrero. Ha sido invitado para dar charlas sobre el nacimiento de nuestra bebida nacional, reconocida en 2020 por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
LA YERBA MATE
El profesor Clemente considera esencial, antes que nada, remitirse al descubrimiento y primeros usos de la yerba mate. “El cocido negro, el tereré y el mate son la evolución del ka’ary’u precolombino de los guaraníes, a base de la yerba mate, descubierta por los paleolíticos que entraron por el estrecho de Bering, que conecta el extremo oriental de Asia y noroccidental de América, hace unos 3.000 años antes de Cristo, y se proyectaron hasta el corazón de América del Sur. Son los llamados kaingang, los primeros consumidores de la yerba mate”, explica a La Nación del Finde.
“Acostumbraban a llevar la yerba mate enredada con hilo por la cintura y mascaban sus hojas durante sus largas caminatas por las selvas. Estos enseñaron las propiedades del kongoñi o ‘lo que alimenta’ a los neolíticos karaives guaraní, incursionados a tierras paraguayas por el Chaco y por las tierras amazónicas unos 500 años antes de Colón”, refiere.
Los neolíticos guaraníes lo llamaban ka’a y sus caciques y consejeros tribales lo consumían como té, sin bombilla ni tacuarilla; sus chamanes hacían humo con las hojas y los empleaban en sus rituales. “Esto no era un privilegio de toda la indiada, sino solamente para los jefes comunitarios. Tomaban como infusión en un cuenco grande hecho de calabaza, porongo o mati, palabra quechua que da nacimiento a la palabra mate”, señala.
Unos 300 años antes del arribo de los españoles, los guaraníes, considerados los primeros productores de la yerba mate, hacían negocios con los incas intercambiando hojas de la planta por joyas de oro y plata y por animales para domesticar. “Pero los incas no consumían como té, sino hacían los humos en los rituales y ofrendaban las hojas a sus dioses y nada más”, aclara.
KA’ARY’U
El ka’ary’u prehispánico ya se preparaba con agua caliente y agua fresca. Los nativos emplearon la nueva forma de beber esta infusión como ka’ary’u aku o mate caliente y ka’ary’u ro’ysã, o mate frío, que luego se llamaría tereré. “El término tereré empieza a usarse recién desde finales de 1800″, apunta el promotor cultural.
Con la llegada de los españoles, los jefes nativos invitaban a los jefes militares el ka’ary’u, y, rápidamente, el consumo con agua caliente o al natural se extendió a los demás españoles y a los nativos en general, quienes convivieron con los hispanos. Así, de una ceremonia divina, pasó a ser un rito social significativo a la naciente sociedad. Hacia 1543 los guaraníes compartieron con los europeos sus técnicas de elaboración de la yerba mate.
“Los españoles se enviciaron con la yerba mate y en menos de cinco años toda Asunción y todos los pueblos fundados por Irala y los pueblos franciscanos ya se enviciaron por esta bebida. Era algo inatajable por el alto poder adictivo de la yerba mate. Incluso, se proyectó también hacia el Perú, cosa que había un tráfico muy interesante”, dice el profesor Cáceres.
En este punto, menciona que, según Manuel Domínguez, la popularidad del consumo del ka’a en Asunción y sus rededores se había extendido hasta el Virreinato del Perú, y que desde 1550 se obligaba su consumo a los indios sometidos a trabajar en las minas de Potosí (actual Bolivia) porque el ka’a era mucho más eficaz que la coca. Le atribuían propiedades alimenticias, refrescante contra el calor, y que levantaba el ánimo.
En 1554, ante el consumo generalizado de la yerba mate, y como no había oro ni plata, Irala decretó la encomienda a los españoles y hacer trabajar sin paga a los guaraníes. Se inició la era de la explotación de la yerba y la esclavitud de los nativos para la infernal extracción y traslado de los follajes fuera del Mbaracayú.
LA BOMBILLA
Los nativos tomaban su ka’ary con un tacuapí o pajilla de bambú. Luego, cuando el consumo ya estaba muy extendido, con gran ingenio idearon una bombilla artesanal utilizando la tacuarilla. “Liaban barba de maíz por uno de los extremos para filtrar la yerba mate, porque no tenían la habilidad para que filtraran con los dientes y el labio superior los palillos que flotaban en la infusión”, cuenta nuestro entrevistado.
En efecto, según el argentino Pau Navajas, los guaraníes inventaron la bombilla en los pueblos franciscanos que rodeaban Asunción entre 1540 y 1547, empleando bambú. Al principio, al extremo de esta tacuarilla, agregaban la barba de la mazorca del maíz para filtrar el agua, luego le agregaron varios agujeritos y, finalmente, tejieron una delicada minúscula canastilla de cestería, y le incorporaron a un extremo del bambú. “Uno de ellos, hasta hoy se conserva en el Museo Etnográfico Andrés Barbero de Asunción”, resalta Clemente.
“Según Ruy Díaz de Guzmán, el gobernador Martínez de Irala pudo haber enviado un modelo de este rudimentario artefacto hasta Lima, Perú, donde había excelentes orfebres que trabajaban la plata y el oro. En 1542 se habrían recibido las primeras partidas de bombillas y también de materos enchapados en plata y oro, especialmente para la élite española”, refiere. La demanda de estas bombillas era tan alta que, según Félix de Azara, antes de 1560 Irala facilitó la venida de orfebres limeños hasta Asunción.
EL TÉRMINO
Las primeras referencias del término tereré datan de finales de 1800 y aparecen en el tercer tomo del libro “Civilización guaraní” del sabio suizo Moisés Bertoni. “En su obra se refiere a una tribu, una parcialidad en la zona del departamento de Alto Paraná, cuya tradición era tomar este mate frío, pero con abundantes hierbas medicinales. Ahí aparece el término Teriri, que con el tiempo derivó en tereré”, explica el profesor Clemente Cáceres.
¡Y ES PARAGUAYO!
En medio de una cada vez más creciente puja regional por la apropiación de esta infusión, Clemente Cáceres afirma con seguridad que el tereré, al igual que el cocido negro y el mate, nació en Asunción y en los pueblos franciscanos entre 1540 y 1554. “Las tres bebidas acompañaron a todas las delegaciones colonizadoras paraguayas en las 70 ciudades de Paraguay, sur de Bolivia y de Brasil, y la totalidad de Argentina”, sostiene.
“Asunción es madre de 70 ciudades del Río de la Plata, enfatiza. Fue una colonización de paraguayos ya que, para la base social de estos pueblos, fueron llevadas familias criollas, mestizas y nativas, con sus semillas, aves y animales, bolsas de yerba mate y la adicción al mate caliente y al mate frío”, asevera.
Además, hay que tener en cuenta que el único yacimiento en el mundo de la yerba mate, ilex paraguariensis, que es una planta endémica, se encuentra hasta hoy en el Mbaracayú, Alto Paraná. En efecto, según los sabios naturalistas Aimé Bonpland (francés) y Moisés Bertoni (suizo) que vivieron en el Paraguay, la única mina de esta planta en el mundo se encuentra en las Cordilleras del Mbaracayú, lado paraguayo, hasta las proximidades de los cerros del Yvytyruzú. Sostienen que solamente en ese lugar estas plantas son endémicas porque se reproducen por sí sola mediante la raíz, manteniendo la pureza total de la yerba.
“Por lo tanto, tanto el tereré, el cocido y el mate caliente, todos tuvieron origen en el té o en la infusión precolombina de los guaraníes que iba evolucionando. ¿Y cuándo se convierten en mate frío y mate caliente? En Asunción apenas fundada y sus alrededores, cuando los españoles y cuando los propios indios nativos inventaron la bombilla, primero el tacuapí, luego la bombilla. Ahí nacieron nuestras dos bebidas”, reafirma Cáceres.
EL RITUAL
El tereré se prepara dependiendo del contexto y las circunstancias y, según la costumbre ancestral, se emplea como matero y la guampa hecha con cuerno vacuno. El ritual de la fresca infusión se compone de un elemento esencial: el tereré rupa o comida para la “cama estomacal”. “Como se machacan bastantes yuyos digestivos y diuréticos, es imperioso el consumo de alguna fritura pesada antes de tomarlo”, dice Clemente.
Otro aspecto importante es el tereré hápe o el espacio y el momento en el que se discuten y analizan temas de interés del grupo, y donde no faltan las conversaciones de ocio. En el tereré jere, una persona lo distribuye de forma ordenada y secuencial en ronda.
“Antiguamente, la tradición marcaba que la preparación y servicio del mate y del tereré estaban a cargo de mujeres, jóvenes y hasta niños, quienes tampoco podían compartir su consumo. Con el tiempo esto fue cambiando y hoy el tereré no conoce de discriminaciones ni estatus sociales, conecta a todos por igual y contribuye con la armonía en la familia, los amigos y la sociedad”, expresa el profesor Clemente Cáceres.
VARIEDADES DE LA BEBIDA
Acerca de las variantes del tereré, Clemente señala que “hasta hoy día, en el campo, algunos adultos mayores y familias siguen la tradición de tomar el tereré sin yuyos y, a veces, sin hielo”. “Y en la guerra del Chaco –prosigue– era obligatorio. Los soldados tomaban con remedios yuyos. Con la yerba mate filtraban las aguas impuras de los tajamares. Hasta sus orines filtraban con el tereré”.
Menciona también que diferentes colectividades de inmigrantes también adaptaron a sus gustos esta bebida. “Se tiene el tereré ruso que, en vez del agua, usan jugo de algún cítrico endulzado y con bastante hielo. El tereré polaco, emplea leche fría endulzada como líquido.
En ambos casos, al matero va la yerba mate. Esta tradición se enraizó en el sur paraguayo y norte argentino”, indica.
OTRAS FORMAS DE TOMARLO
-Tereré pantano: cuando se prepara el agua con exceso de hierbas medicinales.
-Tereré solitario: cuando se toma individualmente.
-Tereré novillo: pretexto para visitar a una pretendiente.
-Tereré caballería: por la premura del tiempo, se ceba con abundante agua.
-Tereré albañil y tereré kokue akâ: a modo de descanso laboral para hidratar y nutrirse con los elementos que combaten los problemas medioambientales.
-Tereré jorador: se eligen yuyos contra la resaca.
-Tereré ate’y: cuando nadie quiere cebar.