Las fiestas de fin de año no son sinónimo de festejo y felicidad para muchos. Este es el caso de las personas que padecen el trastorno del espectro autista, que son especialmente sensibles a la polución sonora generada por la pirotecnia, cuyo uso se hace más frecuente en esta temporada. Por ello, profesionales de la salud y padres de niños con esta condición realizan una campaña en la que instan a la ciudadanía a ser empática y emplear otras formas de celebración.
- Por Jimmi Peralta
- Fotos: Gentileza
“Buscamos promover el uso de luces y otros elementos festivos que no generen ruido para que todas las personas puedan disfrutar de las celebraciones de manera segura y sin estrés”, refiere Kathia González, fonoaudióloga de profesión y madre de Ezequiel y Agustina, esta última de 11 años y con diagnóstico de autismo.
González forma parte de la Asociación TEA Py, integrada por padres y madres de personas neurodivergentes o comprendidas dentro del espectro autista. Con esta organización están realizando la campaña “Más luces, menos ruido” con la intención de reducir el uso de pirotecnia de estruendo en las festividades de fin de año.
“El principal objetivo de nuestra campaña es concientizar a la sociedad sobre el impacto negativo que la pirotecnia tiene en las personas con autismo”, comenta. En otro tiempo, para Kathia la pirotecnia de estruendo formó parte también de sus formas de celebración, pero al poner su mirada en la realidad de otras personas vio que no era una diversión para todo el mundo.
MAYOR SENSIBILIDAD
“Las personas con autismo suelen tener una mayor sensibilidad a los estímulos sensoriales, como los sonidos. Los estruendos fuertes y repentinos de la pirotecnia pueden generarles angustia, miedo, irritabilidad y, en algunos casos, crisis sensoriales o autolesiones. Además, la pirotecnia puede alterar sus patrones de sueño y dificultar su concentración”, explica.
El impacto de la pirotecnia varía de una persona con autismo a otra. Algunos son más sensibles que otros a los ruidos fuertes y es por eso que se busca que la conciencia lleve a una práctica más empática de la celebración, de modo de no afectar a otras personas, en este caso a las personas con autismo, ya sean niños, adultos o personas de la tercera edad.
“He sido testigo de cómo los estruendos fuertes provocan a los niños una gran angustia. Se tapan los oídos, lloran desconsoladamente y se agitan mucho. En ocasiones, estas situaciones han desencadenado crisis que pueden durar varias horas”, comenta.
A nivel global aún existe un subregistro en el diagnóstico de los casos de autismo. Sin embargo, en las dos últimas décadas el avance en el conocimiento y la difusión sobre las características y los tratamientos para la condición han permitido una mayor comprensión de la sociedad de lo que implica el autismo.
“En el caso de mi hija, el diagnóstico llegó a través de una evaluación interdisciplinaria que incluyó pruebas psicológicas, de lenguaje y de comportamiento. Desde entonces, hemos trabajado intensamente en su desarrollo y acompañamiento terapéutico”, detalló.
PREOCUPACIÓN
“Para los padres de personas con autismo, las fechas festivas que involucran el uso de pirotecnia son una fuente de gran preocupación. Nos vemos obligados a planificar con anticipación y a tomar medidas para proteger a nuestros hijos de los ruidos. A pesar de nuestros esfuerzos, muchas veces es difícil evitar completamente la exposición a la pirotecnia”, advierte Kathia.
La campaña impulsada desde la Asociación ha logrado en los últimos años una gran difusión con vistas a generar mayor conciencia en la población sobre los daños causados por las bombas de estruendo.
“La receptividad de la gente ha sido cada vez mayor a lo largo de los años. Al principio, la campaña era poco conocida, pero gracias a las redes sociales y a los medios de comunicación hemos logrado llegar a más personas y generar un cambio de conciencia. Cada vez más personas se suman a nuestra iniciativa y comparten nuestras publicaciones”, finalizó.
Bajo el lema de “Que en estas fiestas solo estallen las sonrisas. #más luces menos ruido”, la Asociación TEA Py invita a los ciudadanos a sumarse a la campaña a través de la difusión con propuestas de actividades alternativas al estruendo o con aportes que permitan a la organización poder continuar con sus actividades.
QUÉ DICE LA CIENCIA
Entre las personas autistas puede darse la hipoacusia (escuchar menos), pero lo más común es la hiperacusia, que puede dar conjuntamente la misofonía y fonofobia. La hiperacusia es el desorden auditivo en el que los sonidos de moderada intensidad son percibidos excesivamente fuertes, dolorosos o abrumadores. La misofonía es la condición neuropsiquiátrica en la que algunas personas tienen respuestas emocionales excesivas e inapropiadas frente a estímulos sonoros específicos como el masticar. Puede presentarse en muy bajo grado. La fonofobia es la fobia específica a sonidos o tipos de sonido que resultan en respuestas anticipadas como forma de evadir los mismos.