El comunicador cultural y artista visual Toni Roberto es esta vez el protagonista de “Ellos saben”. Gran conocedor del arte, la arquitectura y las historias urbanas, en esta ocasión nos invita a rescatar del olvido a ocho artistas plásticos del siglo XX que a su parecer son figuras clave del arte paraguayo, pero que con el pasar del tiempo han ido perdiendo visibilidad o no han sido valorizados en su justa dimensión.

“Este es un tema poco tratado. No siempre lo más popular debe ser lo preferido. Son mis artistas favoritos del siglo XX, no tan conocidos y que debe­rían estar en las colecciones de muchos paraguayos que creen que el arte se limita a cinco o seis nombres, que tenerlos en la pared es un símbolo de estatus”, consi­dera Toni Roberto.

Refiere que con la llegada de los vientos modernos del arte a mediados del siglo anterior se empezó a construir un nuevo len­guaje en el arte paraguayo. “Con ello nacieron artistas que por las circunstancias de la vida a pesar de compo­ner una obra contundente no llegaron a cotizaciones importantes de sus obras, por ello muchos debieron dejar por el camino y dedi­carse a distintos rubros, a la publicidad gráfica o a la enseñanza de arte en las escuelas y colegios”, señala.

Recuerda que después llegó la generación de oro del dibujo paraguayo de los años 70, grandes nombres, muy ligados a la intelectua­lidad de aquella productiva década del arte. “Así apa­recieron artistas que hoy, muchos de ellos están casi olvidados y otros no, como Joel Filártiga, Gabriel Bri­zuela, Julio González, Mabel Valdovinos, Nicode­mus Espinosa, Nelson Mar­tinessi, Luis A. Boh y hasta un poco conocido Ricardo Migliorisi, dibujante del que muchos andan detrás de alguna colorida pintura comercial de su última época, no teniendo idea que también existió el otro Migliorisi”, apunta.

Cuenta que debido al boom de Itaipú, donde una nueva clase accedió a la posibi­lidad de coleccionar arte que, con la premisa de que se debía priorizar la dura­bilidad antes que la calidad estética de la obra, fueron desplazados por la menta­lidad de que el arte era solo poseer un óleo sobre tela. “Así, muchos de los expo­nentes de esa década ter­minaron haciendo lo que aquella nueva burguesía demandaba: una obra dema­siado comercial, logrando notoriedad en ciertas divi­siones de las artes visuales, pero fueron poco conocidos en otras disciplinas como el dibujo, que en muchos casos lograron importantes resul­tados estéticos”, entiende el artista visual.

“Hace poco me decía un artista croquisero, ‘primero voy a hacer un dibujo y des­pués la obra’, sin tener idea de que el dibujo puede ser autónomo a la pintura, es un problema de educación, es muy complejo, es muy difícil porque se trata de “deconstruir” un esquema instalado en la educación artística, que hoy sufre los mismos avatares de educa­ción en general y que además no ayuda al análisis genuino hasta el de un pensamiento social crítico”, lamenta el comunicador.

Pero, volviendo a aquellos años 50, 60 y 70, “debo confesar mi preferencia total por algunos artistas que, perteneciendo a un mundo popular, llegaron a expresar a nivel visual los más altos estándares de virtuosismo en sus obras, alejados de los caprichos del mercado, sumados al complicado análisis artís­tico dominante. La selec­ción de los ocho artistas no reconocidos por el mercado me fue muy difícil. Ahora yo creo que son estos una sencilla preferencia perso­nal que no desmerita otras elecciones”, aclara.

“Debo confesar mi preferencia total por algunos artistas que, perteneciendo a un mundo popular, llegaron a expresar a nivel visual los más altos estándares de virtuosismo en sus obras, alejados de los caprichos del mercado”.


“Por las circunstancias de la vida a pesar de componer una obra contundente no llegaron a cotizaciones importantes de sus obras, por ello muchos debieron dejar por el camino y dedicarse a distintos rubros”.

JENARO MORALES

Jenaro Morales. Capiatá, 1999

¿En qué estilo podemos ubicar a Jenaro Morales? ¿Naif? Sí. Morales, capiateño de alma y nacimiento, realiza una obra que refleja su mundo suburbano, habitando en una compañía de Capiatá donde hasta hoy, en su pequeña granja, su mundo rural es retratado con mucha autenticidad: sus gallinas, vacas, la capilla familiar donde hasta hoy enseña catecismo.

Jenaro Morales

Junto a Ysanne Gayet figura en la selec­ción Presencia del Arte Naif en América Central y Latina. “Prè­seence de L’ Art Naïf en Améri­que centrale et latine”, siendo un orgullo para los paraguayos. Sin embargo, hasta hoy, su obra no es conocida por la media de los ciuda­danos, como se merece.

FABIOLA ADAM

Fabiola Cabrera de Adam

Una gran exponente del arte guaireño, Fabiola Cabrera de Adam vive en Asunción desde hace muchas décadas. “Una de mis artistas pre­feridas poco visualizadas en el mundo del comercio del arte”, resalta Toni. Cautiva y fascina con su mirada de los mitos y leyen­das del Paraguay, temas tratados con mucha altura, llevando aquellas historias al campo de las artes visuales con gran maestría. Estudió desde 1965 con el brasileño Lívio Abramo, luego con Olga Blinder y Edith Jiménez.

Fabiola Adam. As. 2003

JACINTO RIVERO

Jacinto Rivero. Asunción c. 1979
Jacinto Rivero

Jacinto Rivero, grabador de alta talla que a través de las décadas consolidó una obra sencilla, austera pero contun­dente con la simple gubia y la madera, haciendo un impor­tante aporte de valor plástico. De él ya me referí en un artículo publicado en este mismo diario hace unos meses denominado “Jacinto Rivero, el artista de Cateura”. El artista jamás apartado de su realidad urbana y suburbana al mismo tiempo fue formulando a través de décadas su fideli­dad referencial, que lo convierte junto a otros elegidos míos en pioneros del arte social paraguayo.

MARGARITA SÁNCHEZ MINELLA

Margarita Sánchez Minella. C. As. 1988

Con la misma emoción y en el mismo camino, Margarita Sán­chez Minella, una niña del Bañado Sur de Asunción a la que el maestro Lívio Abramo conoció en la calle Palma, en situa­ción casi de calle, un día de los años 60 realizó un concurso de arte de niños lustrabotas del centro. En ese lugar se pre­sentó una niña que quería participar con los varones, era la que luego se convertiría en figura fundamental del arte moderno paraguayo.

Margarita Sánchez Minella

Con el tiempo logró hacer una impor­tante obra gráfica muy emparentada con su realidad social en la que se desenvolvió dignamente toda su vida, fiel a su reali­dad. Margarita podía vender sus cajas de caramelos al mismo tiempo que sus obras de arte, una dignidad incomparable.

GENARA MEDINA INSFRÁN

Genara Medina Insfrán. C. 1975

Si uno googlea, el nombre de Genara Medina Insfrán no encontraría en ningún caso. Genara era una mujer muy particular, se paseaba por las calles de Asunción con un aire de misterio siempre con ropa oscura y anteojos grandes. Decía que vivía en Trinidad en una casa que era de los López, vivía casi en situación de calle. A principios de los 80 ya era una mujer de avanzada edad y siempre fue protegida del maestro Livio Abramo. Apren­dió a grabar y realizó una rica obra gráfica, a tal punto que fue seleccionada por el maestro Abramo para participar de la legendaria carpeta Tagra realizada a mediados de los años 70.

Su delicado grabado estaba adornado con frutas exóticas con un detallado entorno reali­zado con gran preciosura, a pesar de lo complicado que era manejar esa manera de hacer arte trabajando sobre la madera. Dentro de todos los artistas de esta selección el caso de Genara Medina Insfrán es el más enigmático y poco conocido, pues por su situación de vida su obra se fue perdiendo, tal vez yendo de un lugar a otro, tan misteriosa que un día ya no volvió. Es un caso casi de rescate antropológico, que debe ser estudiado más ade­lante en el arte paraguayo.

MABEL VALDOVINOS

Mabel Valdovinos. As. 1977

Nacida en Sáenz Peña, Chaco argentino, pero residente desde muy joven en Asunción, donde formó un hogar paraguayo, par­ticipó de los más importantes talleres de arte de los años 70. Siempre en la punta de la investigación sobre la línea, sor­prendió con su arte óptico generativo, denominado mun­dialmente Op Art.

Mabel Valdovinos

“Desde muy chico conocí el trabajo de Mabel Valdovinos que miraba maravillado en el viejo Correo Semanal”, cuenta Toni. “Su obra influyó enormemente en mí y en otros coetá­neos, asegurándonos la posibilidad de poder retomar el dibujo que fuera marginado en los años 80″, dice.

Mabel reside desde hace dos décadas en su ciudad natal, pero muy ligada a Asunción por sus hijos y nietos, estando siempre fuerte con sus más de 80 años.

RICARDO YUSTMAN

Ricardo Yustman. As. 1972

Por el camino aparecen grandes dibujantes, entre ellos Ricardo Yustman, dueño de una obra de pro­fundo contenido de la reflexión sobre la humani­dad, que impre­siona y se puede comprobar en un dra­mático dibujo que se encuentra en un libro ya agotado, que fuera editado por el Ministerio de Relaciones Exteriores del Brasil en el año 2000.

Ricardo Yustman

Yustman por las circunstancias de la vida se refugió en el mundo de la publicidad, siendo uno de los directores de la agencia publicitaria que fundara con su amigo Dani Nasta en el año 1968.

CONCEPCIÓN LÓPEZ AQUINO

Concepción López Aquino. As. c. 1975

Representa una mirada fresca de lo auténticamente paraguayo. Mujer sencilla de vida urbana aus­tera. Empezó en los talleres de Lívio Abramo en 1968, representó su entorno de plantas y flores del Para­guay con gran maestría, dominando la rigidez que representa enfren­tarse con la dura madera a la hora de grabar, transformando sus piezas en sonoros poemas visuales que llegan a su más alto grado con la aparición en la escena de su obra de aves, que me transporta a “Canto de mi selva” de Herminio Giménez. Formó parte de la selección Tagra realizada por el maestro Lívio Abramo a mediados de los 70, pero poco y nada se sabe de ella que hoy contaría con 74 años.

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