Dos emprendedoras paraguayas tuvieron la visión de aprovechar la inmensa cantidad de mangos que se desechan cada temporada en nuestro país para hacer un material útil. A partir de un apoyo inicial, consiguieron desarrollar una empresa única en Latinoamérica que en breve tiene previsto exportar. Llamado también cuero vegano, este material tiene grandes posibilidades de reemplazar cuerinas artificiales en la moda, en mobiliarios y hasta en tapizados de automóviles.

Verónica Alegre (26), estudiante de Inno­vación y Desarrollo, y Maura Marti (40), licenciada en Marketing, juntaron talen­tos y crearon Maigotex, una empresa para procesar la cás­cara, la semilla y parte de la fibra del mango para cons­truir un biocuero de alta prac­ticidad para uso en la moda y la decoración. “La fórmula que utilizamos para nuestros biomateriales surgió en cola­boración con la Facultad de Ciencias Agrarias de la Uni­versidad Nacional de Asun­ción (UNA)”, comentó Alegre explicando que el material es 100 % biodegradable y que toda el agua que se emplea en el proceso de producción se puede volver a utilizar.

Con esa idea se presentaron al Programa de Oportunidades Circulares–MiPyme Com­pite, iniciativa de la Unión Industrial Paraguaya (UIP) apoyada por la Unión Euro­pea y consiguieron un capital para poder llevar adelante su sueño. “Trabajamos con los chicos de ReMango”, comen­taron recordando el empren­dimiento de tres jóvenes que recogen mangos urbanos en Gran Asunción para pro­ducir jugo natural y pulpa. Mediante un acuerdo consi­guieron que ellos les pasen el material sobrante de sus procesos para producir los biocueros.

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Verónica Alegre, estudiante de Innovación y Desarrollo, y la diseñadora Maura Marti expusieron recientemente las carteras, muebles y zapatos que confeccionan con el biomaterial obtenido del mango.

Maura, con experiencia en marroquinería, pudo con­feccionar carteras que se exhibieron en la presenta­ción del producto en el She­raton Hotel, evento que tuvo gran repercusión en el mundo de la moda y la deco­ración. “Es un producto libre de crueldad, libre de quími­cos y metales pesados”, sub­rayan las emprendedoras. En este diálogo con La Nación/Nación Media, Verónica Ale­gre habla sobre la génesis de esta innovadora propuesta, su desarrollo actual y las pro­yecciones de crecimiento que ofrece para el futuro cercano.

–¿Cómo concibieron la idea de producir biocuero?

–Maigotex nace en el marco del programa Mypime Com­pite, cuando con Maura Marti, que es la cocreadora, tuvimos una visión similar. Buscába­mos desarrollar un material nuevo, pero no nos conocíamos. Así que por medio de una persona en común logramos contactar en mayo de 2022, un mes antes del cierre de la convocatoria para este fondo. Yo tenía idea de lo que son los biomateriales porque había tomado un curso online sobre micelio y sus aplicaciones, lo que me dio una base para con­tinuar investigando. A través de esta investigación encon­tramos tesis, ensayos de labo­ratorio y otros estudios que demostraban la viabilidad de los materiales fabricados con desechos de frutas y otros, lo que nos impulsó a apostar por el mango. Además de sus propiedades, este nos daba un plus, que es la estrecha relación de la planta con la cultura y la identidad paraguaya.

–Resistencia, elasticidad e impermeabilidad con una vida útil de 15 años. ¿Por qué pensás que seguimos utilizando materiales que no son biodegradables? ¿Falta de conciencia, des­conocimiento?

–El desarrollo de biomate­riales es algo relativamente nuevo. Tenemos que tener en cuenta que todo invento, desarrollo o producto nuevo pasa por muchas etapas para pasar del papel a la realidad. Si bien es factible reemplazar los materiales tradicionales con estas opciones nuevas, es un proceso que será lento.

El material es 100 % biodegradable y toda el agua que se emplea en el proceso de producción se puede volver a utilizar

–Carteras, ropas, deco­ración del hogar, tapiza­dos y accesorios se descri­ben como algunos de sus usos. ¿Encontraron algu­nos más?

–Estos serían los usos del cuero de mango, pero espera­mos poder desarrollar otros biomateriales con funciones específicas. Hicimos carteras, muebles y zapatos. Camperas todavía no hicimos porque la mayoría de los productos eran solamente para mostrar sus utilidades.

BUENA RECEPCIÓN

–¿Cómo está yendo la rela­ción del producto con la moda nacional?, ¿qué nos pueden contar?

–Como recién hicimos el lanzamiento oficial, aún no tenemos experiencia, pero la bienvenida fue más que buena y esperamos que dise­ñadores nacionales utilicen nuestros materiales en un futuro cercano.

–¿Pensás que puede cre­cer el aprovechamiento del mango y otros materiales en el país?

–Totalmente. Esperamos poder crecer en los próximos meses y aumentar los puntos de recolección, el objetivo es aprovechar lo más posible los desperdicios.

El biocuero es una alternativa muy interesante para sustituir las cuerinas fabricadas con poliuretano

–¿Cuán importante fue el capital inicial que gana­ron en el concurso para emprendedores?

–Para nosotras fue funda­mental, porque no solo gana­mos capital, también nos apo­yaron y guiaron para hacer inversiones correctas y apro­vechar al máximo lo que nos habían dado para comenzar.

PENSAMIENTO CREATIVO

–¿Qué sugieren que se haga para ayudar a los jóvenes que quieren encarar sus startup?

–Es muy importante tener espacios donde se promueva el pensamiento creativo y se otorguen herramientas. Creemos que las grandes ideas siempre están dispo­nibles y muchos jóvenes no se animan por la creencia de que emprender o innovar es solo para unos pocos.

–En el marco de la colabo­ración que tuvieron con la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universi­dad Nacional de Asun­ción, ¿cómo ves la relación empresa/universidad?

–Algo que destacamos siem­pre es nuestro vínculo con la academia, porque fue lo que nos permitió llegar a este producto final. La relación continúa y actualmente nos encontramos trabajando con el cáñamo para produ­cir textiles.

La fórmula que utilizan surgió en colaboración con la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Asunción (UNA)

–¿En qué etapa de la pro­ducción están y cómo ven las posibilidades de expansión?

–Estamos recibiendo currí­culos a través de Instagram, ya que necesitamos personal para la fábrica. Nos encontra­mos en fase de prueba de la producción y listos para con­tinuar creciendo. Contare­mos en promedio con cuatro u ocho personas trabajando en la fabricación de las plan­chas de biocuero.

–¿Cuál es la expectativa después de la presentación que hicieron?

–Esperamos concretar un punto de venta pronto y colaboraciones con mar­cas que nos ayuden a difun­dir el uso de este noble pro­ducto. Entendemos que con la capacidad instalada actual­mente en fábrica, llegaremos a producir unos 400 metros de cuero vegetal al mes y la idea es ir aumentando tanto la capacidad como la produc­ción de acuerdo al mercado. Cada metro utiliza un prome­dio de 300 gramos de mangos procesados.

“Estamos recibiendo currículos a través de Instagram, ya que necesitamos personal para la fábrica. Nos encontramos en fase de prueba de la producción y listos para continuar creciendo”.

INTERESANTE ALTERNATIVA

Se estima que en Paraguay se desperdician 60.000 toneladas de mango al año, por lo que la producción de biocuero es una alternativa más que interesante para el país, sobre todo si se tiene en cuenta que puede reemplazar a las cuerinas fabrica­das con poliuretano. Para producirlo se deshidratan los residuos de mango y se hace una sinterización con políme­ros, un proceso que fusiona partícu­las hasta convertirlas en una masa sólida. En él se usan presión y calor, pero sin llegar a fundir los materiales. Allí se les aplica color, se deja secar las planchas de biocuero de 1 m x 1 m y se trabaja en una terminación.

“Nuestra idea es con­quistar el mercado local y, una vez aumentada nuestra capacidad productiva, exportar nuestros biocue­ros porque entiendo que somos la primera empresa en América del Sur en industriali­zar desechos para fabricar biomateria­les”, señaló Alegre.

SOBRE EL MANGO

Se cree que el mango llegó a Sudamérica cerca de 1700 traído por los portugueses desde la India para plantarlo en Brasil. Hay registros de que en 1750 llegó a México, Cen­troamérica y las Antillas.

Se sabe que el Ejército brasi­leño lo plantó en Paraguay en el Cuartel de Cerro León en las postrimerías de la guerra con­tra la Triple Alianza, aunque es posible que haya habido plan­tas anteriores. Por ejemplo, en Pirayú se encontraron plantas de 150 años de antigüedad que también se atribuyen a milita­res brasileños.

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