Adrián Martínez debutó a los 22 años en Defensores Unidos de Zárate de la cuarta división del fútbol argentino luego de estar preso durante siete meses. Hoy es ídolo de Racing de Avellaneda. El delantero ex-Sol de América, Libertad y Cerro Porteño se ganó un lugar de preponderancia en el popular equipo argentino a base de goles. Es dirigido el conocido entrenador Gustavo Costas, quien también estuvo en el pasado al frente de Guaraní, Cerro Porteño y Olimpia en Paraguay.

A Adrián le dicen Maravilla, apodo que no le agrada. Antes de comenzar su recorrido en el fútbol la vida le puso a prueba y pasó muy mal. Estuvo en la cárcel por error a raíz de una acusación falsa. Le culparon de quemar la casa a quienes balearon a su hermano. Vivió en medio de robos, saqueos, violencia y bajo constantes amenazas de muerte.

“Estuve un solo día en una comisaría y después fui a la Unidad Penitenciaria n.º 21 de Campana. Cuando llegué, era uno más. Te quieren robar y apuñalar. Fui con mi viejo y un pibe que no conocía en un camioncito de traslado. A ese pibe le pegaron como diez puñaladas ni bien llegamos. Yo zafé”, relató crudamente Martínez en diálogo con “Un buen momento”, programa de la radio La Red.

Antes de caer preso, jugaba fútbol solo los fines de semana. En días hábiles se dedicaba a juntar basura. Luego tuvo un accidente automovilístico y como consecuencia sufrió varios cortes en los vasos sanguíneos de la mano. Tuvo que arreglarse como albañil.

“La promesa que le hice a Dios fue que si me dejaba jugar al fútbol, yo perdonaba a los que me acusaron falsamente. Nunca les hice juicio por falso testimonio. Les escribí diciéndoles que estaba todo bien y que quería vivir tranquilo. Al que no perdona, Dios no lo perdona”, dijo quien quiso volver a jugar durante su estadía en la cárcel.

Reconoce que su fe fue fundamental para dejar atrás una parte negra de su pasado. “El día que entré pensé que al otro día me iba. Y fueron siete meses. Me decían: ‘Al mes que viene salís’ y así seguía. Es como que empezás a perder la esperanza”, contó sobre su encierro.

UNA PESADILLA

“Cuando llegamos, pasaban todos por donde estábamos nosotros para jugar al fútbol, un pabellón completo. Los policías dejaban las puertas abiertas, ahí vienen y te roban todo. Por más que seas Tyson, vienen veinte y diez tienen cuchillos. Le pegaron un par de puñaladas al de al lado. A veces es saber hablar también”, relató sobre el peor momento que le tocó enfrentar.

“No tenés que hacerte muy el malo ni tampoco ser muy bueno. Si te haces el malo, te enfrentas a diez que tienen diez amigos más. Y si sos muy bueno, te roban hasta las zapatillas”, explicó.

COMIDA HORRIBLE

“Mientras estás en el buzón te las tenés que rebuscar. En el tiempo que yo estuve daban una flauta de pan que la hacían sin levadura, entonces había que mojarla en el mate cocido porque estaba re-duro. Si tu familia no te lleva comida, no comes”, refirió sobre la paupérrima comida que había en la cárcel.

SUS PASOS EN PARAGUAY

En junio de 2018 llegó a Sol de América de Paraguay y fue goleador del equipo en el torneo Clausura con 12 goles.

Su buena actuación hizo que Libertad lo contrate como refuerzo a finales de 2018. En la Copa Libertadores 2019 marcó tres goles en la goleada del Gumarelo por 5-1 sobre el The Strongest de Bolivia.

En diciembre del mismo año obtuvo su primer título, al consagrarse campeón con Libertad de la Copa Paraguay. Su aporte fue importante: siete goles, dos de ellos en la final ante Guaraní para sellar el triunfo amplio de 3-0.

En julio de 2021, Libertad lo cedió a préstamo a Cerro Porteño. Fue un pedido del entonces entrenador azulgrana Francisco “Chiqui” Arce. No tuvo muchas chances de jugar. No se adaptó, apenas tuvo minutos como alternativa y alguna vez de titular. Fue así que volvió a su país en busca de mejores oportunidades. Hoy le va de “Maravilla”.

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