Julio de Torres - Fotos: gentileza Pome @azulycia
El universo barrettiano es lúcido y trasciende, a la larga, la moralizante búsqueda del porqué de la escritura punzante y combativa. Moralizante porque, desde los paradigmas de la moral, más subjetiva que la ética, la osadía del rebelde no hace justicia al tumulto de verdades que yacen bajo la superficie de su prosa incisiva. La pluma afilada de Barrett se erigió como un faro que sigue iluminando las sombras de la injusticia, la opresión pretérita, cuestionando los cimientos de una sociedad en constante disonancia.
Si la pluma de Barrett matizó con denuncias y desnudando realidades el drama del Paraguay de posguerra, es muy probable que, en la particularidad de las mentes de quienes lo leen, emerja un indicio de esperanza. Indicio para dar forma, aunque escueta y malformada, a una utopía concebida en la incertidumbre. En “El dolor paraguayo”, una verdad se presenta cruda y sin concesiones, como si el autor llamara a mirar de frente el abismo social que yace delante, desafiándonos a no ser cómplices del silencio y la indiferencia.
Ese llamado es tomado por la adaptación de las líneas de Barrett al teatro que puede apreciarse en “Fardo guýpe”, un universo donde la palabra representada en acción e imagen deviene dardo que perfora la apatía colectiva. A través de él, Barrett sumerge al público en un universo donde las palabras son dardos que perforan la apatía colectiva, exponiendo las heridas de una sociedad marcada por la explotación, la inhumanidad, la crueldad. En cada diálogo y en cada monólogo no solo resuena la voz del marginado y olvidado que yace bajo el fardo en forma de mensú, sino que parece latir un llamado a la resistencia.
ADAPTACIÓN
Entrelazada con la sensibilidad de los intérpretes, apoyada en elementos que retoman la responsabilidad brechtiana del distanciamiento, la adaptación, con dosis mínimas para evitar, quizá, la concepción del teatro puramente épico, revela las páginas de la obra original impregnada de necesidades de escucha en un mundo acuciado por la violencia que aparece con ropajes distintos y ante la urgente necesidad de desafiar un único enemigo: el statu quo.
Es interesante notar cómo el lenguaje escénico, enriquecido con elementos innovadores como el uso de marionetas y temas musicales con estilos asíncronos a modo de distanciadores, entrelaza un deslumbrante juego de imágenes. No se requiere recurrir a una poética unificada en un discurso que se hace sentir desde el momento en que Barrett clavó su pluma en la hoja para que uno pueda captar la esencia de la representación. Las escenas se presentan yuxtapuestas, sin un hilo conductor que marque, eficaz, un rumbo cien por ciento definido, arrojando posturas que desafían la concepción del presente vigente. No proporcionan una claridad visual inmediata, pero es precisamente en esa ambigüedad donde radica su fuerza y su capacidad de provocar la reflexión en el espectador desde su butaca.
Esta amalgama de imágenes crea un lienzo escénico que insta al público a cuestionar y a interpretar por sí mismo. No se trata de una narrativa lineal, sino de una sucesión de instantes cargados de significado que convierten al espectador en cocreador de la experiencia teatral. Así, la obra no solo provoca una respuesta emocional, sino también intelectual, invitando a explorar las capas de significado que yacen bajo la superficie de la representación.
FICHA TÉCNICA
La dirección de la obra está a cargo de Nelson Viveros. El elenco está conformado por Carlos Díaz, Hernán Melgarejo y Dante Zorrilla. Asistencia de dirección: Nataly Valenzuela. Producción: Germán Caballero y Guillermo Ortiz. Boletería: Marta de Barros. Música: Hernán Melgarejo y Dante Zorrilla. Coreografía: Carlos Díaz. Luces: José María Tottil. Diseño gráfico: Sonia Moura. Sonido en estudio: Aarón Zorrilla. Voces: María Elba Benítez, Leny Cardozo y Nancy Duarte. Asesoría en danza: Rossana Miranda. Asesoría marionetas: Edu García. Asesoría técnica: Selva Fox. Prensa, difusión y audiovisual: Germán Caballero y Guillermo Ortiz. Fotografía: Pome @azulycia. Las entradas anticipadas tendrán un costo de G. 50.000, y en puerta, el precio de las entradas generales es de G. 70.000. Las mismas podrán adquirirse al (0991) 779-163 o a través de la cuenta de Instagram @teatreriaspy