La extraordinaria cantante de las piernas de ébano vivirá en la memoria de una generación.
- Por Jorge Zárate
- Jorge.zarate@nacionmedia.com
Nacida como Anna Mae Bullock en la zona rural de Tennessee, fue en St. Louis, donde se enamoró de Ike Turner. Ya cantaba como los dioses cuando su novio la bautizó como Tina y le pegó su apellido a la potencia irrefrenable de su voz. Se casaron en 1962 y grabaron un disco tras otro hasta 1976 en que ella consiguió divorciarse de él, por golpeador, drogadicto, mujeriego y celoso incurable.
La independencia le costó muchísimo a Tina, al punto que se convirtió en budista, una fe que alimentó hasta el final de sus días. “Explosión de amor” se llamó su debut solista de 1979 que no tuvo gran impacto, aunque siguió actuando regularmente. Las cosas comenzaron a cambiar cuando nombró como mánager a Roger Davies que fue el ideólogo de su gran álbum “Bailarina privada” de 1984. El disco llevó el nombre de la balada que le encargaron a Mark Knopfler, el líder de los Dire Straits.
Sin embargo, fue “Qué tiene que ver el amor con eso” (What’s Love Got to Do with It), el motor de su triunfo mundial con un videoclip en el que sus maravillosas piernas devoraban Nueva York. Ella no estaba muy convencida de cantar canciones de amor, pero esta, que Davies confiaba en que sería un éxito, sirvió de vehículo para expresar cómo se repara un corazón roto. Con ese coro cínico y desgarrador repitiendo el nombre de la canción.
“Si no hubiera estado dispuesta a salir de mi zona de confort, abrir mi mente un poco más y hacer el trabajo extra para hacerla mía, quién sabe si habría triunfado en mi carrera”, escribió en su autobiografía “Mi historia de amor” de 2018.
Pronto, su voz fue central en la canción “We are the World”, una colaboración de los artistas estadounidenses cuya recaudación se donó para ayudar a paliar una terrible hambruna que padecía Etiopía en ese 1985. A partir de allí su éxito se consolidó actuando y haciendo el tema central de la película Mad Max III, la distopía futurista que consagró a Mel Gibson. “No necesitamos otro héroe”, cantaba visceral Tina con la potencia de la “Tía Ama” (Aunty Entity), el personaje que interpretaba en la película “Más allá de la cúpula del trueno”. En el 95 haría también el tema de la película “GoldenEye” de James Bond.
Amiga de los Rollings Stones, “ella me ayudó tanto cuando era joven y nunca la olvidaré”, dijo Mick Jagger, de David Bowie, “¡Qué mujer!”, exclamó Rod Stewart ayer, Bryan Adams lloró la muerte de “una mujer increíblemente poderosa”, admirada por todos los grandes de la escena, se había despedido hace unos años de los escenarios que la vieron triunfar por el mundo. Dejó también grabados unos mantras religiosos que cobran extraordinaria resonancia en su voz educada cantando “spirituals” de la cultura negra estadounidense.
Se fue el jueves pasado a los 83 años en su casa en Küsnacht, cerca de Zúrich (Suiza).
Su vida extraordinaria puede verse en documentales y películas, sus temas hacen parte de una generación que bailó, cantó y aprendió con ella a expresar la sensualidad y la fuerza del ser con brillo y desparpajo. Hasta siempre.
La canción “Qué tiene que ver el amor con eso” (What’s Love Got to Do with It) fue el motor de su triunfo mundial con un videoclip en el que sus maravillosas piernas devoraban Nueva York.