Por Gloria Ocampos-Prieto gloria.ocampos@nacionmedia.com - Emilio Bazán y gentileza de Christian Palacios Feltes y Juanjo Ivaldi Zaldívar.
Cocina de autor, música, cerámica, teatro, poemas… una atmósfera ideal para entrañables conexiones de espíritus bohemios y amantes del arte. Las cenas de La Hamaca y la Luna han vuelto, luego de más de tres años, de manos de Tessa Rivarola y Juanjo Ivaldi, una talentosa pareja de artistas paraguayos que desde el 2019 reside en la lejana Islandia.
Ella es psicóloga comunitaria, actriz, titiritera y escribe subyugantes poemas; él, fotógrafo y un inquieto y creativo hacedor de manjares. Tessa Rivarola y Juanjo Ivaldi Zaldívar hacen alquimia con sus talentos y en generoso acto comparten todo su querer por sus quehaceres y pasiones, generando puentes de conexión entre el arte y la gente a través de una experiencia sensorial única.
Residentes desde el 2019 en Islandia, conocida como “la tierra del fuego y el hielo”, donde dominan los glaciares, géiseres y auroras boreales, en Europa del Norte, han vuelto a nuestro país después de tres años y medio. Se los percibe felices y emocionados; extrañaban los abrazos con la familia y la querencia de los amigos. Se quedan hasta febrero a disfrutar del terruño.
Son los creadores de La Hamaca y la Luna, el nombre que le dieron, allá por el 2016, a unas veladas en las que combinan gastronomía y arte. Pero no se trata de una cena más de este estilo. Eso se siente en cada ambiente que crean por el cariño que ponen en cada detalle, lo que hace que la vivencia no sea un mero acto de comer rico y escuchar buena música, sino de una verdadera fiesta de emociones y afectos, de infinitas tertulias, anécdotas y risas.
EN CASA DE ARTISTAS
En esta vuelta, desarrollan la propuesta con el leit motiv “La Hamaca y la Luna visita casas de artistas”, y Areguá, la Ciudad Creativa, fue el lugar que eligieron para el reencuentro. Fue hace una semana, en Mango Rojo, la casa taller de alfarería del artista Sebastián Schinini, quien abrió por primera (y única) vez las puertas de sus dominios para esta especial reunión de amigos. Juanjo preparó una cena de tres pasos; hubo zucchini relleno de ricota, sushi carnívoro coyguá, zucchi vegetariano y, de postre, un brownie sin harina.
En las mesas, vajilla de cerámica, por supuesto, piezas creadas por el dueño de casa quien, junto con Noelia Buttice, expuso esa noche las obras de su muestra “A dos orillas”. El artista local David Valdez cautivó con los arpegios de su guitarra mientras un artesano daba formas al barro en un añoso torno.
“Creamos noches temáticas, asiática, paraguaya, mexicana… y en esta ocasión el concepto giró en torno a la tierra y al fuego porque fue en un lugar donde se trabaja con la cerámica. Hubo 53 personas, que es normalmente la cantidad que reunimos, y estuvo realmente hermoso”, menciona Tessa.
“Fue superemocionante ver que la gente volvió a prenderse después de una larga ausencia. Fue emotiva, alegre. Verle de vuelta a las mismas personas que estuvieron con nosotros desde los inicios de esta propuesta hace algunos años, amigos, familiares y también gente nueva… fue realmente emotivo”, expresa Juanjo.
MIXTURA, MAGIA Y AMOR
Hubo mucha magia, “hubo mucho amor”, añade Tessa, quien cuenta a La Nación del Finde sobre la génesis de esta idea que cristalizó hace cuatro años, en su casa del barrio Santísima Trinidad, donde armaban toda una puesta en escena entre la cocina, la sala, el patio y el garaje.
“La idea de las cenas en casa La Hamaca y la Luna nace en el verano del 2016 durante un viaje a México, donde sentimos el impulso de apostar a una experiencia gastronómica combinada con música en vivo y exhibición de artes. Lograr generar esa mixtura en un espacio cálido como una casa. Finalmente, abrimos la cocina de nuestra casa una vez al mes durante cuatro años consecutivos, desde marzo del 2016 hasta mayo del 2019″, relata.
Explica que ofrecen un menú de tres pasos, todo artesanalmente preparado por Juanjo, un fotógrafo que quedó atrapado por el fascinante mundo de la cocina en Islandia, en ese tren de la supervivencia de los inmigrantes. Tessa sigue contando: “Cada noche hay una música o un músico invitado. Algunos que han pasado por las cenas en casa son Gabriel Espínola, Purahéi Soul, Olivia Berendson, Lara Barreto, Paula Rodríguez y otros. También tuvimos una noche de teatro con la obra de Héctor Silva. En cada edición preparamos también una exhibición de cuadros, cerámica o fotografía”.
Las puertas de la casa se abren a las 20:00 y los comensales van llegando a su ritmo. Para participar de la experiencia es necesario reservar con anterioridad. Tessa celebra la gran receptividad que tienen. “Nos dirigimos a gente que busca un ambiente distendido y disfruta del arte”, señala.
MESAS COMPARTIDAS
“Lo que queremos siempre es crear un espacio de conversación, de interacción en mesas compartidas. A diferencia de los restaurantes tradicionales, todo es distendido y armamos ambientes para que la gente se conozca e interactúe, todos como en una casa de amigos. También se pueden reservar mesas separadas si, por ejemplo, una pareja quiere disfrutar de la noche así, o grupos de amigos. Pero después todos se van integrando y se crea un ambiente genial de charlas interminables, de debates e intercambios de ideas, en un ambiente amable y respetuoso”, enfatiza Juanjo.
La experiencia garantiza paladares felices con ingeniosos manjares creados por el inquieto e innovador chef, un ambiente cuidado, cálido y distendido, la oportunidad de conocer personas en la mesa compartida, buena música y diversas expresiones de arte. Como el cupo es limitado, trabajan bajo reserva. Eso remarcan y subrayan la valiosa participación de Maria Claudia “Pitu” Ivaldi, hermana de Juanjo, y de Juan Verón. “Sin ellos esto no habría sido posible. Así también, en los cuatro años nos ayudaron en la cocina y como meseros otros amigos y familiares”, resalta Tessa.
Arropan el deseo de seguir desarrollando esta propuesta gastroartística en Islandia “y cada vez que venimos al país, seguir ofreciendo la experiencia”, manifiesta la artista de bellísimos ojos azules y sonrisa luminosa.
ENTRE GLACIARES Y FIORDOS
Juanjo y Tessa viven actualmente en Seyðisfjörður, una pequeña población de menos de 1.000 habitantes en los fiordos orientales de Islandia. Se dice que es el pueblo con más encanto de ese país, por lo que es un punto turístico de visita imprescindible. La pareja viajó en el 2019 a Islandia por un trabajo de verano que le salió a Juanjo en un restaurante y cervecería artesanal llamado Jón Riki, en un pueblo rodeado de glaciares.
“Nos fuimos quedando porque nos salieron oportunidades laborales en ese lugar, a Juanjo de chef, y a mí con un proyecto de teatro comunitario. Luego vino la pandemia y nos quedamos allí. Surgió la oportunidad de un puesto de profesora de arte en un fiordo aún más alejado de la capital y nos mudamos al pueblo donde residimos ahora, a 700 kilómetros de la capital”, relata.
“Allá hacemos diversos trabajos durante el verano, todo tipo de changas como decimos acá. Y durante el invierno yo estoy de profe de arte en la escuela y Juanjo trabaja de chef. Además, postulamos a proyectos comunitarios culturales. Gracias a unos fondos culturales, fondos regionales, hemos itinerado por la región de los fiordos del Este con una exhibición colectiva llamada Mirada Extraviada, fotografías de Juanjo y poemas míos sobre la naturaleza de Islandia “, menciona.
La pareja confiesa que, aunque extrañan los afectos y la tierra, no está en sus planes, al menos no a corto plazo, volver a asentarse en nuestro país. La magia de Islandia los atrapó, aunque no vean el sol durante cuatro meses. “La naturaleza es exuberante, majestuosa, poderosa”, exalta Tessa y destaca un aspecto que les llamó mucho la atención y que valoran tremendamente: “Allá es una prioridad para el gobierno que el artista trabaje en lo suyo, que se pueda desarrollar en su arte, y te ofrecen mucho apoyo. Esa es otra de las razones por las que nos seguimos quedando allá”.
PRÓXIMA EDICIÓN: TRIBUTO A UNA MAESTRA DEL ARTE
Siguiendo con el concepto “La Hamaca y la Luna visita casas de artistas”, la siguiente edición será especial, ya que será un tributo a la ceramista Keka Zaldívar, abuela de Juanjo. Será el jueves 1 de diciembre, en la residencia de la citada artista, en la ciudad de San Lorenzo. Keka fue una maestra de arte de rica trayectoria que desarrolló la cerámica contemporánea desde el contacto profundo con la tierra.
“El menú no está bien decidido todavía, pero lo más seguro es que sea comida paraguaya para celebrar un poco la vuelta a la tierra”, adelanta Juanjo. El foco artístico estará puesto en el maravilloso legado de Keka Zaldívar, cuyas obras estarán expuestas, y no faltará la buena música en vivo que será toda una sorpresa, dice.
Esta velada también representará la despedida de la pareja que, si bien se queda hasta febrero en Paraguay, tanto Tessa como Juanjo están enfocados también en otros proyectos artísticos que presentarán antes de su retorno a Islandia. Tessa hace un avance y cuenta que junto con la artista chilena Carola Mazzotti, con quien lleva adelante desde el 2009 la compañía Kunu’u Títeres, están montando una obra que subirá a escena en febrero; es una coproducción con gente del Brasil.