Por Gloria Ocampos Prieto, gloria.ocampos@nacionmedia.com
Fotos: Nadia Monges
Los títulos que la engalanan como “La ciudad más limpia del país” y “Capital ecológica del Paraguay” hacen de este enclave cordillerano un atractivo destino que, sin embargo, no se limita a mostrar impecables calles y plazas, pues atesora también sitios de gran valor turístico que invitan a ser conocidos.
Un imponente pórtico de acceso a la ciudad ya nos daba la primera impresión de que estábamos ingresando a un sitio diferente y es que Atyrá se presenta así, altiva y orgullosa de sus encantos y de todo lo que logró construir con el amor que tiene su gente por esta hermosa tierra cordillerana hasta convertirse en una ciudad de ejemplos imitables no solo para el país, sino para el mundo.
El excelente estado de la ruta que conduce a la localidad, tomando el desvío en Caacupé, nos permitió gozar de un viaje relajado hasta llegar a nuestro destino, ubicado a 60 kilómetros de la ciudad de Asunción. En el trayecto, cada paisaje era un regalo para la vista y para el alma. Todo es “instagrameable” en Atyrá, en especial en esta época en que los lapachos pintan de rosa, amarillo y blanco cada rincón, ofreciendo cautivantes postales, dignas de ser inmortalizadas en fotografías.
Ingresando al casco urbano, cientos de niños bulliciosos jugando en la cancha de pasto de su escuela en una bulliciosa fiesta deportiva que, a juzgar por los distintos diseños de sus camisetas, se trataba de un torneo de fútbol, era una escena que transmitía mucha alegría, color y vida, como todo lo que transcurre en la cotidianidad de los atyreños. Las calles lucen impecables, tanto las de asfalto como las de empedrado, y los baches están ausentes. La ciudad hace honor al título que ostenta y le da fama.
“En todos estos años que llevo como guía turístico, lo que los visitantes más valoran es la limpieza y la tranquilidad que se vive y se siente acá. El orden y el cuidado de nuestra ciudad, de la naturaleza, de nuestro entorno, es un estilo de vida para nosotros, gracias al legado de quien fuera el propulsor del cambio de Atyrá, nuestro recordado y querido don Feliciano Martínez, el intendente que en un solo período, entre 1991 y 1996, cambió totalmente la mentalidad de los atyreños. Hoy lo seguimos honrando y estamos orgullosos de seguir manteniendo el título de la ciudad más limpia del país”, destaca Gustavo Villalba, encargado de la Casa de Cultura de la comuna local y guía turístico, quien nos acompañó en esta visita por la apacible Atyrá.
“Mi trabajo consiste en recibir a la gente en la Casa de la Cultura y brindar información sobre la ciudad de Atyrá, su historia y su conformación actual, las actividades de los pobladores. La gente siempre está muy interesada en cómo logramos convertirnos en la ciudad más limpia del Paraguay, cómo iniciamos el trabajo comunitario de dar valor al orden y la limpieza, cómo se logró prender e instalar este estilo de vida en la comunidad”, enfatiza.
CIRCUITO TURÍSTICO
Los que visitan por primera vez Atyrá y quieren conocer sus principales atractivos pueden planear un circuito turístico con el guía, quien señala que normalmente el recorrido se inicia con la visita a la exposición permanente de los artesanos en la Peatonal Indio José, en el centro de la ciudad. “De ahí pasamos a la iglesia San Francisco de Asís para apreciar un poco el valioso trabajo que hicieron los nativos en este recinto sagrado, guiados por los misioneros franciscanos, creando un retablo de incalculable valor. Al costado de la iglesia, en el predio tenemos un reloj solar que atrae siempre la atención de propios y extraños”, dice.
“Tras un paseo por el casco urbano, nos dirigimos hacia el Centro Polifuncional Marianela, un complejo muy famoso y uno de los lugares más visitados de Atyrá, del cual ya es casi todo un emblema”, añade. Menciona que en esta construcción de 7.000 metros cuadrados se tiene una mezcla de lo rústico con lo moderno y que es único en su tipo en nuestro país. “Permite estar en contacto con la naturaleza, el arte, la espiritualidad y se disfruta de una paz reconfortante”, expresa.
Otro lugar que se convierte también en un punto de gran atractivo, especialmente para los devotos del divino Niño Jesús, es una capilla erigida en su honor y que cuenta con un mirador donde se puede disfrutar de paisajes majestuosos de Atyrá. Está ubicado en la comunidad de Monte Alto, a dos kilómetros y medio de la ciudad, en uno de los puntos de mayor altura de la localidad.
El circuito también incluye el chorro Karumbey, en el límite entre Atyrá y Tobatí. Es un lugar muy concurrido, en especial durante los meses de calor. Arropado por una naturaleza exuberante, este sitio de gran belleza invita a un momento de relax y distensión, olvidándose del mundo por un instante.
TIERRA DE ARTESANOS
El 50% de la población atyreña se dedica a la artesanía en cuero, otros a la curtiembre, también un poco a la carpintería, a la olería y al tallado en madera. En las comunidades de Tacuaty, Kaygua y Caacupemí están abocados a la cestería creando hermosos trabajos. El resto de la población, en las zonas rurales, trabaja en la agricultura y la ganadería.
“En nuestro itinerario también visitamos la casa del señor Silvio Franco que es un gran tallador de madera. Los chicos disfrutan mucho de las visitas a las olerías, donde pueden apreciar el proceso de elaboración del ladrillo, la teja y otros materiales para la construcción. Disfrutan mucho tocando el barro y haciendo ellos mismos los ladrillos. De igual manera, pasamos por las curtiembres, donde los artesanos les muestran el proceso de confección de distintos artículos de cuero: termos forrados, cintos, carteras, sandalias, etc., de donde los visitantes salen valorando más el trabajo que hacen estos artesanos”, destaca Villalba.
Atyrá dispone de una buena cantidad de hospedajes, tanto en el centro de la ciudad como en las comunidades rurales, donde hay posadas para todos los gustos como los que hay en la comunidad de Zanja Hû, que tiene un encanto especial y es uno de los sitios favoritos a la hora de buscar alojamientos.
EL COMPLEJO MARIANELA
Cinco años de intenso trabajo demandó la construcción del Centro Polifuncional Marianela, una obra de la congregación Santísimo Redentor. Es un recinto pensado para distintos tipos de actividades como conferencias, retiros, eventos sociales y deportivos, es también un hotel con varias habitaciones. El lugar está lleno de detalles originales y llamativos, ningún espacio es igual a otro y está cubierto de piezas de arte nacional y europeo, tanto de pinturas como tallados en madera y esculturas. “Acá tenemos el mural del antiguo pueblo de Atyrá, cuyo nombre proviene del vocablo guaraní ‘atyha’, que significa lugar de reunión. La historia cuenta que donde está ahora la sede de la municipalidad había siete árboles de yvapovo, cuyas sombras cobijaban a los caciques tobas y guaraníes cuando se reunían y trataban de solucionar los problemas de sus comunidades. Por eso el lugar recibía el nombre de Atyha. Con la llegada de los españoles, y como estos no hablaban guaraní, solo podían pronunciar la palabra ‘atyra’ y de ahí proviene la denominación actual”, relataVillalba.
UNA LEYENDA DE ORO
A unos cinco kilómetros de la ciudad, en el tramo Atyrá-Tobatí, el chorro de Karumbey es un tesoro natural arropado por una exuberante vegetación. Para llegar a él hay que sortear un empinado sendero de rocas. El paraje era un hábitat de tortugas, karumbe en guaraní, de ahí el nombre. El guía Gustavo Villalba cuenta que el lugar guarda una leyenda: “Los pobladores más antiguos de Atyrá cuentan que los que descubrieron este sitio encontraron una gran tortuga de oro“.
ARTE E INGENIO EN MONTE ALTO
El Centro Cultural Yryvu Keha, en la cumbre del cerro Monte Alto, es una parada obligada en Atyrá, que se levanta en medio de una naturaleza de excepcionales matices. Se trata de un proyecto artístico y cultural del ingenioso artista Miguel Alarcón Pibernat que cobra forma a base de un trabajo minucioso y constante con piedras, madera, hierro, lata, vidrio, plásticos y un sinnúmero más de elementos reciclados. Acoge el museo mitológico Pombero Róga, un mirador de piedra desde donde se observan paisajes de ensueño, y un sendero que invita a un “viaje al centro de la tierra”, toda una aventura en medio de una tupida vegetación. El castillo-galería de Alarcón Pibernat se levanta en el punto más alto y ofrece una exposición permanente de pinturas del anfitrión y de obras de otros artistas. Para quienes deseen pernoctar en el sitio, cuenta con un hospedaje, una construcción de piedra de arquitectura medieval, con piscina y todas las comodidades para una estancia inolvidable.