Tejedoras de la ciudad de Yataity, departamento del Guairá, ponen alma y vida para que la tradición de la confección a mano de sus telas y bordados se mantenga vigente. Ellas inician esta hermosa manifestación artística, trasmitida de generación en generación, cultivando su propio algodón para convertirlo luego en la tela del aopo’i, el encaje ju y otros bordados que forman parte de nuestra valiosa identidad cultural.
- Por Viviana Orrego
- viviana.orrego@nacionmedia.com
- Fotos René González
La ciudad de Yataity, conocida popularmente como “Cuna del aopo’i”, dista de Asunción unos 164 kilómetros. Cuenta con una población de casi 4.000 personas y con un amplio jardín de bosques nativos en los que se disfruta de una exuberante naturaleza y una importante fauna.
El 60% de la población económicamente activa se dedica al rubro de la artesanía, específicamente a la confección y el bordado a mano del aopo’i, el encaje ju y los diferentes tipos de tejidos artesanales que, más que un rubro económico, es una costumbre bastante arraigada entre las familias de esta localidad, quienes se dedican con mucho tesón a esta importante labor artística. Lo hacen alrededor de un brasero en tiempos de invierno, o mientras comparten en una ronda de tereré en compañía de la familia, según el relato de las principales protagonistas, que son las tejedoras.
“Ao” deriva del guaraní y significa tela o ropa, mientras que “po’i” quiere decir fino o delgado, que se traduce en prenda fina o delicada tela. El aopo’i se desarrolló a raíz de la política aislacionista del Paraguay independiente. Las mujeres paraguayas, atendiendo a que no tenían acceso a telas importadas, tuvieron que fabricar sus propios tejidos desde cero, hilando el algodón crudo, haciendo la tela en el telar y luego decorándola con bordados.
EL AUTÉNTICO AOPO’I
Hoy en día, la mayoría de las telas de aopo’i se hacen a máquina‚ pero sigue siendo confeccionado y bordado a mano. Todavía existen algunas artesanas que mantienen la tradición de hacer todo el proceso a mano en la ciudad de Yataity, y este trabajo es conocido como el “auténtico aopo’i”, según lo describe Eusebia Garcete, una de las legendarias tejedoras de Yataity, quien además de ser ama de casa por las mañanas, se hace de tiempo para tejer por las tardes y constituirse de esta forma en protagonista de esta manifestación artística declarada patrimonio nacional.
“Primero elaboramos nuestro hilo del algodón que nosotras mismas producimos en nuestras fincas, después preparamos el hilo para hacer la tela. Terminada la tela, hacemos los bordados y la terminación de cada prenda. La preparación del telar lleva tres días”, explicó Garcete mientras mostraba cómo iba poniendo a punto el algodón que se convertirá en tela.
Ella, como muchas otras mujeres, produce su propia materia prima desde el cultivo del algodón. Recordó que hay dos tipos de algodón, uno blanco y el otro marrón. Cosechado el algodón, se trabaja en la limpieza y selección de la materia prima, posteriormente se extiende para convertirlo en hilo, totalmente a mano.
“El hilo que creamos lo pesamos para ir sabiendo qué cantidad necesitamos, para qué cantidad de metros estamos teniendo, 30 gramos de hilo vienen a ser una onza y nosotros tenemos que calcular cuantas onzas necesitamos para un metro de tela”, explica doña Eusebia, mostrando los hilos cuidadosamente enredados.
El proceso de preparar el telar del “auténtico aopo’i” lleva tres días, desde la urdiembre que viene a ser las 18 portadas de hilo que hay que urdir y luego cortarlos para meterlos en el liso, que es lo que hace la trama del hilo, y lo último que se hace es meter en el peine y todo este proceso se va desarrollando a mano.
Doña Eusebia, que se dedica a esta labor por las tardes, afirma que puede hacer hasta un metro y medio por día, más de eso no, porque es un trabajo bastante minucioso y especial. “Yo divido mis tiempos, a la mañana soy ama de casa y a la tarde hago esto. Suelo hacer hasta un metro y 20 centímetros de tela, más de eso no se puede, porque es un trabajo muy minucioso, en un mes, aproximadamente, termino toda la tela”, dijo.
EN COOPERATIVA
Yataity cuenta con una cooperativa de producción artesanal que da fuente de trabajo a muchas artesanas, tejedoras de esta artesanía adquirida de generación a generación. También existen diferentes comités de mujeres artesanas dedicadas a este rubro de la artesanía, ya que casi toda la población está abocada de forma directa e indirecta, ya sea como bordadoras, lavanderas o confeccionistas.
Otras se dedican a vender los productos, están encargadas de llevar a Asunción, a diferentes puntos del país e incluso, ya se encuentra exportándose al mercado internacional. Esta actividad brinda una importante fuente de trabajo a la comunidad: las personas retiran los bordados, llevan a sus casas a trabajarlos y los devuelven a la cooperativa o a los diferentes comités de la ciudad para su posterior comercialización.
Las abuelas y madres enseñan a los niños desde muy pequeños la fabricación y confección de este preciado tejido y del bordado; ya sean hombres o mujeres, todos trabajan en familia manteniendo viva esta tradición, sello e identidad del Paraguay ante el mundo.
“Suelo hacer hasta un metro y 20 centímetros de tela al día, más de eso no se puede porque es un trabajo muy minucioso, en un mes, aproximadamente, termino toda la tela”, dice doña Eusebia.
Actualmente, las tejedoras van innovando, combinando el aopo’i con otras telas con el objetivo de llamar la atención de las nuevas generaciones para que valoricen lo nuestro.
VARIEDAD DE PUNTOS
Se cuenta con varios puntos, varios bordados, como el encaje ju que es algo muy típico de Yataity; también hay otros estilos de bordados como el ñandu pysã (dedo de araña); kamba pysã (dedo de negro). Las artesanas se inspiran en la naturaleza para ponerles nombres a sus bordados, así fue creciendo la diversidad de los puntos ornamentales.
Actualmente, las tejedoras van innovando, combinando el aopo’i con otras telas, con el objetivo de llamar la atención de las nuevas generaciones para que gusten y vistan este telar, por eso buscan combinar los diseños a la moda. El aopo’i, fino trabajo en auténtico algodón nativo, se aprecia en camisas, vestidos, blusas, manteles, toallas y otras prendas.
UNA MARCA DE LUJO
Rue Mariscal es una marca internacional de moda sustentable, de prendas confeccionadas de aopo’i y bordados a mano por unas 530 mujeres tejedoras de Yataity. La marca es vendida en la plataforma de moda de lujo más importante del mundo: Net-A-Porter.
“Es la primera marca en Sudamérica y del Mercosur que vende en el mercado de lujo y está asentada en Yataity del Guairá, Paraguay. Unas 530 mujeres artesanas del campo trabajan como tejedoras para la marca desde sus casas”, resaltó la diseñadora de moda internacional, formada en París, Gaba Espínola, fundadora y copropietaria de Rue Mariscal, una de las marcas que exporta el trabajo paraguayo al mundo y que mediante ello brinda empleo y estabilidad financiera a las artesanas paraguayas.
Esquivel destaca que en el 2018 conoció casi por accidente el aopo’i y que desde entonces quedó enamorada y encantada con el trabajo de las tejedoras de Yataity. Asegura que no puede explicarse que otros diseñadores no hayan conocido esta hermosa creación que hoy se encuentra en el mercado de lujo mundial, con un alto valor. Su marca trabaja en el rescate de una tradición como es el bordado a mano en aopo’i de manera diferente. No es una apropiación cultural porque crea prendas totalmente diferentes a las que se hacen tradicionalmente. No compite con las artesanas, más bien les brinda visibilidad a sus trabajos y los vende en un mercado de lujo, revalorizando la creación de estas tejedoras.