Hay más de 100 especies de rosas en el mundo y la mayor parte de ellas son originarias de Asia, pero hay muchas nativas de toda Europa, América y África occidental. Hay plantas de maceta, de tierra y ejemplares de gran porte que crean cataratas de flores en glorietas y trepando por tutores. Hay minirositas y grandes rosas de colores combinados que los cultivadores admiran y procuran mejorar más aún a través de injertos y creaciones.
Para conseguir éxito en el cultivo de una planta de rosa en casa, lo ideal es adquirir un ejemplar que veamos con tallo firme y verde, hojas verdes y mejor aún con pequeños pimpollos o brotes. Lo ideal es adquirirlo en viveros que garanticen que son plantas con raíces y no ramas arrancadas de otras plantas y que no presenten hojas amarillentas.
Los rosales necesitan suelo permeable, bien aireado (para evitar la proliferación de hongos en las hojas), profundo y sin compactar. Es la manera de que crezcan lozanos y saludables. Para evitar problemas de crecimiento, cuida que sus raíces no se enreden con las de otras plantas. Los rosales viven mejor al sol que a la sombra. Por eso, lo ideal es un emplazamiento soleado, aunque no demasiado caluroso.
Si hay alguna planta que ha superado la prueba de las modas, épocas y gustos sin perder el sitial de preferencia que ha logrado desde hace siglos, esa es la rosa.