Se trata de una planta herbácea que posee multitud de usos, entre los que destaca la recolección de su popular fruto o su carácter oleaginoso. Sin embargo, el girasol también es una especie muy ornamental, con gran belleza como un gran sol dorado que ilumina cualquier lugar. Es una planta alegre, de graciosa silueta, que no debería faltar en ningún jardín o patio.
Está ligada íntimamente al sol como ninguna otra pues lo necesitan para orientar sus flores y hojas siempre. Por eso necesariamente si lo plantamos en jardines debemos asegurar que le lleguen los rayos del sol la mayor cantidad de horas del día, por lo menos exige 6 horas de sol directo. Debe, además, tener el suelo hidratado lo suficientemente pues tiene largas raíces por donde busca nutrientes y agua. Si sufre falta de agua, su follaje perderá verdor y energía y no podrá sostener bien las flores. Riego constante y moderado sería suficientes.
En los viveros hay semillas de todo tipo que se pueden germinar y transplantar incluso a macetas (una planta por maceta, no más) y de tamaños adecuados para evitar que lleguen a los 3 metros de altura que pueden alcanzar en su forma habitual. Hay que fijarse bien al comprar plantines de girasol o semillas que sean especies que no crecen de gran altura. Las plantas deben estar por lo menos 30 centímetros separadas unas de otras; en una plantera holgada con el sustrato adecuado, florecerán muy bellas al sol.