Nostalgia, romanticismo... los consumidores de la moda vintage encuentran algo especial en las piezas que fueron íconos en épocas pasadas y que vuelven con fuerza, pero no por una simple cuestión de tendencia, sino que también por un compromiso con el medio ambiente al fomentar la moda circular.
Hacer que lo viejo vuelva a ser nuevo no es un mero capricho de la moda actual, va más allá de lo cool. Encierra toda una filosofía de responsabilidad social pues los consumidores del estilo vintage adoptan una mentalidad más ecológica. En efecto, además de sentirse cautivados por la magia, el romanticismo y la nostalgia de los looks de archivo, sus cultores contribuyen a la moda circular haciendo que, entre otras cosas, den segundas oportunidades a piezas de calidad y se vaya reduciendo paulatinamente el fast fashion. Esto se explica como el fenómeno por el cual se introducen colecciones de ropa que siguen las últimas tendencias de la moda y que fueron diseñadas y fabricadas de forma acelerada y a bajo costo.
El impacto ecológico que genera la moda rápida es devastador por el alto consumo de recursos naturales e insumos químicos y la generación de vertimientos y emisiones. La industria de la moda se encuentra entre las más contaminantes del mundo y, en palabras de la diseñadora Stella McCartney, se ha vuelto “increíblemente derrochadora y perjudicial para el ambiente”.
Sin embargo, la moda vintage ama al medio ambiente porque comprando ropa de segunda mano se está contribuyendo a reducir el tamaño de los vertederos, luchar contra la deforestación, además de ayudar a ahorrar agua y a reducir la contaminación de tóxicos como los tintes que se emplean para la ropa.
Por otro lado, este modo de vestir consciente y ético conquista especialmente a los espíritus rebeldes pues ofrece la posibilidad de lucir prendas únicas y no dejarse llevar por los must que imponen las marcas. Con una pieza vintage podés lograr un estilo muy personal añadiendo un complemento protagonista para crear un estilismo fuera de los cánones actuales y que te haga ver diferente al resto.
La moda vintage, un modo de vestir consciente y ético, conquista especialmente a los espíritus rebeldes pues ofrece la posibilidad de lucir prendas únicas y no dejarse llevar por los must de temporada que imponen las marcas.
“Reutilizar es la clave”
Claudia Soto y Gustavo Riego son propietarios de Lamusa Py, una tienda asuncena de moda preloved especializada en el estilo vintage, con piezas que llegan de varios países europeos y de conocidas marcas para hacer realidad los deseos de cultoras de una tendencia que pisa cada vez más fuerte en nuestro medio. “En 2020 Gustavo me animó a que trabajemos juntos en la selección de piezas vintage y preamadas ya que él venía de Bélgica donde está dentro de la cultura ese consumo más consciente y ético”, comenta Claudia.
“Vimos un nicho que busca la moda vintage y que realmente cuesta llenar porque no hay acceso directo a proveedores que tengan este tipo de productos. Dentro de nuestra cultura aún falta concienciar sobre el valor real de las piezas vintage que nada tienen que ver con las de segunda mano contemporáneas que llegan en fardos”, subraya.
La emprendedora espera que más personas conozcan sobre este estilo de vida más consciente utilizando los recursos que se tienen. “Reutilizar es la clave. Todo lo que tenemos a nuestro alcance que está hecho puede volver a circular, hay una infinidad de productos que solo merecen otra oportunidad, no necesitamos más”, sostiene.
La tarea de compra y selección de las prendas no es una tarea fácil, según refiere Claudia. “Buscamos mucho y llenamos un stock limitado que empezamos a traer en 2021 de Bélgica directamente, ya que en Europa tienen muchísima variedad en cuanto a lo que buscamos ofrecer como piezas de Alemania, Austria, Bélgica, Italia, Portugal, España. Si bien acá en Paraguay también encontramos, el tiempo en inversión de búsqueda es mucho mayor ya que no se encuentra fácilmente”, menciona.
En Lamusa Py se adaptan las piezas vintage y preamadas dentro de looks contemporáneos. “Muchas veces pueden ver el producto y no saber con qué o cómo usarlo, pero al mostrarles combinaciones posibles es un ¡guau, quiero! Algo importante es que siempre hacemos producciones de fotos para distintos gustos; nuestro rango de edad más fuerte va de 20 a 50 años aproximadamente, muchas compran en familia”, expresa.