Esta tendencia no es tan nueva pero lo que sí, llegó para quedarse. El slow fashion se fundamenta en el equilibrio y sostenibilidad de las ropas y accesorios ¿Por qué? Básicamente porque la industria textil y de la moda es la segunda más contaminante en el mundo.

Cuando hablamos de slow fashion nos referimos a un sistema de producción que surgió para desterrar a su antítesis, la moda desechable. Lo que busca es resaltar el valor, la calidad y la selección de materiales e insumos con los que se fabrican las prendas. Para que una ropa cumpla con estos requisitos debe ser sustentable, perdurable y eco-friendly.

Las marcas que siguen esta corriente de pensamientos se enfocan en la calidad de la prenda y que sean atemporal, es decir, que no siga las reglas de las tendencias pasajeras, tienen cuidado con el origen de la materia prima, la cantidad de ropa que se fabrica, su costo y que en el proceso de su fabricación no haya ningún tipo de desperdicio (zero waste).

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VENTAJAS

Dentro del estilo de vida sostenible no hay lugar para el derroche y los desperdicios, lo mismo pasa con la ropa; cada prenda que adquirimos posee versatilidad y una calidad que perdura en el tiempo. Cuando optamos por el slow fashion evadimos la acumulación innecesaria y podemos llegar a sentir cierto apego por la prenda, así como si heredáramos un vestido que era de mamá o un accesorio de la abuela. La única desventaja de este sistema es que los costos son elevados y cuesta encontrar marcas o prendas de colección atemporal, pero si se apuesta por él, estaremos vistiendo algo exclusivo, sostenible para el medio ambiente y de gran calidad.


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