Dos víctimas de la dictadura paraguaya de Alfredo Stroessner (1954-1989) visitaron ayer viernes la sede policial en Asunción donde relataron al juez las torturas a las que fueron sometidos por el entonces comisario Eusebio Torres, ahora de 87 años y conocido entonces por interrogar a sus detenidos con un látigo.
“Estamos activando la memoria y al mismo tiempo el estrés del shock post traumático. Venir aquí es una forma de revictimizarnos, pero es una obligación pasar por esto”, dijo entre lágrimas Carlos Casco, de 69 años. Lo acompañaba su hermano Luis, de 72, el otro querellante en este caso sobre hechos que datan de 1976 y en el que han comparecido cerca de unos 20 testigos.
Al reconocer el lugar, otros testigos relataron su vivencia a periodistas. “Eusebio Torres me torturó a mí y a muchos compañeros de las facultades que estábamos presos; éramos cerca de 400, 500 personas”, aseguró Raúl Monte Domecq. En las audiencias que comenzaron la semana pasada, Torres -quien niega las acusaciones- asistió sin palabras a través de una computadora desde su casa debido al arresto domiciliario que cumple.
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La historia era distinta hace 47 años. “Con un látigo trenzado de cuero, comienza a castigarme, así con rabia, con mucha rabia, como si yo le hubiera pateado a su madre, y uno de esos latigazos se va a mi ojo y me revienta el cristalino”, dijo en su testimonio Carlos Arestivo, quien lleva un ojo de cristal.
Son testigos hoy ancianos y frágiles, pero para quienes este juicio “es un hecho muy importante; muy pocos policías y exjerarcas de la dictadura de Stroessner han sido procesados y recibieron condena”, aseguró a la AFP uno de ellos, Antonio Valenzuela Pecci. “Estamos movidos por un deseo de justicia, no de venganza”, afirmó. La fiscalía pide 15 años de prisión para Torres y la defensa su absolución. Se espera que el juez Manuel Aguirre dé a conocer la sentencia el martes.
Operación Cóndor
La dictadura de 35 años del general Stroessner dejó 59 ejecuciones extrajudiciales, 336 desaparecidos, cerca de 20.000 detenciones ilegales y casi 19.000 casos de tortura. En su informe de 2008, la Comisión Verdad y Justicia señaló que “una de cada 133 personas fue torturada” en Paraguay. Sin embargo, los procesos judiciales posteriores a la dictadura fueron pocos. Una decena de policías resultaron procesados por casos de tortura y Stroessner murió impune en 2006 a sus 93 años, sin haber sido extraditado nunca de su exilio dorado en Brasil.
“La justicia no es justicia. El ‘stronismo’ nunca salió de este país. Toda esta gente que ha cometido crímenes de lesa humanidad está a salvo”, reclamó Guillermina Kanonnikoff, otra de las víctimas, de 70 años. Y añadió: “Le puedo asegurar que este tipo (Torres) sabe exactamente qué hicieron con los desaparecidos en 1976″, cuando ocurría la “Operación Cóndor”, un pacto secreto de las dictaduras del cono sur de la década de 1970 para perseguir y eliminar a disidentes más allá de las fronteras nacionales.
Látigo y picana
El nombre de Torres o “Tejuruguai” (látigo en guaraní), como lo llamaban los detenidos, evoca terror. Como comisario y abogado, era él quien tomaba las llamadas “declaraciones” de los jóvenes sospechosos de subversión. “Mi hijo tenía 8 meses cuando él me latigaba”, contó Kanonnikoff. “Yo he visto compañeros destrozados en Investigaciones. ‘¡Este no amanece vivo!’, decía”.
Su marido, Mario, murió en “Investigaciones” y ella amamantó en cautiverio a su bebé y a otros dos hijos de presas. Otros, como Constantino Coronel, de 92 años, recordaron cómo le hacían beber sangre de sus propias heridas, le sumergían la cabeza en un inodoro lleno de materia fecal y las interminables sesiones de “picana” eléctrica. La defensa de Torres alegó que los delitos habían prescrito, y que los actos de tortura debían recalificarse como lesiones, para reducir la pena. Esto fue rechazado por el tribunal.
Fuente: AFP.