La hiperconectividad de estos tiempos trae una exposición constante. Fotos, imágenes, comentarios. Desde aquel inocente “me gusta” en algún posteo hasta transacciones bancarias digitales son cuestiones cotidianas que va formando nuestra identidad digital en el mundo virtual. Un mundo en el que Paraguay sigue atrasado -como en muchas otras cosas– respecto a garantizar el derecho de las personas de proteger esa identidad.
La oficina contra delitos informáticos del Ministerio Público tiene 2.500 causas abiertas por delitos digitales en lo que va de este año. Abarca desde aquellas pequeñas denuncias que tienen que ver con transferencias pequeñas de dinero vía internet o hasta el hackeo o la violación de grandes proyectos digitales o sistemas de seguridad en este ámbito.
Se define como delito informático a esa actividad ilícita que busca causar algún daño o alguna pérdida a una tercera persona o personas a través de sistemas informáticos. Algo impensado décadas atrás hoy es una realidad y abarca todo un submundo.
Para la fiscala Irma Llano, especializada en la lucha contra los delitos en este ámbito, la cuestión va mucho más allá de las cuestiones cercanas e implica una nueva forma de comportamiento de las personas en cuanto a su seguridad en internet y sobre todo en las redes sociales.
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La perpetuidad de todo lo que levantamos a la red es una situación que muchas veces la gente no tiene en cuenta. “Es importante pensar una, dos o tres veces antes de subir una foto, una imagen, incluso un comentario porque alguien hace una captura de eso, lo comparte en los grupos de Whatsapp o lo recomparte en sus redes y eso se vuelve incontrolable”, dice Llano.
Esto hace que nuestros datos, nuestras fotos, nuestros comentarios queden expuestos a millones de personas. Es como aquella famosa frase policiaca que aprendimos en las películas de “todo lo que dice puede ser utilizado en su contra”, en internet, la cuestión pasa por “todo lo que ha subido a la red puede ser utilizado en su contra”.
Llano habla del “ciberespacio”, que sería como una sociedad vía internet donde las personas van formando sus ideas, exponiéndolas, dando a conocer lo que le agrada y no, y en la cual la gente va estableciendo sus vivencias sociales, educativas, políticas, religiosas, etc. Todo esto justamente es la identidad digital.
Ese aluvión de datos personales expuestos en un espacio donde millones de personas interactúan diariamente puede ser un peligro y más aún en un país como el nuestro, donde las regulaciones contra los delitos que puedan afectar nuestra identidad digital están muy atrasadas o directamente no existen.
“Estamos atrasados. En Europa el tema de la protección de datos de los ciudadanos es una cuestión sumamente importante y que está en la agenda de los Estados”, expone Llano.
Por citar un ejemplo, la usurpación de identidad digital, es decir, que cualquier persona utilice nuestra fotos, datos personales y maneje esa información para cualquier fin, ni siquiera está penalizado en Paraguay. Y se trata de un delito que cada vez tiene más casos en el país.
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Actualmente Paraguay cuenta con una norma de protección de datos personales, a través de la ley N.º 1.682, modificada posteriormente por la Nº 1969 (la “Ley Paraguaya de Protección de Datos”), pero carece de un concepto definido de dato personal.
Para Maximiliano Campos Ríos, profesor e investigador de varias universidades de América Latina y consultor internacional en gestión pública y modernización del Estado, especializado en cuestiones digitales, la “Identidad digital” consiste en millones de datos que proporcionamos en la web, más allá de nuestro correo electrónico y dirección, que incluyen fotos, comentarios, datos bancarios y preferencias como consumidores.
“La identidad física es un derecho humano, por lo tanto, la identidad digital en sí misma debe ser protegida, respetada y es intrínseca a una sola persona. Por esta razón, en los Estados, el tema identidad digital y datos personales se tratan con normativas legales”, expone Campos Ríos.
Sin embargo, esas normativas legales de la que habla el especialista todavía no es una realidad en Paraguay. Actualmente existe una propuesta de ley llamada “De Servicios de Confianza” o también conocida como de “Identidad Electrónica” que ya abrió dos frentes.
Una versión, aprobada en junio pasado por la Cámara de Senadores, es apoyada por las operadoras telefónicas, mientras que la otra versión, aprobada en la Cámara de Diputados, es apoyada por las entidades bancarias. La cuestión es que esta ley regula las transferencias monetarias o billeteras electrónicas, un servicio que utilizan cerca de tres millones de personas en el país.
¿Por qué es necesario contar con una identidad digital?
Para Campos Ríos, es necesario ya que muchos de nuestros datos se convirtieron, prácticamente, en datos de acceso público. “Este fenómeno se incrementó con el uso de las redes sociales y las economías de plataformas. Cuando un conjunto de datos personales se asocia a una persona en un marco digital, algunos lo llaman identidad digital”, sostiene el especialista.
Campos Ríos dice que los problemas comienzan porque una persona solo puede tener una identidad real, pero puede crear varias identidades digitales, dependiendo de la forma en que conforme el conjunto de datos en los diferentes ámbitos. “Por eso mismo, es de suma importancia crear infraestructura y normativa ligada a la ciberseguridad. Para que no hay suplantaciones o problemas de validación y autenticación”, asegura.
En ese sentido, la doctora Llano habla de que Paraguay se adhirió en el 2017 al Convenio de Budapest, un conjunto de medidas establecido por el Consejo de Europa – ya en el 2001 – para evitar los delitos informáticos.
Nuestro país se alió a este proyecto con la idea principalmente de establecer alianzas y cooperación internacional en la lucha contra el cibercrimen, una actividad que fue creciendo a la par de internet.
Para Campos Ríos, no hay duda que que son el Estado y sus poderes públicos los responsables de reconocer una identidad digital y de protegerlo.
“Así como se respalda y documenta nuestra única identidad en su versión papel, lo mismo debería pasar con la identidad digital. El papel cada vez tiene menos valor. No solo porque el papel haya caído en desgracia, sino, y sobre todo, porque la vida analógica (única) está feneciendo frente a nuestra vida digital (múltiple)”, dice el profesional.
Como investigador del área, Campos Ríos dice que el Estado paraguayo lanzó una iniciativa de identidad electrónica en el Decreto 8709 de 2018 para que los ciudadanos y ciudadanas puedan usar en sus interacciones con la administración pública. “Sin embargo en Paraguay no hay regulación especial para que los privados puedan ofrecer servicios de identificación digital”, sostiene.