Mientras gasta millones para celebrar Año Nuevo, el intendente de Ciudad del Este, Miguel Prieto, no solo evita pagar salarios de los funcionarios municipales, sino que sigue esquivando a la Justicia. El jefe de la comuna esteña sigue sin responder ante la Justicia por el millonario desvío de fondos en plena pandemia para kits alimentarios que nunca llegaron.

  • Unidad de Investigación Nación Media

El desvío de fondos públicos en la Muni­cipalidad de Ciudad del Este durante la gestión del intendente Miguel Prieto sigue siendo un caso emble­mático de corrupción e impu­nidad en Paraguay. A pesar de las graves denuncias, los res­ponsables continúan evitando enfrentar las consecuencias legales. El esquema involucra la adjudicación irregular de contratos millonarios para la provisión de kits de alimentos destinados a familias vulne­rables durante la pandemia de covid-19, en lo que parece haber sido un montaje para desviar recursos públicos. La trama alcanzó niveles de opu­lencia cuando una de las acu­sadas adquirió una lujosa pro­piedad en un exclusivo barrio cerrado.

KITS DE ALIMENTOS QUE NUNCA LLEGARON

La investigación del Minis­terio Público señala que, en marzo de 2020, la Municipa­lidad de Ciudad del Este con­vocó a una licitación por vía de excepción para la adqui­sición de 25.000 kits de ali­mentos, con un costo total de G. 1.769.790.000. Según la imputación, esta operación, encabezada por el intendente Miguel Prieto, resultó en un perjuicio económico signifi­cativo para la comuna.

La empresa adjudicada, Tía Chela SRL, presentó una oferta de casi G. 3.000 millo­nes, pero las irregularidades comenzaron a surgir rápida­mente. La Fiscalía sostiene que Tía Chela no contaba con el inventario necesario para cumplir con el contrato ni con la capacidad financiera, técnica o experiencia para manejar una licitación de esa magnitud. Además, no se presentó documentación que demostrara la capacidad de la empresa para proveer los bie­nes ofertados de forma inme­diata.

Los documentos indican que la municipalidad realizó dos pagos: uno el 27 de marzo de 2020 por G. 1.769.790.000, correspondiente a 15.000 kits, y otro el 13 de abril de 2020 por los 10.000 kits restantes. Sin embargo, la Fiscalía asegura que estos kits nunca fueron entregados en su totalidad, lo que configura un claro caso de defraudación.

EL PAPEL DE VANEMI SA EN EL ESQUEMA

Una pieza clave del entra­mado es Emili Vanessa Flo­rentín Páez, asesora jurídica de la Municipalidad de Ciu­dad del Este y propietaria de la firma Vanemi SA. Según la acusación, Florentín Páez jugó un papel central en la simula­ción de entregas y operacio­nes ficticias para encubrir la falta de provisión de los kits. Vanemi SA, que actuó como subproveedora de Tía Chela SRL, emitió facturas por un total de G. 692.155.023, jus­tificando compras que nunca se realizaron.

La Fiscalía descubrió que las transacciones de Vanemi SA formaban parte de un esquema fraudulento que incluía la emisión de facturas falsas y la participación de al menos cuatro subproveedores ficticios. Estas maniobras sir­vieron para simular cadenas de compraventa inexistentes, engañando a las autoridades municipales y justificando el desvío de recursos públicos.

Además, Fermín Ávalos Bri­tos, representante legal de Tía Chela, facilitó la estructura de su empresa para concre­tar la ficticia adquisición de los kits. Según los investiga­dores, Ávalos presentó una oferta el 23 de marzo de 2020, a pesar de saber que no con­taba con los recursos necesa­rios para cumplir con el con­trato. A pesar de ello, obtuvo la adjudicación y recibió los pagos correspondientes, sin entregar las mercaderías acordadas.

UNA CASA DE LUJO EN EL PARANÁ COUNTRY CLUB

El caso toma un giro aún más escandaloso con la adquisi­ción de una lujosa propiedad en el Paraná Country Club, valorada en USD 370.000 (aproximadamente G. 3.000 millones). Según la investiga­ción, esta casa fue comprada por Vanemi SA en 2019, justo cuando la empresa comenzó a recibir contratos millonarios de la Municipalidad de Ciudad del Este.

La Fiscalía argumenta que esta adquisición es un indi­cio del uso indebido de los recursos públicos desviados mediante el esquema fraudu­lento. La lujosa residencia se suma a las pruebas de enri­quecimiento ilícito por parte de las personas vinculadas al esquema de corrupción.

Además de Miguel Prieto y Emili Vanessa Florentín Páez, otras personas están implicadas en este entra­mado. Entre los procesados figuran Maggi Elizabeth Fariña Almada, Sebastián Martínez Insfrán, José Félix Cáceres Galeano, Julián Benítez Gamarra, Fran­cisco Arrúa Álvarez, Higinio Ramón Acuña, Cirle Alca­raz Ramírez, Nelson Sego­via Acevedo y Fermín Ávalos Britos. La Fiscalía los acusa de participar en un esquema que causó un perjuicio total de G. 2.130.036.160, afec­tando gravemente las finan­zas públicas en un momento crítico para la población.

La imputación detalla cómo estas personas colaboraron en la adjudicación irregular de contratos, la emisión de facturas falsas y la simula­ción de entregas de produc­tos. El caso representa un ejemplo de cómo el desvío de recursos públicos puede agra­varse en contextos de emer­gencia, cuando las necesida­des de la población son más apremiantes.

IMPUNIDAD Y FALTA DE RESPUESTAS

A pesar de las pruebas presen­tadas por la Fiscalía, el caso sigue sin resolverse en los tribunales, lo que alimenta la percepción de impunidad en torno a la gestión de Miguel Prieto. Mientras otros casos similares, como el desvío de fondos en la Gobernación de Central por Hugo Javier Gon­zález, ya llegaron a condenas ejemplares, las irregularida­des en Ciudad del Este perma­necen estancadas.

La falta de acción por parte de las autoridades judiciales y la opacidad en el manejo de los fondos públicos generan serias dudas sobre la rendi­ción de cuentas en la gestión de Prieto. Además, el impacto de estas irregularidades tras­ciende el ámbito legal, ya que los recursos desviados esta­ban destinados a atender a los sectores más vulnerables durante la pandemia.

UNA DEUDA DE LA JUSTICIA

El caso de los kits de alimen­tos no entregados y las ope­raciones ficticias en Ciudad del Este pone de manifiesto las debilidades del sistema de control y transparencia en la administración pública. Con más de G. 2.100 millones de fondos públicos comprome­tidos en un esquema fraudu­lento, la necesidad de justi­cia y rendición de cuentas es imperativa.

La ciudadanía de Ciudad del Este espera respuestas cla­ras y acciones concretas para garantizar que los responsa­bles enfrenten las consecuen­cias de sus actos. Este caso no solo afecta la credibilidad de la gestión municipal, sino que también pone en evidencia la necesidad urgente de fortale­cer los mecanismos de control y supervisión en el uso de los recursos públicos.

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