Un gigantesco esquema de lavado de activos vinculado a varios jefes del narcotráfico realizó millonarios movimientos de dinero utilizando el sistema bancario, particularmente a Zeta Bank. De acuerdo con los investigadores, movían fondos simulando préstamos que decían utilizar para la ganadería. Un esquema calcado se utilizaba en el caso Cabeza Branca, pero a través del banco Atlas, propiedad del grupo Zuccolillo.
Préstamos simulados, operaciones de ganadería para lavar dinero proveniente del narcotráfico, bancos de plaza dentro del circuito. El esquema revelado en el acta de imputación del diputado Eulalio “Lalo” Gomes, muerto durante un procedimiento policial en su residencia en Pedro Juan Caballero, parece la copia del esquema utilizado por el capo narcotraficante Luiz Carlos da Rocha, alias Cabeza Branca, a través del banco Atlas, propiedad del grupo Zuccolillo.
LA ESTANCIA PARA LAVAR
El acta de imputación revela que el fallecido diputado y su hijo, Alexandre Rodrigues Gomes, formarían parte de un esquema dedicado al lavado de activos y a la entrega de asistencia financiera a organizaciones criminales lideradas por los narcotraficantes Jarvis Chimenes Pavão, Luiz Carlos da Rocha y Diego Isaac Benítez.
En particular, el caso relata los movimientos realizados en torno a la estancia Negla Poty, que estaría vinculada al esquema criminal de Pavão.
La imputación alcanzó también al presidente de Zeta Bank, Luis María Zubizarreta Zaputovich, y a uno de sus accionistas, John Gerald Mathías Gaona. Ambos empresarios están bajo escrutinio por su presunta participación en un esquema de lavado de dinero que involucra la venta de un lujoso inmueble en el distrito de Bella Vista, Amambay.
Según la acusación, Zubizarreta y Mathías habrían facilitado la transferencia de la estancia Negla Poty, una propiedad de 670 hectáreas, a Alexandre Rodrigues Gomes, hijo del congresista Eulalio Gomes. La operación, realizada el 21 de mayo de 2020, fue valorada en USD 1.725.750. No obstante, la transacción está envuelta en irregularidades que han despertado sospechas sobre su legalidad y sobre la naturaleza de los fondos involucrados.
Lo que agrava la situación es que, al momento de la venta, Finexpar no era legalmente titular del bien. De hecho, la firma adquirió formalmente la propiedad recién el 7 de julio de 2020, mediante una transferencia realizada por Cepagro SAECA, una empresa representada por Carlos Oleñik Memmel, quien está imputado por su presunta participación en un esquema de lavado de dinero vinculado al caso Pavo Real. Esta transferencia fue realizada como dación de pago por operaciones morosas, lo que levanta aún más sospechas sobre el trasfondo de la transacción.
Las autoridades creen que la transacción fue parte de un plan cuidadosamente diseñado por miembros de una estructura criminal vinculada a Jarvis Chimenes Pavão. Según la investigación, Oleñik Memmel, con el respaldo de los representantes de Finexpar, habría facilitado el cumplimiento de compromisos financieros asumidos con líderes de grupos criminales. Esta cooperación, señalan los investigadores, fue crucial para dar apariencia de legitimidad a una serie de operaciones ilícitas, incluyendo la venta de la estancia.
Los documentos y comunicaciones revisados durante la investigación sugieren que la venta de la estancia Negla Poty estuvo manipulada desde el principio para favorecer a la familia Gomes, siguiendo instrucciones directas de Luan Pavão Nascimento, otro imputado en la causa. Las conversaciones entre Nascimento, Adrián Rolando Brizuela Olmedo (también imputado), y Carlos Oleñik revelan que la transacción fue orquestada para transferir la propiedad en las fechas y a la persona indicadas por el grupo criminal.
UN CASO CALCADO
Probablemente el amable lector sentirá que la historia es repetida, aunque con actores diferentes y no le faltarían motivos para ello. Y es que parece un calco del caso del banco Atlas y el narcotraficante Luiz Carlos da Rocha, alias Cabeza Branca.
En 2015, el banco Atlas otorgó un préstamo de USD 6,5 millones a la firma Biocombustible Brasileño (Biobras), cuyo presidente es Gilberto Suárez, uno de los señalados como supuesto prestanombre de Da Rocha, puesto que el mismo es en realidad un modesto tractorista.
En noviembre del año 2015, Suárez suscribió un contrato con el banco Atlas para una línea de crédito con garantía hipotecaria, de la suma de USD 6.421.857,37, la cual iba a ser utilizada mediante préstamos y otras operaciones bancarias.
Como garantía hipotecaria, el presidente de Biobras ofreció las fincas de la estancia Cielo Azul, por lo que tras el incumpliendo del acuerdo, al no haber pagado al banco, la familia Zuccolillo recurrió en el año 2019 a la Justicia para la ejecución hipotecaria. Sin embargo, el inmueble en cuestión ya estaba a cargo de Senabico y la Justicia dispuso una medida de prohibición de contratar sobre el mismo.
En el contexto de las clásicas movidas judiciales de fin de año, en diciembre pasado se perfiló un remate judicial que favorecía los intereses del grupo empresarial Zuccolillo y perjudica al Estado. Este remate buscaba recuperar el crédito hipotecario millonario que el banco Atlas otorgó al tractorista testaferro del narcotraficante.
El 12 de diciembre, el juez del 7.° turno en lo Civil y Comercial, Édgar Rivas, ordenó el remate de la estancia Cielo Azul, propiedad de Cabeza Branca, en detrimento de la Senabico, que actualmente administra el inmueble incautado. Pese a los múltiples pedidos para realizar una subasta y pagar al acreedor, el juez dispuso que el remate se efectuara el 29 de diciembre de 2023, con publicaciones en el diario Abc Color, desacatando las medidas cautelares que pesan sobre el inmueble.
Con esta maniobra judicial, el Estado paraguayo podría haber perdido un bien valuado en USD 18 millones al ser rematado por una deuda de USD 3 millones reclamada por el banco Atlas, tras su cuestionable negocio con el tractorista testaferro del narco Cabeza Branca.
Si el remate prosperaba, el banco Atlas podría adjudicarse un inmueble cuyo valor supera con creces la deuda pretendida, frustrando así los esfuerzos del Estado por recuperar activos del crimen organizado y abriendo la puerta a que en el futuro procesados puedan recuperar sus bienes mediante deudas simuladas.