Un operador político, en la práctica vendedor de asadito y guardia de seguridad, que pasó por tres cursos de 1 mes en el Servicio Nacional de Promoción Profesional y que, dicho por los alumnos que participaron del curso de panadería y confitería, nada entendía del tema, ya que solo repartía folletería de recetas, aparece como “docente/instructor” de la ONG de la funcionaria de confianza del senador Eduardo Nakayama. La organización recibió G. 1.822 millones del Ministerio del Trabajo en la época de Carla Bacigalupo y aparece el clan familiar de su presidente como operadores políticos favorecidos con sueldos y honorarios.
- Por Rossana Escobar M.
- rossana.escobar@nacionmedia.com
Cursos de mandos medios que instituciones como el Sistema Nacional de Promoción Profesional (SNPP), el Sistema Nacional de Formación y Capacitación Laboral (Sinafocal) llevan adelante como oportunidades de rápida salida laboral sufrieron el clientelismo político durante el gobierno anterior y fueron bastardeados por ONG, que mediante convenio con el Ministerio del Trabajo, recibió millonarias transferencias para capacitar. Proyecto es fachada de una agencia de empleo familiar detrás y repartija de sueldo a operadores políticos con el agravante de precariedades en la formación de quienes buscan formarse para el mercado laboral, que se traduce en un fraude.
Puenteando al Sinafocal y el SNPP, la exministra Carla Bacigalupo firmó dos convenios con la ONG Fundación de Apoyo a la Educación Tecnológica (Fundatec), una organización inactiva hasta 2021, pero que fue rescatada precisamente en tiempos políticos y al año ya era beneficiada con millonarias transferencias, G. 1.822 millones entre 2022 y 2023.
De Fundatec forma parte Celsa Rodríguez, funcionaria de confianza que el senador Eduardo Nakayama ubicó en su despacho del Congreso Nacional. La mujer fue candidata a diputada por Central dentro del equipo político de Nakayama.
La funcionaria de confianza de Nakayama es secretaria de Fundatec y el presidente es Enrique Lorenzo Caballero, quienes firmaron el convenio con Bacigalupo para llevar cursos de capacitación al departamento de Alto Paraná y Paraguarí, que en el segundo caso resulta una estafa.
De entrada el convenio deja al descubierto cómo los primeros favorecidos son los hijos del presidente de Fundatec, Enrique Alberto Caballero García y Guillermo Nicolás Caballero García, que figuran como asistente administrativo y asistente técnico con G. 3,5 millones de honorarios, mediante empresas que fijan dirección en el mismo lugar de la ONG. A esto se suma la repartija de honorarios a operadores políticos en el caso de los cursos en Paraguarí.
Por ejemplo, Kevin Saúl Caballero, que realizaba caminatas proselitistas por la candidatura de Cristina Servín en Ybycuí, facturó por curso de operador de computadora por valor de G. 11.475.000. El papá de Kevin, don Saúl Caballero, también fue favorecido con un contrato y figuran comprobantes emitidos por servicio de catering de G. 15,6 millones para curso de panadería y, llamativamente, catering para curso corporativo de operador de computadora por G. 21,2 millones.
Nuestro equipo realizó trabajo de campo y confirmó que las condiciones requeridas para estos cursos de operador corporativo de computadora eran precarias y solo permitían conocer lo básico, como prender, apagar una máquina y documentos del office.
Sin embargo, el caso más lamentable es el curso de panadería y confitería en Mbujapey. También con un operador político de Quiindy contratado como “docente/instructor’, cuando en la realidad el señor de nombre Sixto García Insfrán es un vendedor de asadito en la ciudad y guardia de seguridad.
El máximo respaldo que tiene don García en cuanto a su conocimiento gastronómico son tres certificados del SNPP, de elaboración de torta rellena que duró menos de un mes, de ayudante de cocina de dos meses y de cocina básica de un mes, que realizó coicidentemente en tiempo en que se tramitaba el convenio entre Bacigalupo y la ONG de la funcionaria de Nakayama. Sin embargo, le contrataron a don Sixto para el desarrollo de un sustancioso contenido programático de panadería y confitería del que mayoritariamente no tenía idea, dicho por los alumnos que quedaron desencantados del curso.
García, consigna servicio como “docente/instructor”, cuando este perfil requiere una serie de exigencias que en el caso suyo no tienen rastros. Los instructores a cargo de estos cursos deben respaldarse con documentos de experiencia y formación profesional comprobable en el rubro; principalmente deben contar con certificaciones de instrucción metodológica que les habilite para enseñar, condiciones que don Sixto no reúne, según pudimos constatar en los organismos dependientes del Ministerio del Trabajo.
Según el certificado entregado a los participantes del curso, firmado por la exministra Carla Bacigalupo y el presidente de Fundatec, los egresados cumplieron con una carga horaria de 95 horas, cuando en la realidad las limitaciones del instructor, las precariedades de infraestructura, falta de equipos y utensilios redujeron en más de la mitad las horas de capacitación. Varios alumnos consultados señalaron que en clase había entre 10 y 12 compañeros de los 35 que figuran en nómina, los cursos duraban 1 hora y media de lunes a viernes, que computados por los 19 días registrados en planilla de asistencia llegaron solo a 38 horas.
García, que hasta en el concepto de su facturación emitida registra errores ortográficos, sin embargo, según certificado entregado, desarrolló contenidos de orientación laboral, emprendedurismo, habilidades socio emocionales, introducción a la planificación que nunca impartió, según testimonios de varios alumnos consultados.
ME DIERON TU NOMBRE
En conversación mantenida con García, este intentó justificarse con los cursos del SNPP, que es un señor de estudio no precisamente para trabajar en el oficio sino porque le “encanta” estudiar y que su contratación se dio de manera directa a través de un representante de la ONG, que llamó para decirle desde el Ministerio del Trabajo: “Me dieron tu nombre”.
“Yo me di cuenta de que él no sabe nada del tema, yo era la que más se discutía con él por el tema de que él no explicaba bien las cosas y yo suelo hacer pasteles y algunas cosas no me quedaban bien claras y él evadía el tema”, nos comentó Eliana Giménez, alumna.
“30 figuran en la planilla, pero veníamos entre 10 y había veces en que el profesor Sixto exigía que vengan todos, pero cuando eran esos días, se tenía que firmar la planilla para que él pueda llevar y veníamos entre 15 más o menos cuando se exigía”, comentó también la exalumna, evidenciando que hubo hasta participantes ficticios.