Las pocas rendiciones de cuenta de la infinidad de transferencias que recibió el Centro de Información y Recursos para el Desarrollo (CIRD), que conseguimos después de mucha insistencia, revelan sistemáticas, millonarias facturaciones, hasta comprobantes emitidos en mismas fechas a varias instituciones públicas por parte del presidente de la organización y su clan, lo que refleja el manejo discrecional y voraz del dinero público, proveniente del aporte de los contribuyentes.
- Por Rossana Escobar M.
- rossana.escobar@nacionmedia.com
La crisis arrastrada con relación al platal que el Estado destina a los proyectos de “fortalecimientos” institucionales, mipymes, de reactivación económica pospandemia del covid y la repartija de honorarios detrás entre el clan del presidente del Centro de Información y Recursos para el Desarrollo (CIRD), ONG que administra los fondos, indica que los más fortalecidos son ellos, que viven facturando a costa de estas iniciativas que al final se traducen en negocio familiar.
Las pocas rendiciones de cuenta de la infinidad de proyectos estatales que administra el CIRD a las que accedimos vía Ley de Acceso a la Información Pública, ya que el hermetismo de las instituciones eludió la entrega de datos, de igual forma, revelan un rosario de facturaciones del clan de Agustín Carrizosa, en el que también figura él mismo y el hijo de su coordinador anticorrupción, Francisco Darío Alcaraz.
Según la planilla de algunas rendiciones de cuenta proveídas por la Contraloría General de la República (CGR), Agustín Carrizosa, presidente de la ONG que recibe las millonarias transferencias del Estado, también registra cobros en concepto de honorarios de estos fondos, al igual que su pareja, María Berta Rojas Aveiro, su cuñada Marta María Rojas Aveiro y su hija Paola Carrizosa Bradshaw, quien aparece con cobro de jornales.
Mientras que Carlos Francisco Alcaraz, hijo del coordinador de “Más ciudadanía, menos corrupción”, figura con honorarios profesionales.
Sistemáticos y jugosos cobros registra la pareja de Carrizosa, principalmente en el Sistema Nacional de Formación y Capacitación Laboral (Sinafocal) y otros como el Ministerio del Trabajo, Ministerio de Industria y Comercio (MIC) y el Sistema Nacional de Promoción Profesional (SNPP). En la infografía que acompaña este artículo se puede ver fechas de comprobantes emitidos uno tras otro, incluso hasta 6 en una misma fecha, y algunos en el mismo día que en otras instituciones.
Solo con algunos proyectos en Sinafocal, Trabajo, MIC, SNPP, María Berta acumula facturaciones por G. 687,4 millones. Consultorías, asesorías e investigaciones son los conceptos de cobro por excelencia, aunque también hay algunos servicios comunicacionales.
La cuñada de Carrizosa es parte del clan con seguidilla de facturaciones. Según las pocas rendiciones a las que accedimos suma G. 271,5 millones en consultorías, asesorías e investigaciones en Sinafocal. Mientras que su hija Paola acumula jornales como fotógrafa por G. 106,4 millones, en el Proyecto de Reactivación Económica Poscovid de Sinafocal.
El presidente del CIRD también registra cobro en proyectos con el Estado. Accedimos a algunos de Sinafocal rescatados del denominado “Aplicación de Metodologías Innovadoras en la Formación Profesional y el Fortalecimiento”.
En la conversación anterior, cuando consultamos a Carrizosa sobre los cobros de su familia en proyectos de Sinafocal, también le habíamos preguntado por los honorarios suyos a lo que respondió: “Sí, claro, yo también. Yo soy director del CIRD”.
Solo con algunos de los proyectos con Sinafocal, MIC, Trabajo y el SNNP el clan Carrizosa y el joven Alcaraz se repartieron G. 1.113 millones de la plata proveniente de los contribuyentes.
Mientras estos negocios se cocinan en la ONG, detrás de los proyectos estatales ante una inentendible permisibilidad de nuestras autoridades que no pueden alegar desconocimiento del festín que en condiciones privilegiadas se manda un clan con el dinero público, las cabezas de la organización se abanderan de grandes iniciativas anticorrupción que persigue el tráfico de influencias, el uso discrecional de los recursos del Estado, la impunidad, etc.
En nuestra edición anterior mostramos las vinculaciones y el esquema de negocios de una rosca que se fortalece con los proyectos anticorrupción que genera entusiasmo en la ciudadanía, que busca soluciones a las irregularidades en el sector público. “Más ciudadanía, menos corrupción”, del área de transparencia del CIRD, tiene detrás a consultoras que facturan en este proyecto y a las que están vinculados el propio coordinador Alcaraz y su hijo como staff de profesionales de estas empresas.
Isabel Benítez Espínola (Beas Consultora) es contadora de Alcaraz. Esta le aseguró como empleado en el Instituto de Previsión Social, mientras él le dio algunos trabajos en “Más ciudadanía, menos corrupción” y, según nos confirmó él, también le hace algunas consultorías a la mujer.
En este contexto de amistades está también la consultora Tabacman, donde está Romy Vaesken, quien a la vez es directora de la ONG Conciencia Viva, subcontratada en “Más ciudadanía, menos corrupción” y en la que también aparecen como consultores Carlos Francisco Alcaraz junto con su papá Francisco Alcaraz, coordinador del proyecto. Es así que, quienes lideran los ruidosos proyectos anticorrupción, en realidad están haciendo negocios usando principalmente como blanco a algunos políticos que no gozan de la simpatía mediática y aprovechando el hartazgo de la ciudadanía.