Una campaña mediática más insistente emprendió la ONG creada por la pareja de candidatos que fracasó con la Concertación Nacional, Soledad Núñez y Bruno Defelippe, quienes junto con una rosca de amigos integran la red de organismos “sin fines de lucro” que se alimentan de proyectos públicos y sirven de sostén a la empresa del esposo, Koga SA.
Alma Cívica hoy está manejada por Olga Caballero, parte de la claque de oenegeístas leal a la pareja y que heredó el cargo de Soledad Núñez de directora ejecutiva en esta organización. Inicialmente, según el discurso de Núñez, esta fundación se enfocaba a incentivar la participación ciudadana en términos de gobernanza, pero fue desplegando una ostentosa estructura, que no escatima recursos y cuyo financiamiento se mantiene oculto para ir armando bases políticas, introducirse a gobernaciones, municipalidades mediante cursos que aglutinan a autoridades departamentales, municipales, candidatos políticos, etc.
En las últimas elecciones salieron a la luz varios operadores “fanáticos” de la Concertación que fungen voluntarios de la ONG, entidad que apretó insistentemente para “observar” la jornada electoral presidencial del pasado 30 de abril.
Tras los indisimulados incidentes para meter operadores con el membrete de “observadores” electorales, la ONG que hoy tiene como cara visible a incondicional de Núñez, se encuentra de vuelta en una fuerte campaña mediática que ya apunta directamente a formar grupos políticos y líderes partidarios. Las invitaciones difundidas a través de medios amigos de la derrotada candidata por la Concertación promocionan la iniciativa con respaldo internacional que tiene la fundación Alma Cívica.
La gacetilla difundida habla de aprendedores públicos para fortalecer capacidades en política, potenciales candidatos ya sea para cargos en la función pública o dentro de los partidos, talleres que serán mayoritariamente virtuales, según las invitaciones. Mientras avanzan en sus objetivos políticos y van influyendo en gestiones municipales, principalmente en zonas más vulnerables, la ONG del clan Núñez y amigos evade transparentar la fuente del generoso financiamiento que reciben, aprovechando el blindaje de la Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero (Seprelad) que también niega información al respecto alegando que es de “carácter reservado”.