La migración de las rutas del narcotráfico y la lucha entre clanes ocasionaron que ciudades de Central y Asunción se vuelvan escenarios de hechos de sicariatos, según el ex ministro de la Senad Hugo Vera. La fuerza desmedida de los grupos criminales rebasa a instituciones permeables como la Policía Nacional y Aduana, principalmente.

En una nueva entrega de “Tierra de nadie”, emi­tido por el canal GEN, se abordó la problemática del sicariato, el que arrasa no solo en el departamento de Amam­bay, sino que también ahora se extendió a todo el país y llegó a zonas como Asunción y Cen­tral, hecho que anteriormente era impensado que ocurra.

De acuerdo a los datos del Departamento de Investiga­ción de Homicidios de la Policía Nacional, cada año se registra entre 30 y 40 casos de sicaria­tos. Hasta la fecha, durante la administración del ministro del Interior, Arnaldo Giuzzio, se registraron 19 homicidios por encargo y tres intentos. Entre las víctimas de estos atentados figuran empresarios, conceja­les, políticos y sus familiares.

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El coronel Hugo Vera, ex minis­tro de la Secretaría Nacional Antidroga (Senad), dio una radiografía de cómo operan los grupos delictivos y lo que oca­sionó que el sicariato se insta­lara en la capital y Área Metro­politana.

“Hay una migración de las rutas del narcotráfico, en el caso del narcotráfico menor evidente­mente hay una puja de los cla­nes urbanos por el espacio terri­torial. El microtráfico del área central está arraigado desde hace mucho tiempo, se nota que esta seguidilla de ejecucio­nes de personas a nivel social medio-bajo obedece a la lucha interna entre los clanes para tener una supremacía sobre el terreno, sobre el mercado”, expresó el coronel Vera.

De acuerdo a la explicación del subcomisario Abel Cantero, jefe de Investigación de Homi­cidios de la Policía Nacional, debido a la presión ejercida en Pedro Juan Caballero por las fuerzas de seguridad, el narco­tráfico ha elegido otras rutas, y afirmó que por este motivo no le sorprende la migración de los casos de sicariatos a Asunción y Central.

Sin embargo, a pesar de que se manejaba dicha información, no se realizó un trabajo de inte­ligencia preventivo, de modo de evitar que en esta zona del país también se viva en estado de intranquilidad; es decir, se descuidó a la capital y Central.

El narcotráfico eligió como nueva ruta a los ríos, y Aduanas es una de las instituciones que debería controlar lo que ocu­rre en los puertos; sin embargo, según el coronel, los mismos agentes de la DNA están invo­lucrados.

Los vínculos entre la Policía Nacional y los grupos crimi­nales generan desconfianza, temor y preocupación a una ciudadanía que está cada vez más expuesta a los grupos de criminales; mientras, las fuer­zas de seguridad duermen ante esta realidad.

A pesar de contar con un Departamento la Inteligen­cia, desde la Policía existe una incapacidad para resolver los casos de homicidio por encargo; es más, afirman que dependen de las declaraciones y datos de los allegados de los fallecidos.

Ante la poca credibilidad que tiene la Policía, sumado a las pocas garantías que se ofre­cen en materia de resguardo a la fuente, es difícil imaginar que alguien se arriesgue y colabore con datos para resolver un caso de sicariato.

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