Hoy la familia Benítez Barriocanal lamenta el fallecimiento de dos de sus miembros luego de complicarse su cuadro de COVID-19 y ser parte de tratamientos alternativos en una clínica privada de Asunción, actualmente clausurada por el Ministerio de Salud.

El testimonio de la joven Sara Benítez es de terror. Su papá estuvo 10 días internado y su abuela, 26 días en la clínica La Vero, ubicada en pleno centro de Asunción, donde ambos recibieron un tratamiento alternativo de ozonoterapia rectal para “curar” el COVID-19.

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La denunciante comentó en entrevista con radio UNO 650 AM que el Dr. Aurelio Espínola, propietario de la clínica, era el médico de cabecera y amigo cercano de hace años de su padre. “Mi papá cuando tenía cualquier molestia consultaba con él y fueron muy amigos durante mucho tiempo”, indicó.

Primero su abuela comenzó a presentar los síntomas del COVID-19 (fiebre y cansancio). Como los hospitales públicos estaban abarrotados y los privados exigían elevadísimos montos de dinero para la internación, decidieron trasladarla a la clínica La Vero. “Mi papá le lleva con su doctor de confianza. Unos días después mi papá comenzó a presentar síntomas leves y también quedó internado en observación”, relató.

De acuerdo con Benítez, en el sitio llevaban adelante tratamientos alternativos por recomendación del doctor Aurelio Espínola, quien en todo momento garantizó a la familia de los resultados que obtendrían. “Nos dijo que él también se sometió al tratamiento cuando estuvo al borde de la muerte y que se recuperó. Ante la fe y confianza ciega que tenía papá en él, se hizo los tratamientos”, agregó.

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“Nos dieron falsas esperanzas”

Lo llamativo del caso, según resaltó la denunciante, es que los informes que recibían a diario de la clínica eran muy buenos, pero cuando veía a sus parientes no mostraban mejoría alguna, sino que lo contrario, cada vez estaban peor.

“Todos los días era una promesa distinta y mentira. Nos mintieron todos los días, nos dieron falsas esperanzas, no sé si falsificaban los análisis donde nos mostraban que estaba todo bien, que iban evolucionando. Queríamos sacarles de la clínica, pero el Dr. Aurelio siempre nos decía que ya estaban bien, ya se recuperaron de la enfermedad y ya iba a salir del alta. Creíamos en la palabra del doctor que nos mintió todo el tiempo”, sostuvo.

Su abuela Miguela Barriocanal Benítez (72) sí recibió el alta luego de 26 días de internación. En el informe de la clínica se dejó constancia de que la paciente ya estaba en óptimas condiciones y solo necesitaba descansar. Sin embargo, al verla muy deteriorada, la llevaron al sanatorio Santa Bárbara para practicarle estudios preventivos. Los resultados fueron totalmente diferentes a los que habían recibido de la clínica La Vero. La mujer fue internada en ese centro privado y al quinto día se produjo su deceso.

“0,0% de esperanza de vida”

En el caso de su padre, la joven comentó que en todo momento le insistían para llevarlo a otro sitio al ver que no mejoraba su condición. “Le decía: ‘papá, vamos”, pero él me decía: ‘Aurelio es mi amigo, no me va a mentir’”, recordó. A pesar de su negativa, comenzaron a buscarle sitio en otro lugar.

Finalmente lo trasladaron al Hospital Nacional de Itauguá sin haber conseguido el alta de la clínica privada, cuyo informe final fue que “tenía solo 22% de infección en los pulmones, crisis de ansiedad y solo requería intubación preventiva durante tres días para que su cuerpo descanse, porque ya estaba en óptimas condiciones”.

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Sin embargo, según contó la joven, el reporte médico dado por el hospital público fue devastador. “Desde un principio nos dijeron que no tengamos ninguna expectativa de vida. El primer reporte del hospital fue sepsis pulmonar. El segundo fue de shock séptico. Nos dieron 0,0% de esperanza de vida”, lamentó.

La familia Benítez Barriocanal ahora pide explicaciones por el fallecimiento de ambos parientes que fueron internados en una clínica que no estaba habilitada para el efecto y que utilizaba tratamiento experimental sin ningún aval científico hasta el momento.

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