Las sagradas escrituras revelan que en el tiempo final de la humanidad aparecerán pestes, enfermedades, guerras y un sinfín de desastres naturales que aunque el hombre se resista a comprender, serán señales de que el mundo está llegando a su caducidad. ¿La pandemia es una señal?
HOY conversó al respecto con el sacerdote Víctor Cabañas, doctor en Biblia y abocado a la religiosidad desde hace más de treinta años, a fin de obtener una mirada teológica de los acontecimientos que azotan a la humanidad y que de alguna manera nos hacen entender que al final del camino, Dios se constituirá en el “último recurso”, incluso para quienes lo niegan.
Cabañas explicó que “la pandemia no es el inicio del fin del mundo, pero son señales claras de que el hombre está haciendo mal uso del libre albedrío que Dios le confirió” y que las masivas muertes que arrasan desde principios del 2020 con la pandemia del COVID-19 son “tirones de oreja”.
“Él nos está queriendo decir que tenemos que acercárnosle. Que debemos cambiar el rumbo de nuestras acciones, volver a él y caminar de su mano”, indicó Cabañas.
La charla tiene de base al Apocalipsis, que es el último libro de la Biblia y que según reconoce Cabañas cuesta leer porque genera miedo. Desde un criterio apocalíptico, la pandemia es una señal que nos transporta al capítulo 22, versículos 14 al 16, que señalan: “Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida y para entrar por las puertas en la ciudad”; “Mas los perros estarán fuera y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira”; “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana”.
Dice Cabañas que “las expresiones que aparecen en la biblia son construidas con estilo literario. No hay que tomarlas literalmente, porque sí o sí nos asustan”. Sin embargo, asegura que el contexto sanitario actual es parte de las predicciones de profetas que avizoraban la llegada de grandes sufrimientos, todos ellos producto del pecado del hombre.
“El Apocalipsis está en todo tiempo”, indicó y consultado acerca de si estas circunstancias corresponden al milenio que la Biblia anuncia de libertad del diablo, Cabañas asegura que “esa previsión no está marcada en una cronología específica”.
“Cuando la palabra habla de que el diablo será soltado mil años, no se refiere a cuándo y hasta cuándo”, menciona y sustenta con el hecho de que “ni Cristo sabe los tiempos de Dios, su padre”.
Soltado tras mil años
“Cuando los mil años se cumplan, Satanás será soltado de su prisión y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro extremos”. Esto manifiesta el versículo 7 del capítulo 20 del Apocalipsis. Podría perfectamente encajar en la premonición de los falsos profetas que en el nombre de Dios impondrán ideas maliciosas para atraer más acólitos al servicio del maligno.
“Por eso es importante estar al amparo de Dios y la religión, pero considerando que la religión no debe ser una política. Religión significa religarse con nuestro creador. Él nos dio la suficiencia para obrar, Dios vive en nosotros, pero si no cumplimos las normas como las que nos mandan ahora, de usar mascarillas y cuidar la salud, ¿cómo pretenderemos que las cosas nos vayan bien?”, dijo.
Insistió en que no es precisamente el inicio del fin de los tiempos. Pero aseveró que “es definitivamente un toque de alerta”. “Cuando en la casa los hijos se portan mal, ¿cómo nuestros padres nos llaman la atención? Con un tirón de orejas. Eso mismo está haciendo Dios. Duele perder vidas humanas y no cabe protestar por eso, porque es muy fácil culpar a Dios de las desgracias”, dijo.
En ese aspecto responsabilizó a las personas y gobernantes. “Nos quejamos muy a menudo de la pobreza, de los niños hambrientos, de las sequías, de las inundaciones. Y nos preguntamos por qué él permite esas cosas. Pero quiero decir que él, cuando nos creó nos insufló el nefesh (aire en las narices para respirar) y con eso se instaló en nosotros. Pero somos nosotros quienes obramos mal”, explicó.
“Vemos niños en las calles y pretendemos que sea él quien baje a solucionar esos problemas. No puede hacer todo él. No podemos ser como los apóstoles en la canoa cuando se vino la tempestad y despertaron a Jesús para que con dos palabras calme la bravura del mar”, dijo.
Sobre eso comparó la pandemia con una tempestad. “Se nos lleva todo por delante y pone a prueba nuestra solidaridad, nuestra fe. A ver qué tan capaces somos de obrar bien”, aseguró.
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Dinteles con sangre
“Y tomarán de la sangre y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer. Y tomad un manojo de hisopo y mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el lebrillo; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana. Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis y veré la sangre y pasaré de vosotros y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto”. Este extracto corresponde al capítulo 12, versículo 7 del libro de Éxodo y hace referencia a las plagas de Egipto, que en un número de diez arrasaron con la ciudad liderada por el gran Faraón.
“Comparativamente, la sangre en los dinteles representa literariamente un llamado a estar vigilantes para cuando Dios desate su ira ante tanta maldad. Nosotros no estamos atentos a él. Nos hemos desviado del camino y aquí no quiero decir que mandó al ángel exterminador para liquidar al ser humano. Reitero. Estamos lejos de él y estas plagas como el COVID-19 son las consecuencias de nuestros procedimientos erróneos”, explicó.
En definitivas, la pandemia, como la ocurrida hace 100 años y conocida como la Gripe Española, es una nueva revelación del Dios creador. Nos quiere decir que estamos equivocando el camino y que a este paso se acelera el fin de los tiempos, para el que aún estamos lejos, no así la segunda venida de Cristo, que nos manda a tener limpias nuestras ropas para cuando venga a buscar a su Iglesia.
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