Un año después del Mundial de fútbol de Catar, se pueden ver aún en las calles de Doha carteles con los colores descoloridos por el sol, pese a que el torneo, ganado por la Argentina de Lionel Messi al superar en penal a Francia, el 18 de diciembre de 2022; sea ya solo un recuerdo. Hace justo un año, la capital del pequeño emirato del Golfo, era el centro del interés mundial con el inicio del mayor torneo del planeta, que por primera vez se celebraba en Oriente Medio.
Un lote de seis camisetas usadas por Lionel Messi en el recorrido de Argentina al triunfo en el Mundial de Catar-2022, incluida la de la final ante Francia, fue vendido por 7,8 millones de dólares en una subasta de Sotheby’s. El precio de venta fue inferior a la estimación de más de 10 millones de dólares que había presentado Sotheby’s pero, según la casa de subastas, fue “uno de los precios más altos por un objeto de colección deportiva”.
Por su parte, el seleccionador de Argentina, Lionel Scaloni, mantuvo este la incógnita sobre su continuidad al frente de la albiceleste durante la Copa América-2024, en unas declaraciones posteriores al sorteo de la competición celebrado en Miami (Florida). “Hablé con el presidente (de la federación argentina, Claudio Tapia) hoy, en muy buenos términos como siempre, y necesito todavía darle vueltas a mi cabeza”, dijo Scaloni a un grupo de periodistas, semanas después de dejar entrever una posible renuncia.
El técnico, cuya trayectoria brillante al frente de Argentina incluye una victoria en la Copa América de 2021 en Brasil y el Mundial de Catar-2022, descartó que sus dudas se deban a un conflicto con los dirigentes de su federación. El seleccionador aseguró que habló y volverá a hablar en los próximos días con el líder de la albiceleste, Lionel Messi, a propósito de su futuro como seleccionador.
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La Copa Mundial de la FIFA Catar 2022 atrajo a miles de turistas, pero también suscitó polémicas por las acusaciones de corrupción en el proceso de atribución y las críticas de numerosas organizaciones humanitarias por la falta de respeto de los derechos humanos. Doha ha recuperado ya su habitual calma, pero el éxito organizativo ha permitido a Catar, según los expertos, mejorar su imagen dentro del mundo árabe y mantener la apuesta por el deporte en una región que volverá a acoger el Mundial de fútbol en 2034, en Arabia Saudita.
Jassim al Jassim, del comité organizador del Mundial, recuerda “mucha tensión” el pasado 20 de noviembre de 2022, día en el que arrancó la Copa del Mundo con el partido entre Catar y Ecuador, con victoria para la Tricolor por 2-0. “Pero creo que en conjunto estábamos muy felices y orgullosos de lo que habíamos logrado como país”, recuerda el entonces jefe de operaciones del comité organizador.
Catar tuvo que hacer frente a una ola de críticas desde su elección en 2010 hasta la celebración de la Copa del Mundo por las condiciones de los trabajadores inmigrantes en las obras de los estadios, las acusaciones de corrupción en el proceso de elección de la sede, las desigualdades de las mujeres, las leyes en contra de la homosexualidad o las restricciones impuestas al consumo de alcohol.
Pero según Danyel Reiche, investigador especializado en la política y el deporte basado en Catar, el interés del rico emirato gasista estaba más allá, asegurando que el Golfo “se convirtió en el centro del deporte mundial”. La elección de Arabia Saudita como sede del Mundial-2034 “seguramente no hubiese sido posible sin el éxito de la Copa del Mundo en 2022″, defiende el experto.
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En Catar, el legado del Mundial es primero material, con nuevas infraestructuras: metro, ampliación del aeropuerto, carreteras, hoteles, estadios... los 220.000 millones de dólares invertidos por el emirato convirtieron al Mundial-2022 en el más caro de la historia, aunque los organizadores rechazan esta etiqueta, asegurando que buena parte de esos proyectos ya estaban planificados antes.
Este dinero gastado “valió la pena definitivamente, aunque no se hicieron sólo para el Mundial”, defiende Jassim, quien asegura que en la construcción de siete de los ocho estadios utilizados en la cita (solo uno, el Estadio Internacional Khalifa, ya estaba construido) se invirtieron apenas 7.000 millones de dólares.
Según Jassim, el flamante Estadio de Lusail acogerá las ceremonias de inauguración y clausura de la Copa de Asia-2023 que se disputará en Catar del 12 de enero al 20 de febrero después de que China renunciase a organizarlos por el covid-19.
Otro de los estadios más emblemáticos, el 974 Stadium, construido con contenedores de transporte marítimo, no se usará en este torneo continental y su futuro se anunciará “muy pronto”, según dijo Jassim sin entrar en detalles.
La semana pasada, la organización humanitaria Amnistía Internacional acusó al emirato de haber fracasado en la mejora de los derechos de los trabajadores migrantes, pese a que Doha se defiende asegurando que el Mundial “aceleró” las reformas sociales en el país, dejando un “legado duradero”. Jassim asegura que estas críticas son “solo ataques contra Catar” de gente que considera que “no éramos dignos de albergar un torneo así”.
Con la denuncia de una campaña catalogada de racista por las autoridades cataríes, Doha se ganó el apoyo de todos los árabes y musulmanes en el mundo, considera Hisham Hellyer, experto en Oriente Medio de la Universidad de Cambridge, para quien el Mundial “reforzó la posición y la imagen” de Catar en la región.
El evento también permitió a Catar mejorar las relaciones con sus vecinos, sobre todo con Arabia Saudita, con quien mantenía una crisis diplomática desde 2017, añadió Reiche, quien recordó la imagen del emir con una bufanda saudita durante el triunfo del equipo asiático contra Argentina.
Fuente: AFP.