• Paulo César López
  • paulo.lopez@nacionmedia.com
  • Fotos: Matías Amarilla

Un equipo de La Nación/Nación Media visitó el hangar de la carrera de Ingeniería Aeronáutica de la Facultad Politécnica de la Universidad Nacional de Asunción (FP-UNA) con el fin de conocer más detalles del proyecto Tero. En el marco de esta iniciativa estratégica público-privada, un grupo de estudiantes de la casa de altos estudios está trabajando en el ensamblaje de un avión ligero utilitario, que muy pronto servirá para fines académicos, investigativos y de asistencia humanitaria.

El tropel camina sin prisa a través del laberíntico campus de San Lorenzo bajo la tenue llovizna que cae en la mañana de miércoles. En la puerta del hangar del Laboratorio de Aeronáutica de la FP-UNA nos aguardan los integrantes del proyecto Tero, que actualmente trabajan en el ensamblaje de un avión utilitario ligero Zenith CH750.

El director de la carrera, Ing. Adolfo Jara, explicó en primer lugar que esta iniciativa surgió junto con un financista del sector privado, quien como trabajo de tesis desarrolló la idea de impulsar la industria de ensamblaje de este tipo de aviones, que se adquieren a través de un kit cuyas partes deben ser ensambladas a cuenta del comprador.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

“Él tenía la idea, los fondos, pero no tenía la mano de obra. Ahí es donde nosotros encontramos esa sinergia. La facultad pone a los estudiantes, el conocimiento, los docentes para ensamblar el avión y, por otro lado, el propietario e interesado financia el desarrollo del proyecto. Entonces se realizó una cooperación e impulsamos una alianza estratégica que queremos hacerla sostenible en el tiempo. Si hay algún interesado en construir su avión, importar las partes y ensamblarlo aquí, nosotros podemos brindar ese apoyo y conocimiento como academia”, expuso Jara.

NAVE ULTRALIVIANA

Seguidamente, uno de los encargados del proyecto, el estudiante del décimo semestre Christian Ortega, refirió que la aeronave biplaza en la que están trabajando está clasificada como LSA (light-sport aircraft), una categoría de ultralivianos. Respecto a las características de la aeronave, detalló que tiene requisitos de tren fijo, 600 kg como peso bruto máximo y una velocidad crucero de 180 a 185 km/h con una visibilidad de 360 grados. En lo tocante a sus dimensiones, la longitud es de 9 metros de ala a ala y un largo de 7 metros desde la nariz hasta el empenaje. Además del piloto y su acompañante, puede llevar una carga de 250 kg.

Christian Ortega, encargado del proyecto

Mientras realizamos un recorrido para identificar las partes e incluso aportar nuestro grano de arena aplicando remaches al fuselaje o puliendo las piezas, otro de los encargados del proyecto, Mauricio Achucarro, detalló que la máquina “utilizará un motor de 4 cilindros de 118 hp de potencia que será refrigerado a aire. Va a ser de baja compresión, por lo que va a poder utilizar combustible de 95 a 97 octanos, el mismo de los automóviles, con una autonomía aproximada de 5 horas y un consumo de 20 litros por hora. Esto lo vuelve altamente eficiente, pues puede cubrir en unas dos horas una trayectoria que un vehículo en tierra realizaría en unas ocho horas prácticamente al mismo costo. Sin problemas uno podrá ir al Chaco y volver nuevamente”, expresó.

Si bien me cuento entre los que creen que el conocimiento y el saber hacer valen por sí mismos, sucumbo momentáneamente a la tentación del utilitarismo y les inquiero sobre el uso que se dará al avión. Aunque esto atañe estrictamente al propietario, Ortega supo explicar que las características de la aeronave y las licencias con las que cuentan los pilotos que la tripularán determinarán que funcione con fines no comerciales.

Además de realizar diversas tareas, Viviana Cáceres y Luciana Coronel aportan específicamente desde las ciencias atmosféricas y las ciencias de la información. Foto: Matías Amarilla

Por ejemplo, podrá realizar vuelos de observación y reconocimiento durante labores de emergencia como incendios forestales e inundaciones, aportando información desde el aire a las fuerzas operativas en tierra. Así también, será empleada en el marco proyectode labores de investigación y formación académica, ya sea como medio de transporte o para el aprendizaje en la formación de futuros ingenieros y mecánicos que estarán a cargo del mantenimiento y reparación. Todo esto sin perjuicio del uso recreativo.

KNOW HOW

De esta manera, la alianza está desarrollando un know how que abre el camino a una eventual eclosión de la industria aeronáutica en el Paraguay, un rubro que de buenas a primeras podría no aparecer como opción de inversión en nuestro medio.

No obstante, de acuerdo a los responsables del proyecto, la demanda de este sector industrial, que requiere de mano de obra altamente especializada y genera productos de alto valor agregado, puede ser cubierta por los ingenieros que está produciendo la academia paraguaya.

Así, los estudiantes de la carrera de Ingeniería Aeronáutica no solo salen con un conocimiento teórico de la disciplina, sino también siguiendo una línea práctica mediante la cual adquirirán una experiencia laboral, lo que en el futuro podría atraer a empresas interesadas en aprovechar las ventajas comparativas que ofrece el país.

“Esto puede ser muy importante para el Paraguay porque esta empresa fabricante ya sabe que hay gente calificada para ensamblar aviones en el país y esto podría atraer a esta u otras empresas para traer sus componentes y ensamblarlos acá. Esto sin duda generará un intercambio de lazos y conocimientos, lo cual hará crecer la aeronáutica nacional”, remarcó Ortega.

CELEBRACIÓN

Nuestra visita coincidió con el cumpleaños de Luciana Coronel, una joven estudiante de 22 años de la carrera de Ciencias de la Información que colabora en el proyecto. Luciana relató que anteriormente realizó un curso de pilotaje, contando ya en su haber con 40 horas de vuelo. Sin embargo, por cuestiones de salud tuvo que retirarse momentáneamente de la actividad, pero sigue cultivando su pasión por la aeronáutica aportando al proyecto desde su área de especialidad, que es el manejo de la información.

“Para mí es un proyecto muy innovador. A mí siempre me atrajo la aeronáutica y ahora estoy aportando desde la documentación, si se necesitan auspicios, notas, redacción, publicaciones, porque hay muchos documentos que tienen que moverse y yo ayudo en todo eso”, indicó entusiasmada la homenajeada del día en tanto nos disponíamos a sentarnos a la mesa para disfrutar del asado de confraternidad al que fuimos invitados a tomar parte.

Entre exámenes parciales y otras obligaciones académicas, el ensamblaje de la aeronave demandaría en total unos cuatro meses. Foto: Matías Amarilla

Visión global

Si bien el ave nacional del Paraguay es el pájaro campana, el tero es una especie característica de nuestro medio. En honor al Vanellus chilensis fue bautizado este proyecto que, además, es el acrónimo de Training, Education, Research, Opportunity (entrenamiento, educación, investigación y oportunidad), que componen la visión global del equipo.

Respecto a cómo el diseño final haría honor a este nombre, Ortega adelantó que próximamente se realizará un llamado a concurso para recibir propuestas de cómo pintar la aeronave para que su aspecto represente lo más fielmente posible a esta peculiar especie botánica.

Los integrantes del equipo invitan a los entusiastas de la aviación y al público en general a estar atentos a las redes sociales sobre los avances del proyecto y el concurso que se realizará para elaborar el diseño final.

Instagram: @tero.750

Tiktok: Tero.Project

Facebook: Proyecto Tero

Para el diseño final se hará un llamado a concurso público

Un gran activo

El financista de esta empresa, el oficial retirado de la Armada Tomás Vera, explicó que el proyecto de ensamblaje de la aeronave es la prueba de concepto de su doctorado en Defensa, Desarrollo y Seguridad Estratégica Nacional del Instituto de Altos Estudios Estratégicos para mostrar que en el país existe la capacidad de desarrollar la industria aeronáutica empleando instalaciones y personal del Estado con aporte privado.

“Acá tenemos un activo impresionante que son los jóvenes formados y con ganas de trabajar. Si tenemos infraestructura, si tenemos conocimiento, si tenemos herramientas básicas y, lo más importante, ganas, se puede sumar la experiencia académica de alto nivel con el sector privado para ganar experiencia a nivel país. Yo pienso que es un proyecto en el que ganamos tanto la universidad como yo en mi calidad de financista”, aseguró.

Sobre el monto de la inversión, manifestó que el valor de la compra del kit de componentes ascendió a unos 120.000 dólares, incluyendo estructura, aviónica y motor, sin contar los gastos del despacho, impuestos y otros accesorios. Todo esto también sin incluir la infraestructura como el hangar y la mano de obra, que son aportes de la universidad. Vera subrayó que este es un proyecto de vital importancia para el país, ya que constituye una herramienta necesaria y urgente no solo con fines comerciales y científicos, sino también por razones de seguridad estratégica.

“La aviación es una de las actividades más caras en el mundo en todos los sentidos: el costo de la aeronave, el costo de alquiler, el costo de mantenimiento, de piloto, pero si se puede llegar a un acuerdo con apoyo del Estado, la academia y el sector privado, se puede generar algo accesible. La universidad ya tiene experiencia en drones no tripulados, ahora vamos a tener un dron tripulado”, remató.

El financista de esta empresa, el oficial retirado de la Armada Tomás Vera

Proyecto Jaguarete

Otra de las iniciativas que están siendo llevadas a cabo por la carrera de Ingeniería Aeronáutica es el proyecto Gispa (Grupo de Investigación de Sistemas de Propulsión Aeroespacial), que está dirigido por el Ing. Félix Kanazawa.

Este equipo participará del 9 al 14 de junio próximo de la International Rocket Engineering Competition, la mayor competencia de cohetería del mundo, que tendrá lugar en Texas, Estados Unidos.

En el Laboratorio de Aerodinámica y Motores, el estudiante Marcelo Galeano nos explicó que el proyecto de investigación que están realizando es el desarrollo de un propelente, es decir, un tipo de combustible.

Para testear este carburante están elaborando el cohete Jaguarete I, que será lanzado en nuestro país a manera de prueba. A la par, con el Jaguarete II se están preparando para la competencia internacional, que es la más prestigiosa del mundo a nivel universitario y que contará con la participación de unos 170 equipos de todo el orbe.

“Este cohete tendrá tres secciones, la parte electrónica, el motor y en la punta el paracaídas. Este cohete es de doble evento. Esto quiere decir que cuando llega al apogeo, es decir la parte más alta, va a desplegar un primer paracaídas más pequeño para reducir la velocidad de su caída, entre 20 a 30 metros por segundo. Luego, cuando se encuentre a unos 500 metros se va a desplegar el paracaídas más grande, con el que descenderá lentamente para llegar al suelo”, indicó.

El fuselaje está hecho de fibra de vidrio y las aletas son de aluminio recubiertas de fibra de carbono, con un peso total de 20 kilogramos, una velocidad de 1.100 km/h y será manejado desde dos computadoras. Esto a raíz de que la competencia exige un sistema de redundancia, es decir, un medio de control alternativo en caso de fallas. Así también, cuenta con un sistema de GPS tanto para la trasmisión de datos en tiempo real durante el ascenso como para la localización tras el aterrizaje. “La complejidad de la competencia es la siguiente: la exigencia es llegar a 10.000 pies de altura (unos 3.000 metros), ni más ni menos. Por eso hay que hacer el cálculo exacto del peso, de la aerodinámica, del arrastre, para que el combustible –que es sólido por cierto– dé para llevar ese peso hasta esa altura y se consuma todo para empezar a descender. Si se pasa o no se llega a esa altura, se pierden puntos. Todo esto requiere un trabajo previo de cálculo aerodinámico, estructural, simulaciones de las aletas y del cono”, añadió.

Además de ello, el cohete debe transportar una carga útil, es decir un experimento científico. En este caso el equipo está desarrollando para demostración de tecnología un mecanismo de toma de muestras biológicas de aire para el análisis de partículas halladas a la mencionada altura.

Las pruebas y simulaciones se realizan a través de un software y las piezas, ya sea de este u otros dispositivos, también pueden ser ingresadas a un túnel de viento que simula las condiciones naturales como la presión atmosférica para medir el arrastre, la resistencia del material y su capacidad aerodinámica.

Actualmente el equipo está buscando ayuda económica para el viaje y estadía en los Estados Unidos, pues el traslado y la movilidad al interior del país anfitrión corren por cuenta de los participantes.

Las personas interesadas en brindar su aporte pueden comunicarse a la cuenta de Instagram @gispafpuna.

El estudiante Marcelo Galeano explicó que el proyecto de investigación que están realizando es el desarrollo de un propelente

Déjanos tus comentarios en Voiz