En esta entrega de “Paraguay en la historia”, abordamos un hecho acaecido en el convulsionado periodo de la posguerra del 70: el asesinato del presidente de la República Juan Bautista Gill a plena luz del día y en pleno microcentro de Asunción.

Era la mañana del 12 de abril de 1877. El joven presidente Juan Bau­tista Gill, quien entonces tenía 37 años, estaba reali­zando su tradicional cami­nata por la otrora calle Villarrica, hoy Presidente Franco. Al alcan­zar el cruce con Independen­cia Nacional, lo aguardaban los conspiradores, que dispara­ron con escopeta a la altura del estómago, causándole la muerte casi al instante.

Para poner en contexto este suceso, el historiador Claudio Velázquez comenzó expli­cando que Juan Bautista Gill asumió la presidencia de la República en noviembre de 1874 en reemplazo de Salva­dor Jovellanos.

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En este sen­tido, señaló que durante la pos­guerra Gill supo ganarse el favor del Ejército bra­sileño, que en aquel tiempo ocu­paba Asunción. “Para tener una idea de la fuerza que ejer­cía el Ejército brasileño, había de 2.000 a 2.500 brasileños que formaban parte del ejér­cito de ocupación en la pos­guerra. Mientras que el Ejér­cito paraguayo, la fuerza de policía le daba con suerte 700 efectivos. Eran muchí­simos más los brasileños. Gill supo ganarse la causa brasileña y era cuestión de tiempo nada más para que asuma la presidencia”, sos­tuvo.

ANTECEDENTES

Velázquez recordó que pre­viamente Gill fue ministro de Hacienda y su gestión fue objeto de cuestionamien­tos por el despilfarro de los dos grandes empréstitos que hizo el Paraguay tras la gue­rra contra la Triple Alianza. Aun así, asumió el Gobierno en gran parte, como se men­cionó, gracias al apoyo de las fuerzas imperiales.

Agregó que en ese proceso de ascenso al poder Gill se ganó muchos adversarios políti­cos, quienes finalmente ter­minarían tramando y ejecu­tando el primer magnicidio de la historia del Paraguay.

“Gran parte de ese crimen se debió a que para abril de 1877 ya no estaban las fuer­zas de ocupación brasileñas en Asunción. Gill ya no tenía protectores que pudieran tutelarle, entonces esa situa­ción es plenamente aprove­chada por sus adversarios para asesinarlo”, precisó.

Claudio Velázquez, historiador

MENTORES Y AUTORES DEL CRIMEN

El historiador señaló que uno de los principales adversarios políticos de Gill fue Juan Sil­vano Godoy, un intelectual del derecho, político y autor para­guayo. Godoy fue el que orga­nizó y planificó el asesinato de Gill con ayuda de su hermano Nicanor, Matías Goyburú y José Dolores Molas, el legen­dario Pa’i Loló, de destacada actuación en la guerra.

“El presidente Juan B. Gill realizaba su caminata tra­dicional sobre la calle Villa­rrica, hoy llamada Presi­dente Franco. Una cuadra antes de la intersección con Independencia Nacional, curiosamente la esposa de su vicepresidente, Higinio Uriarte, quien era su primo, lo ve desde una ventana y le advierte que existen rumores sobre una conspiración para asesinarlo”, relató.

Con soberbia, Gill le dijo que no se preocupara, ya que estaba bien cuidado. Sin embargo, una cuadra más adelante, al llegar al citado cruce, estaban sus asesinos esperándolo: José Dolores Molas y Nicanor Godoy. El historiador señaló que, de acuerdo a los testimonios, ante la falta de proyectiles usaron las patas de un soporte de ollas.

Velázquez detalló que Gill estaba acompañado de dos edecanes (oficiales de alta graduación que eran sus escoltas), que también resul­taron heridos. A partir de ahí se inició una persecución porque la Policía reaccionó rápidamente ante el aten­tado. Tras el magnicidio, ese mismo día fue asesinado su hermano, Emilio Gill, a quien posterior a su muerte le des­membraron las orejas como prueba de que se cumplió el encargo.

PROCESO JUDICIAL

Velázquez indicó que, tras el crimen, se abrió un proceso. Tanto Juan Silvano Godoy como su hermano Nicanor quedaron impunes debido a que lograron huir cruzando el río Paraná y se instalaron en Corrientes. “Sí se abrie­ron algunos procesos con­tra José Dolores Molas y otros personajes. Algunos injustamente fueron endil­gados de culpables en este proceso. Uno de ellos fue Facundo Machaín”, pre­cisó. Respecto a este último, explicó que existían algu­nos rumores políticos en su contra a raíz de que fue una eminente figura política y sus adversarios deseaban truncar su carrera.

“No encontraron mejor solución para terminar la brillante defensa que ejer­cía Facundo Machaín en los juicios que hacer una supuesta intentona de fuga masiva de la cárcel pública, que estaba ubicada al lado de la Catedral Metropoli­tana. La Policía reaccionó y ese incidente fue aprove­chado para acabar con la vida de Facundo Machaín, José Dolores Molas y otros a quienes se atribuía haber participado del magnicidio de Gill. De esa forma ter­minó el proceso del primer magnicidio en la historia paraguaya”, refirió.

Finalmente, como balance de su gobierno de casi dos años y medio, Velázquez citó la firma del Tratado de Lími­tes, Paz, Comercio y Navega­ción con la Argentina, rubri­cado por Facundo Machaín y Bernardo de Irigoyen, en el cual se definieron los límites con el vecino país tras la gue­rra contra la Triple Alianza.

Además, mencionó que durante el gobierno de Gill se implementó el Código Civil argentino o Código de Vélez Sarsfield, que fue un cuerpo legislativo fun­damental para organizar la sociedad paraguaya de la época. En tanto, en lo econó­mico tomó medidas como el estanco del tabaco con vis­tas a aumentar las recauda­ciones y mejorar las escuá­lidas finanzas del Estado paraguayo.

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