- por Toni Roberto
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Este domingo, Toni Roberto rinde un homenaje a un intrépido espíritu multifacético que ya está volando por los cielos.
Eran las 10 de la mañana del lunes. Una larga fila de personas entraba a la zona más antigua de la vieja Recoleta, el portón 3. Por el camino recordaba los kilómetros de tinta de los dibujos de Tata, cada leyenda en la puerta de algún mausoleo se transformaba en historias que, en mi imaginación, nuestro homenajeado seguía trazando.
“Adiós, Tata”, parecería la despedida a un abuelo, pero no. Es el recuerdo a un gran asunceno y paraguayo que acaba de partir de este mundo, Aníbal Enrique Ferreira Menchaca, piloto, arquitecto, caricaturista, dibujante, historietista, constructor de aeropuertos. Pionero de la historieta en Paraguay y de la buena ilustración en blanco y negro, que ya forma parte de los inolvidables de la época más remota, Acevedo, Chuchín Sorazábal o Guevara, luego Botti, Yustman o Rojitas.
TATA Y SU INSEPARABLE AMIGO RAMONCITO
Alumno de la antigua y prestigiosa Escuela Normal, su compañero de colegio, universidad y amigo de infancia Ramoncito González Coronel, su coetáneo, también nacido en 1936, lo recuerda como aquel compañero muy particular, gran dibujante desde la primaria, que amaba diseñar embarcaciones, con un gran detalle. Le encantaba empezar por la bandera y el mástil, siendo siempre el privilegiado para usar en aquellas épocas lo que era un lujo, tizas de colores.
ESPERANZA, TATA Y EL CONCORDE
En años pasados lo pude conocer mejor por los relatos de su prima hermana Esperanza Alsina Menchaca de Portaluppi. Estando estudiando pilotaje en París, y coincidiendo con una invitación de la Embajada de Francia para recorrer el país galo, fue convidada en 1969 a la presentación del mítico Concorde en el aeropuerto Charles de Gaulle, siendo los dos primeros paraguayos en conocer esa maravilla de la aviación mundial del siglo XX.
UNA PERSONALIDAD PARA SEGUIR DESCUBRIENDO
Siempre pienso en todos los paraguayos que no son conocidos por las nuevas generaciones. Ferreira Menchaca es uno de ellos. Tata, aunque hoy ya no esté, con su vida y su obra sigue dando clases sin aulas. Los ilustradores tendrán que seguir mirando su trabajo sintético, escueto, austero; también los que registran momentos de la ciudad y los capitanes de aviación deberán aprender a entender cómo se puede seguir volando a pesar de la ausencia.
Tata Ferreira lo sigue haciendo, volando, dibujando, contando historias desde el hablador silencio de su silencio o a partir de Ivo, su personaje de historieta, el intrépido aviador que cautivó a generaciones de paraguayos. Hoy debemos seguir tratando de que las nuevas generaciones lo conozcan. No siempre tiene que venir todo de otros lares, perdiendo identidad por quienes apuestan solo a lo foráneo en este mundo globalizado.
Al final me siento, en su iluminada casa, diseñada por él mismo, después de su partida con su hijo José Enrique y sigo descubriendo más facetas de Tata a través de su invariable línea, que me puede llevar tanto al centro de Asunción del 900, como a algún lugar del mundo, pilotando su admirada “maravilla supersónica” con la que ya estará volando por los cielos.