Médicos del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias y del Ambiente Juan Max Boettner (Ineram) recuerdan la denodada lucha contra la enfermedad provocada por el covid-19, que causó más de 20.000 muertos en el país, personas que quedaron con secuelas y una serie de consecuencias sociales que todavía se siguen manifestando. Aquí brindan un panorama de lo vivido y del presente de una enfermedad que todavía no se erradicó.

Un bello mural con coloridas alas recuerda aquellos días que marcaron una etapa nueva en la humanidad: la pandemia del coronavirus. El memorial, hecho por los familiares de víctimas en el patio del Ineram, cumple la silenciosa tarea de hacernos tener presente el tamaño y la urgencia de aquella lucha.

El 7 de marzo de 2020 se atendía el primer caso en el país de un acumulado que a nuestros días rondan los 850.000.

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Felipe González, director del Ineram, recuerda que recibieron alertas a finales de 2019 desde Taiwán reportando los sucesos que se habían iniciado en Wuhan, China, y que le tocó anoticiar al entonces ministro, Julio Mazzoleni, de que había que prepararse.

“Sonaba extraño porque parecía algo muy lejano, pero en ese momento nos dio instrucciones para comenzar a preparar nuestro hospital”. Así, se pasó de 10 a 21 camas de urgencias, a las que poco más tarde se sumarían otras 87 del Hospital de Contingencia, construido con módulos en tiempo récord para la ocasión.

“Nos ayudó mucho la Cámara Paraguaya de la Construcción (Capaco), que también hizo adecuaciones en el Hospital Nacional en esfuerzos que iban a ser relativamente pobres de acuerdo a la magnitud de los contagios”, memora González.

TIEMPOS DIFÍCILES

Los primeros meses fueron difíciles, ya que había una mortandad elevada en la terapia intensiva. “Fuimos aprendiendo de a poco el manejo y el tratamiento. Hubo discusiones difíciles al interior del hospital, cuestionamientos por la falta de equipos de protección, pero recibimos apoyo y pudimos comprar elementos para filtrar el aire viciado y mejorar las condiciones de tarea”.

En aquel punto, hubo un momento de inflexión muy serio cuando una delegación de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) evaluó los equipos hospitalarios.

“Nos dijeron que las condiciones no eran las adecuadas. Fue muy difícil levantar al personal después de ello”, apunta González recordando el temor que despertó aquella visita. Finalmente, todo terminó siendo “parte de los mitos, ya que en el hospital no hubo contagios del personal; estos se dieron en reuniones sociales”.

Evaluando a la distancia, queda claro que no resultaron las “medicaciones mágicas” y el tratamiento se fue perfeccionando con base en estudios y observación. “Tenemos en la población muchos casos de diabetes, hipertensión, sedentarismo, que son terreno propicio para las complicaciones de la enfermedad”.

MEJORA

Alberto Ortiz, jefe de Terapia Intensiva del Ineram, apunta: “Fuimos mejorando en cuanto al manejo, en cuanto al conocimiento de la patología y en cuanto a las estadísticas. Empezamos con números muy malos, después con el tratamiento y con la experiencia del equipo fuimos mejorando hasta llegar a una mortalidad muy baja con los pacientes con covid-19″.

Fue importante también en aquel momento acceder a un laboratorio propio para hacer las pruebas PCR de detección de la enfermedad, lo que permitió usar adecuadamente camas e insumos. Víctor Godoy, director médico, entiende que fue fundamental “el compromiso del personal” para atender con deferencia a los más de 13.000 pacientes que pasaron en la etapa crítica por el centro asistencial.

Una prueba de ello fue el logro de instalar, el 13 de mayo de 2021, una planta de producción de oxígeno que salvó vidas y brindó autonomía al hospital en este recurso. “Nos ayudó la Virgen de Fátima”, dice González, recordando que el precio del oxígeno había pasado de 6.000 a 60.000 guaraníes el metro cúbico (m³) y escaseaba en la región.

Vale recordar que las especulaciones con los precios se extendieron a otros insumos imprescindibles en las terapias como los relajantes musculares y los opiáceos.

VIVENCIAS

Arturo Battaglia, del área de Urgencias, señala que “fue interesante ver que como la nuestra era la primera sala adecuada que teníamos en el país, los sanatorios todavía no tenían habilitado nada, vino mucha gente de alto poder adquisitivo porque las primeras personas que se contagiaron fueron gente que viajaba.

Era notable cómo apreciaban la tarea, porque ellos desco­nocían lo que era internarse en un hospital público; no creían, no podían creer que el sistema público ofrecía todo esto. Fue interesante y obtuvimos muchos bene­ficios y donaciones también gracias a eso”, apunta.

El enfermero Ángel Pereira destaca: “Tuvimos miedo también, porque era una enfermedad nueva para todos y no sabíamos qué nos esperaba. De a poco lo fui­mos perdiendo y la verdad es que pocos compañe­ros se enferma­ron. Por fortuna no tuvimos esca­sez de equipos en ese momento, pos­terior a la pandemia volvimos a las escasez (risa resignada). Fue una expe­riencia que se queda ahí en la memoria”, relata.

Arturo Battaglia, del área de Urgencias
Ángel Pereira, enfermero

ETAPAS

Un momento especialmente difícil se vivió a inicios de 2021, cuando con fronteras más abiertas la población interactuó con el Brasil, donde había un nivel ele­vado de casos. Esa incidencia derivó “en el mayor nivel de contagios y mayor mortan­dad”. Ya desde febrero de ese año comienzan las vacunaciones y “lentamente comienza a dominarse y prác­ticamente los contagios no tenían el mismo impacto”, recuerda González, que explica que con las campañas vacunatorias “se abarcó un nivel relativamente adecuado de la población”. Es claro que el virus quedó a convivir con los humanos y que gracias a la vacunación se pudo dete­ner el contagio masivo, pero sigue habiendo una parte de la población que se resiste a las vacunas.

Como la enfermedad sigue circulando, vacunarse al menos una vez por año es fundamental. “Solemos ver a gente que no recibió inmu­nización desarrollar cuadros severos”, apunta el director del Ineram.

RELAJO

Godoy agrega que “hoy en día la población ya no tiene el temor de aquellos días y eso produce un estado de relaja­ción y, por ende, no se están cuidando en muchos casos y la vacunación disminuyó en un porcentaje considerable, ya sea por cierto grado de temor o desconocimiento”.

Vale decir que del virus se pre­sentan hoy “casos leves que se manejan de manera ambula­toria y generalmente los que se internan son los que no han tenido vacunación”. También es importante el descubri­miento del importante rol de los retrovirales como molnu­piravir y remdesivir en el tra­tamiento de la enfermedad.

ACCIONES PARA EL PRESENTE

Ortiz apunta que “desde la Sociedad Paraguaya de Medi­cina Crítica, rápidamente des­pués de la pandemia, hicimos lobby para que se aprobara la ley del intensivista, que esti­mula a los médicos jóvenes residentes de especialidades diversas para que abracen la especialidad como para tener las unidades con equipos de trabajo experimentados”. González dice que la gran lección que dejó todo aquello se resume en la necesidad de “actuar de manera más rápida y no reaccionar cuando le tenemos encima”.

La pandemia dejó “alta mor­tandad, un impacto socioeco­nómico muy fuerte, a mucha gente casi en la ruina, por­que una enfermedad nos iguala a todos. Teníamos internados a empresarios de los más encumbrados al lado de los más humildes de la sociedad y, si no aprendemos de esas cosas, estamos condenados a repetirlas. Hoy pareciera que la gente está más preocupada por el dinero que por la vida”.

Entiende que “se requie­ren readecuaciones de las infraestructuras sanitarias porque la globalidad hace que cualquier virus que aparezca, sea en el lugar que fuere, en algún momento va a llegar a nuestro país y el sistema tiene que estar preparado, no podemos cometer los mismos erro­res”. Los médicos entrevistados quisieron dejar f i n a lment e un mensaje recordando a su colega José Fusillo, fallecido recientemente, al que consideraron “actor fundamental” durante el trabajo del equipo del Ineram en la pandemia.

SIGUEN HABIENDO CASOS

Al cierre de la semana epidemiológica (SE) 07 (al 27 de febrero), se evidencia un aumento de casos de covid-19. Se confirmaron 143 casos, lo que refleja un aumento del 27 % con respecto a la semana anterior y proceden de 15 regiones del país, el 55 % del Área Metropolitana; 28 % de Central y 27 % en Asunción.

En este periodo se procesaron 1.276 muestras para SARS-CoV-2, registrando una tasa de positividad del 11,2 %.

Además, se registraron 22 hospitalizados por covid-19: 18 en sala y 4 ingresaron a cuidados intensivos. La mayor carga de internados se observa en el grupo etario de meno­res de 5 años y en personas mayores de 60 años. No se confirman fallecidos por la enfermedad al cierre de la semana (SE) 07.

RECOMENDACIONES

Se recuerda a la ciudadanía la importancia de la aplica­ción anual de la vacuna contra la influenza y el covid-19 para reducir el riesgo de hospitalizaciones y muertes asociadas. Estas vacunas están disponibles en todos los vacunatorios del país y están indicadas a la población a partir de los seis meses de edad en adelante. Los sitios de vacunación pueden consultarse en vacunate.gov.py. Es esencial mantener al día el esquema regular de vacuna­ción de los niños, sobre todo en los menores de cinco años.

DESINFORMACIÓN

Para Felipe González, director del Ineram, “la desinformación, el manejo arbitrario de las redes sociales que tiran todo tipo de información falsa está causando grave daño al sistema sanitario”.

Y agrega: “Nuestro sistema de salud, que tenía un plan de vacunación bastante completo, pasó a tener las metas con bajos cumpli­mientos. Igual se hace el intento, saliendo casa por casa, de recuperar a una población que teníamos dominada”, reseña.

“La escarlatina aparece en zonas de nuestro país por gente que no completó su esquema de vacunación por la cuestión del miedo a las vacunas y en térmi­nos generales es algo que se da no solo en nuestro país, sino en todo el mundo”.

SÍNDROME POSVACUNACIÓN

Un estudio dirigido por la inmunóloga Akiko Iwasaki, de la Universidad de Yale, sugiere que la vacuna contra el covid-19 podría estar relacionada con el síndrome pos­vacunación. El informe, que fue publicado en línea pero aún está pendiente de revisión por pares, dice que en un pequeño porcentaje de personas se detectó fatiga persis­tente, intolerancia al ejercicio, niebla mental, tinnitus y mareos. Aunque estos hallazgos no prueban de manera concluyente que la vacuna sea la causa, los científicos con­sideran que es un primer paso para comprender mejor esta condición y podría ayudar a mejorar la seguridad de las vacunas, y a desarrollar estrategias para mitigar posibles efectos adversos en futuros tratamientos.

El mural que homenajea al personal de blanco caído en la lucha contra la pandemia
Etiquetas: #covid#pandemia

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