- por Toni Roberto
Este primer domingo de marzo, Toni Roberto rinde homenaje a la espesura, altura y elegancia de una especie que va perdiendo sus últimas desteñidas flores anunciando la cercanía del otoño.
Desde hace décadas está ahí presente, engalanando la esquina de la que fuera la casa del Dr. Gerónimo Segovia, en el barrio Bernardino Caballero. Silencioso, poco admirado, un yvyrapytã florido, que representa a muchos ejemplares que pasan casi desapercibidos en varios puntos de Asunción, sin tener la misma suerte que los tajy en su época de colores.
EL YVYRAPYTÃ DE ARTIGAS
En la otra punta de la ciudad, los vestigios de lo que fuera el árbol de Artigas. Así se llama popularmente en el Uruguay a los hijos de aquella gran planta que acogiera en su sombra al héroe charrúa en el Paraguay hasta sus últimos días. Ahí, a su amparo, aquel viejo árbol albergó, entre otros, al sabio Moisés Bertoni y su legión de alumnos de la Escuela Agrícola desde principios del siglo XX, que dio los primeros agrónomos a la nación, específicamente en 1911.
EL ÁRBOL DE LA CASA DEL INGENIERO CHASE
En otra zona de la ciudad, en las alturas del antiguo paraje Manorá, dando sus últimos colores amarillos del final de su temporada florida, otro ejemplar, como un gran velador que apunta al cielo, en lo que fuera la quinta de las hermanas Infante Rivarola y que nos recuerda a sus últimos propietarios, el ingeniero Chase y su esposa, Ñeca Vaccaro.
SAMUDIO, EL YVYRAPYTÃ Y LA CASA DE CONCHITÍN
Este gran árbol, que además tiene propiedades medicinales y de la que hablaba con insistencia en sus publicaciones el ya desaparecido guaireño Caio Scavone, quedó también grabado para siempre en el arte paraguayo del siglo XX en la paleta de Juan Anselmo Samudio (1878-1935), quien habiendo estudiado en Europa, trayendo las técnicas aprendidas en el Viejo Continente, tomando con gran maestría temas del paisaje autóctono, cuya pieza titulada “El árbol de Artigas”, firmada en 1908, simboliza la hermandad entre los dos países y se puede disfrutar en la sala paraguaya del Museo Nacional de Bellas Artes de Asunción, que se encuentra en la casa patrimonial que fuera hasta los años 70 de Conchitín Pino y su familia, sobre la avenida Mariscal López.
LA INDISCUTIBLE ELEGANCIA DEL YVYRAPYTÃ
Así, aquellas flores amarillas que deleitan a algunos transeúntes en varios puntos urbanos de la capital, van perdiendo sus últimas desteñidas flores, indicando el camino de la llegada del otoño asunceno el próximo 21 de marzo. A la sombra de los recuerdos de los populares y fotografiados lapachos amarillos, blancos y rosados varias veces retratados por Pablo Alborno, pero recordándonos la indiscutible espesura, altura y elegancia del yvyrapytã, que llegan con sus pétalos amarillos hasta las propias orillas del poético Mburicaó en los primeros días de marzo de 2025.