En esta entrega de Mito o Realidad, el historiador Carlos von Horoch Benítez responde a la pregunta de si la capital argentina fue o no fundada por paraguayos. ¿Técnicamente la “verdadera fundación” es la primera o la segunda?, es una de las varias interrogantes que intentamos responder en esta nota.
“Una manzana entera pero en mitá del campo / presenciada de auroras y lluvias y sudestadas. / La manzana pareja que persiste en mi barrio: /Guatemala, Serrano, Paraguay, Gurruchaga”, reza una estrofa del poema “Fundación mítica de Buenos Aires”, de Jorge Luis Borges, que alude quizá sin siquiera pretenderlo a ese elemento paraguayo presente en la fundación de la Reina del Plata y que a menudo es soslayado.
Ahora bien, la considerada como primera fundación fue realizada por Pedro de Mendoza el 2 de febrero de 1536. Sin embargo, en 1541 el poblado fue destruido por sus propios habitantes debido a la hostilidad de los indígenas que habitaban ese llano.
Ante la consulta de si puede ser considerada técnicamente una fundación la expedición de Pedro de Mendoza del 2 de febrero de 1536, Von Horoch Benítez responde que “efectivamente fue una fundación, pero se trató de un poblado de efímera existencia, no se consolidó como población por diversos factores”.
La mayoría de los indígenas que habitaban los alrededores del sitio eran cazadores y recolectores. Además, estaba en una zona baja, llana, expuesta a fuertes vientos. También había muchos pantanos que hacían del sitio inadecuado para un asentamiento humano.
CONTACTO INICIAL
En un principio, los indígenas se mostraron amistosos con los europeos, que totalizaban unos 1.500 y requerían un flujo constante de alimentos que los nativos cazadores y recolectores no podían cubrir.
En este sentido, el investigador apunta que “las aldeas con habitantes que no practican una economía productiva con base en la agricultura no superan los 500 habitantes. Por ello, una repentina superpoblación humana en un coto de caza generó una cacería y recolección intensiva que pronto derivó en una escasez. Los indígenas de la región dejaron de abastecer a los europeos y estos reaccionaron con violencia asaltando las aldeas”.
Los abusos generaron una gran alianza de indígenas que juntaron un ejército de 30.000 guerreros que asediaron Buenos Aires, que pudo resistir a un costo pírrico.
“Con la resistencia indígena y la incapacidad de ser autónoma en su abastecimiento de víveres, la primera Buenos Aires tuvo todo en contra y el alto costo humano y material de su manutención motivó su despoblamiento, siendo evacuada su población a Asunción, donde las condiciones del sitio eran favorables para lo que finalmente fue el primer asentamiento europeo estable del Río de la Plata”, afirma.
PULSIÓN FUNDACIONAL
Casi 40 años después, como parte de un impulso en aras de romper el histórico enclaustramiento del Paraguay, se realizó la fundación de una ciudad con salida directa al mar.
Según las propias palabras de Juan de Garay, quien encabezó la expedición que partió de Asunción y que el 11 de junio de 1580 realizó la segunda fundación de Buenos Aires, el propósito era “abrir puertas a la tierra”.
Respecto a cuál sería la “verdadera fundación”, sostiene que “no se debería catalogar a una u otra como la verdadera. Ambas fueron fundaciones, solo que la ciudad actual de Buenos Aires tiene su origen en la segunda fundación, la liderada por Juan de Garay, que ya incluyó sangre mestiza hispano-guaraní e indígenas del Paraguay”.
En lo referente a si es correcto afirmar que Buenos Aires fue fundada por paraguayos, sostiene que “absolutamente. La base de operaciones española era Asunción, los recursos humanos y materiales eran de dicha población. Sin la consolidación de Asunción como poblado y base de operaciones de la corona, es muy probable que la conquista y colonización europea del Río de la Plata se hubiese demorado mucho más. Hasta es probable que otra potencia colonial hubiera tomado el lugar de la corona española en esta región. Hay muchas alternativas”.
FIGURA MÍTICA
En lo tocante a la figura cuasi mítica de Ana Díaz en el relato fundacional de Buenos Aires, señala que esta mujer tiene una historia muy interesante en una época en la que el modelo social no permitía que las mujeres tengan muchos derechos y roles fuera de las labores domésticas.
Se trataba de una mujer criolla, hija de un español y una payaguá cautiva. Ana había enviudado y cuando el gobernador pidió voluntarios para refundar Buenos Aires, ella exigió ser partícipe.
Cabe destacar que a cada integrante se le entregaría un solar en la trama de la nueva población. Esto era impensable para una mujer sin la presencia de un marido. El grupo destinado a fundar Buenos Aires no debía contar con mujeres. Estas debían llegar luego de que se haya levantado la parte primaria del poblado, pero la insistencia de Ana Díaz hizo que pueda formar parte de la expedición que contó con dos columnas, una naval y otra terrestre. Díaz formó parte de la columna terrestre que dirigía el ganado para el abastecimiento. Años después, Díaz contrajo matrimonio con otro fundador de nombre Pedro Isbrán, con quien tuvo una hija.
La figura de Ana Díaz es importante no solo por el hecho de ser partícipe de la fundación, sino por haber conseguido tener un derecho yendo a contracorriente la costumbre de la época.
Sin embargo, “en el Paraguay sigue siendo una figura poco conocida a pesar de contar con una calle asuncena con su nombre. En Buenos Aires hay algunos monumentos con su nombre y hasta fue musa para al menos una obra literaria”, indica.
SIMBOLOGÍA
Insistido sobre quién fue efectivamente el fundador de Buenos Aires de acuerdo a su criterio, señaló que la ciudad que conocemos hoy fue fundada por Juan de Garay y los asuncenos con el nombre de Santísima Trinidad y Puerto de Santa María del Buen Ayre. La expedición estuvo compuesta por 76 personas, de las cuales 56 eran criollas nacidas en el Paraguay.
“La propia simbología urbana de la ciudad nos habla de que la segunda fundación es la válida, pues el sitio del acto de fundación está donde hoy es la plaza de Mayo, la plaza más importante de la ciudad, pues frente a ella se encuentran La Casa Rosada, La Catedral, el antiguo Cabildo y la sede del Gobierno Municipal. Desde ese sitio se marcaron las calles y manzanas de la ciudad.
Garay también designó los sitios para la ubicación de las instituciones de administración política, el templo y los conventos.
“La sociedad bonaerense desciende de los integrantes de la expedición de Garay. Fueron estos últimos quienes lograron materializar el asentamiento permanente en una región que había sido hostil varias décadas antes. De la primera fundación solo quedó el nombre”, concluye Von Horoch Benítez.
LABRANZA DE LA TIERRA
De su lado, en un artículo titulado “Ana Díaz, la mestiza paraguaya que participó de la fundación de Buenos Aires junto a Juan de Garay” (Infobae, 29-1-2022), el historiador y arqueógrafo Óscar de Masi hace notar que la empresa de Garay difería de la mentalidad conquistadora peninsular.
Aquella consistió en “una pulsión telúrica con la que comenzó el tiempo de la labranza intensiva de la tierra, el aprovechamiento hidráulico de los ríos y la tala de los bosques para asistir a las industrias rurales y proveer a la ciudad incipiente. Y, tras esta explotación de las riquezas del suelo, vendría un comercio a nueva escala, direccionado desde Asunción, como metrópolis del nuevo sistema de ocupación de la ecúmene rioplatense. No en vano Julio A. Busaniche llamó a la capital paraguaya, en 1923, ‘nido del criollismo americano’”.
“No dejemos de recalcar que la fundación de Buenos Aires fue obra de Asunción, madre de ciudades. El riguroso historiador autodidacta Andrés Carretero hizo notar una peculiaridad de esta expedición: a diferencia de las habituales y ávidas estipulaciones que preveían hipotéticas recompensas en metales, en este caso el premio para los pobladores era el reparto de tierras de labranza y la apropiación de los ganados cimarrones que pastaban en las dilatadas pampas. Este hecho determinó un giro sustancial en el modo de relación del contingente humano con el territorio, su ordenación, su mensura y su riqueza agroganadera”, sigue diciendo De Masi.
En resumen, como bellamente lo describe el poema “La Argentina”, de Martín del Barco Centenera: “Habiendo de la guerra descendido / Poblar a Buenos Ares fue acordado: / De la Asunción Garay hubo salido, / De todos adherentes aprestado: / Con él muchos soldados han venido, / Y habiendo en Santa Fe desembarcado, / Allí estuvieron días esperando / Los caballos, que vienen caminando”.