Corría el año 1979 y algunos compañeros de colegio aficionados al arte conocieron un espacio mágico sobre la calle Dr. Coronel casi “la avenida”, como le llaman los sajonieros a la Avda. Carlos A. López. Otros íbamos ilusionados de permanecer por lo menos un rato frente a las cámaras de un programa de niños en el entonces único canal de aquella década del siglo XX.

El punto en común era el mágico parque Carlos Antonio López con sus duendes y sus póras. Enfrente, una particular casa con un patiecito frontal que parecía creado para invitar a los personajes imaginarios que habitaban ese espacio verde que recibe, con el busto de don Carlos, a lo que antiguamente fuera el camino a Puerto Sajonia, paraje que emocionara a varios poetas.

Ahí, en ese rincón de barrio, vivía Cira Moscarda (1934-1984), artista y docente, en su casa y taller más conocido como lo de Cira. En ese mismo espacio participó en su corta existencia Alfredo Seppe (1947-1968), otro artista experimental y vanguardista como ella, poco comprendido por los cánones académicos asuncenos de aquellos años 60, donde el mundo hippie estaba en pleno apogeo. Ellos eran como un “tercer camino” entre los académicos y Arte Nuevo, el grupo liderado, entre otros, por Olga Blinder.

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SEGUNDO HOGAR

La casa de Cira era como el segundo hogar de muchos niños ya desde los años cincuenta. Recuerda Dea Frizza que un día allá a los 13 o 14 años su amiga y vecina Stella Giralt le invitó a ir a la casa de su profesora de dibujo y que, desde ese día, siempre iba todos los sábados, adoptando además a Cira como mamá del arte, teniendo en cuenta que ella se quedó huérfana de madre desde muy chica.

En ese mismo hogar con vista al parque conoció también a Manolo Prieto, quien con el tiempo realizara las presentaciones de sus muestras de arte. Asistían también al taller de Moscarda otros adolescentes que con el tiempo fueron piezas clave en el arte paraguayo como Ricardo Migliorisi, Lito Krasniansky, Teresa Pozzoli y, más adelante, Carlo Spatuzza, entre otros.

Los recuerdos van y vienen. Bea Bosio la rememora con mucho cariño contando que su mamá le había enviado a estudiar dibujo, pero que esta gran maestra se dio cuenta de que no era lo suyo y le preguntó: “Nena, ¿qué te gusta hacer?”. A partir de ahí se dedicó a leer y a escribir, siempre en un pequeño espacio del jardín debajo de una enramada.

Cuando fallece Cira en 1984, los Pompa Frizza se encontraban lejos de vacaciones y la sintieron como a una madre o abuela. Ellos al regreso fueron a esa legendaria dirección del barrio 2011Sajonia donde la madre de Cira les entrega unas carpetas. Después de muchos años de ser salvaguardadas por Dea Frizza, fueron rescatadas por Lía Colombino y en 2011 se realiza un film dirigido por Dea Pompa Frizza llamado “Desalmidonar los párpados”, material que fuera generado por Cira y su inseparable amigo Alfredo Seppe, quien en 1968 decidió partir de este mundo y que hoy estará observando ese recordado lugar de Asunción desde alguna estrella que ilumina para siempre ese emblemático parque.

Alfredo Seppe, c. 1968. Fragmento foto archivo Cira Moscarda. Del film “Desalmidonar los párpados”. Dea Pompa. Asunción, 2011

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