Con toda una vida en el teatro y más de 40 años en nuestro medio, el actor y director uruguayo Héctor Silva habla de su compromiso con esta disciplina, en la que sigue trabajando activamente a pesar de su lucha contra el cáncer. En febrero próximo Silva brindará un taller de formación actoral sobre cómo crear un personaje mediante herramientas del sistema Stanislavski de actuación.
- Fotos Eduardo Velázquez / Gentileza
Hace un poco más de 40 años, Héctor Silva llegaba a dedo al Paraguay. Sin planes muy claros dejaba atrás su tierra natal, Uruguay, su autoexilio en Europa y un amor que acababa de estallar en Brasil.
Siendo uno de los actores más reconocidos de la escena local, hace cuatro décadas forja en nuestro país un sueño que tiene instantes donde el sentido de la realidad sucumbe no solo a la imaginación individual, sino que es un ejercicio colectivo de crear una historia en la que todos estos años de trabajo cobran sentido.
–¿Cuál fue tu primera experiencia en el teatro?
–Mi primera experiencia con el teatro me acuerdo que fue con el maestro Héctor Bermúdez en Uruguay, donde armamos un espectáculo sobre Federico García Lorca. En plena dictadura hablar de Lorca era como ponerse una soga al cuello, pero lo hicimos y ese fue mi primer taller con 16 años. Anteriormente habían sido los carnavales de Uruguay los que me habían cautivado, los que me habían encandilado con esa cosa del escenario, del maquillaje, de los vestuarios.
–¿Cómo te marcaron estos carnavales?
–El carnaval en Uruguay es un fenómeno muy especial, no lo he visto en ninguna otra parte del mundo. Es un mes entero donde grupos y comparsas y elencos se pasean por escenarios de toda la ciudad con un espectáculo de 45 minutos a una hora, y van desfilando los diferentes elencos. Cada noche se habla de la realidad, de lo que pasó y casi siempre es una gran bajada de caña a todo lo que atañe a la sociedad, a la política, la economía, el deporte, a todo. Entonces, eso hace del uruguayo un tipo muy crítico, muy cuestionador de muchas cosas y es un tipo de cultura que realmente te marca. Yo desde que tenía 5 o 6 años veía toda esa magia, todo ese color, toda esa imaginación. Por eso un tema recurrente en toda mi vida es el hecho de imaginar.
LLEGADA
–¿Cómo fue tu llegada al Paraguay?
–Y al Paraguay llegué como se dice de pedo, porque venía de Europa. Pude llegar hasta Brasil, ahí me quedé un buen tiempo, pero ahí tuve un enredo amoroso que salió muy mal y me terminaron rajando. Tenía 23 o 24 años y me vine a dedo hasta Foz de Yguazú sin un mango y de casualidad, porque el camión me dejó ahí en la frontera y me dijo “hasta acá nomás, mi amigo. Bájese”. Y me dije “para dónde voy”. Miro hacia un cartel que decía “Ciudad Presidente Stroessner”. Y dije “bueno, qué vamos a hacer. A este baile hay que que bailarlo”. Cuando me vieron la pinta y el pasaporte uruguayo, ahí vino el primer encontronazo con las fuerzas policiales de la época. “¿Qué hace usted acá?”, “¿para dónde va?”, “¿tiene plata?”. Terminé en una pensión de Tte. Fariña y Tacuary. Ahí arrancó la historia, setiembre de 1981. Imaginate lo que era Asunción en esa época.
–¿Cuándo y con quién realizaste la parte más importante de tu formación actoral?
–En el 87 u 88 me fui a laburar en la construcción a Buenos Aires. Fui a parar a una localidad de La Matanza. Ahí me recibieron los paraguayos y me dieron laburo. Y de noche me iba a estudiar con un gran maestro ya fallecido, (Carlos) Gandolfo, quien me recibió en su escuela. Y yo creo que ese fue el pilar más importante, porque él fue el que me metió en el famoso método. Esa fue la formación más importante que tuve.
–¿En la formación del actor importa más el maestro, el método, el trabajo individual, la escuela o qué?
–Importa el maestro, claro. Es un conjunto de cosas, no es solamente una. Empezando por los guías que te puedan tocar, los maestros que te puedan tocar. Segundo, la técnica que puedas desarrollar. Es un conjunto de cosas y toda tu experiencia y bagaje individual que traes de toda tu vida también juega un papel preponderante. La escuela es muy importante. El método y la técnica son fundamentales.
INFLUENCIAS
–¿Qué personajes y obras te marcaron?
–Recuerdo una puesta, “Muerte de un viajante”, de Arthur Miller. Muchos años después me tocó hacerla acá en Arlequín, con (José Luis) Ardissone. Las dos versiones, la que hizo Aguilera en los 80, cuando Arlequín estaba en Villa Morra, y la que se hizo después. Yo creo que esa obra a mí me marcó a fuego por el texto, por los personajes y por todo lo que decía Miller, por todo lo que transmitía y lo que comunicaba para mí. Ha sido uno de los autores que más me han marcado.
–¿Qué directores?
–Carlos Aguilera, quien era un director uruguayo que trabajó mucho en Paraguay. Era un tipo que realmente dirigía a los actores y ese fue también uno de los pilares. Haber podido trabajar con él, porque es muy difícil encontrar un director con el que se logra tener sintonía. En esta cuestión de la actuación y de la dirección muchas veces manda más el ego que otra cosa y es el gran enemigo nuestro. Es un enorme enemigo con el cual hay que estar peleándose, agarrándose a las trompadas todos los días para poder ser un tipo más o menos coherente. Porque si le das pelota al ego, te vas para cualquier lado, te desbandás. Ahora, si sabés lo que querés transmitir y lo que querés hacer de forma honesta, el ego tiene que quedar en el último lugar.
–¿Cuáles son algunos personajes de la literatura o de la historia a los que te gustaría personificar?
–(Miguel de) Cervantes era uno de los que más me cautivaba por todo lo que ha hecho y tuve la suerte de encontrarme con ese texto, “El loco de Cervantes”, que ya lleva más de 10 años en cartel y lo sigo haciendo y lo quiero seguir haciendo y lo voy a seguir haciendo hasta que me pongan el sobretodo de madera. Es una obra maravillosa, pero si me decís qué personaje me gustaría, hay un tipo que siempre me llamó la atención por todo lo que hizo, por todo lo que significó y nunca me crucé con ningún material. Me gustaría personificar a Leonardo da Vinci. Siempre me dije “qué onda este loco, qué bárbaro todo lo que pasó, lo que vivió, lo que hizo”. Es uno de esos tipos que ha dejado una huella muy importante en la humanidad.
CONSTRUCCIÓN DEL PERSONAJE
–Cuando recibís un guion, ¿cómo empezás a construir tu relación con el personaje?
–Cuando te encontrás con un personaje, yo creo que en primer lugar lo que hay que empezar a hacer es amarlo y quererlo y no juzgarlo. A veces me han tocado personajes de narco, asesino, padre de familia, abogado, médico, traficante de órganos, etc. Son más de 50 obras de teatro y más de 12 películas. Lo primero que hay que hacer cuando llega a vos un personaje es entenderlo. ¿Por qué hace lo que hace?, ¿para qué?, ¿cómo? Muchas veces en los guiones no te dan información de la vida pasada y mucho menos del futuro de ese personaje. Entonces, obviamente, te la tenés que inventar y ahí aparece la imaginación como salvataje. En segundo lugar, es recorrer un camino y empezar a crear imágenes que te van a acompañar después en la representación. Son imágenes que van pasando por tu cabeza. El actor necesita un estímulo para reaccionar ante tal o cual situación.
–¿De dónde vienen esos estímulos?
–Muchas veces vienen del compañero, del otro actor o de la actriz. ¿Pero qué pasa cuando no viene nada? Entonces el estímulo te lo tenés que crear vos mismo. Es como una galería de imágenes y de videos que tienen que pasar por tu cabeza para llegar a ese estado que te está pidiendo el guion, que te está pidiendo el personaje. Son estados emocionales que te piden el personaje y el director y el que la escribió.
–¿Cómo vivís el hecho de encarnar a otro personaje? ¿Es un alivio o es incómodo dejar de ser vos por un momento?
–Yo siempre estuve muy en contra de esa cosa de que “yo soy como soy y todos los personajes son iguales”. Hay veces en las que ves a actores y actrices en diferentes papeles, en diferentes roles, en diferentes tipos de personas. Los ves como un abogado y después en la siguiente lo ves como un pochonto del Mercado 4. ¿Y qué pasa? Los dos tienen la misma voz, los dos caminan igual, los dos tienen esa misma cadencia al hablar. El personaje, como una vez dijo Dustin Hoffman, está en la calle, salí a buscarlo.
–¿Cómo hacerlo entonces?
–Si tenés que hacer un abogado, andate al Palacio de Justicia, metete en un juicio oral y observá. Si tenés que hacer a una prostituta, andá a un burdel y sentate ahí. Mirá cómo se mueve, cuáles son las formas que tiene más allá de lo que vos puedas crear, imaginar o inventar. También el personaje puede tener cosas en común contigo y eso a veces te aliviana el camino. Pero ¿qué pasa cuando no? Ese es el gran reto. No es para nada incómodo dejar de ser uno mismo. Al contrario, de eso se trata esta profesión. Como decía (Eugenio) Barba, la actuación es el único arte en el cual tenés que crear un ser humano. Un ser humano con todo lo complejo y retorcido que puede llegar a ser. Meterte a bucear en ese mundo de crear una personalidad que no tiene nada que ver contigo. No es joda, no es para hacerlo buscando fama.
AMOR Y GARRA
–A partir de tus 40 años de experiencia en nuestro medio, ¿podrías decir cuál es la principal fortaleza del actor o del teatro paraguayo?
–La enorme fortaleza que yo veo tanto en actores y actrices como en el teatro mismo de Paraguay es la tozudez y la enorme garra que tiene esta gente para seguir apostando por el teatro, siendo que no hay ningún tipo de promoción ni apoyo. En el interior el teatro está abandonado, con excepciones de gente que está laburando y mucho en Encarnación, en Itauguá. La Plataforma del Teatro del Interior también hace muchas cosas, pero esto tendría que ser a nivel estatal, no a nivel de ocho quijotes que se ponen el teatro al hombro.
–¿Y en el contexto regional cuál es su valor?
–Yo creo que justamente el teatro paraguayo es uno de los que tiene más valor en América Latina. Uno de los que tiene más valor, porque si fuera por el Estado ya hubiera desaparecido. Querés ir al Municipal y te cobran un millón y medio de alquiler. Querés ir a una sala de los centros culturales de embajadas y compañía, y no podés cobrar entrada. ¿Te das cuenta de las dicotomías? Yo creo que la mayor fortaleza del teatro en Paraguay es justamente la enorme energía y el enorme amor que le ponen los actores y las actrices para seguir manteniéndolo vivo. Es un gran acto de amor porque acá si vas a pensar en la guita, es mejor que te vayas a alguna aduana fronteriza a laburar.
–Entiendo que estás en un momento especial de tu salud. ¿Hacés planes para presentar cosas igual o estás centrando tu energía en tu recuperación? ¿Cómo afrontás eso?
–Me tocó estar pasando un momento de salud un poco especial y creo que no me tengo que quedar quieto. Yo creo que hay mucho de mental, hay mucho de actitud en esto. Más allá de la cuestión fisiológica, está el cómo lo afrontás y lo encarás. Yo no tengo familia acá y son los amigos los que siempre estuvieron y están. Esos son los que me están dando una energía enorme y las demostraciones de afecto y de amor creo que son fundamentales en cualquier recuperación en cualquier enfermedad, en cualquier situación. Sentirse querido, sentirse amado, valorado. Y no voy a quedarme quieto jamás.
–¿En qué puesta estás trabajando actualmente?
–El 21 de febrero estreno una obra en La Correa. Voy a dirigir a cuatro actores y actrices maravillosos, Arturo Arellano, Katy Pacuá, Valentina Arancedo y Elena Aquino. Trata sobre la última noche de Lorca y la obra se llama “Por rojo, por marica y por raro”, del uruguayo Fernando Palle. Y también tengo una película de Juan Manuel Salinas. No nos van a voltear tan fácilmente. Los actores somos seres muy tercos. Nos aferramos a la vida con uñas y dientes y ya hemos pasado por tantas vidas. La ventaja de la actuación es que te permite vivir en una vida muchísimas otras vidas. Eso es lo hermoso de la actuación, entre otras cosas.
TALLER DE ENTRENAMIENTO ACTORAL
Héctor Silva brindará, desde el próximo miércoles 5 de febrero, el taller de entrenamiento actoral “La verdad de la escena”. El experimentando actor abordará en su taller el trabajo de cómo crear un personaje mediante herramientas del sistema Stanislavski de actuación.
La dinámica consistirá en enseñar cómo, con base en textos asignados, desarrollar y comprender psicológica y emocionalmente a los personajes para luego llevarlos a escena en una muestra final.
El taller se desarrollará en cuatro encuentros en Casa Sigilos - Unión Club (Palma 751). Contacto: (0981) 776-937.